"Una vez en la vida llega una película que hace que te vuelvas a enamorar. Esta no es esa película."
Así rezaba el cartel publicitario de esta adaptación de una novela de Warren Adler (1981), que curiosamente tomaba este nombre en referencia a la guerra medieval entre las casas Lancaster y York por el trono de Inglaterra. Aquí el trono es la casa, vivienda que construyó el matrimonio Rose y que ninguno de los dos pretende abandonar.
La historia comienza cuando los jóvenes Oliver y Bárbara se conocen en la isla de Nantucket durante una subasta y ambos pujan por una figura, esa pequeña rivalidad hace que se acerquen y una cosa lleva a otra y terminan apasionadamente revolcados y convenciéndose que están hechos el uno para el otro, la historia más romántica de sus vidas.
El director Danny De Vito, se une a sus amigotes Michael Douglas y KathleenTurner en una fórmula ganadora que ya había dado resultado en el "Tras el corazón verde (1984)" (Dos Bribones tras la Esmeralda Perdida, en Latinoamérica) y su secuela, "La Joya del Nilo (1985)", otorgándose el papel de un abogado, socio de Oliver, que al inicio del film se encuentra atendiendo a un cliente que viene a pedir asesoría para su divorcio, pero éste antes de aceptar el caso, como si la vida de aquel le importara, decide contarle la historia de los Rose, una relación con mucho amor que termina en el más horrendo de los desastres.
Habíamos dejado a Bárbara y Oliver enamorados, apasionados y encantados. No me dijiste que eras multiorgásmica dice él, no lo sabía, acota ella. Se matrimonian y mientras él continúa arduamente sus estudios de derecho ella asume el rol de ama de casa postergando sus sueños. La felicidad se nota en el hogar y una navidad ella le regala un auto Morgan que atesorará con la mayor ilusión. Cuando él ya puede ejercer y las cosas van bien compran una casa que a los dos les fascina, la adornarán con sus gustos y será su nidito de amor donde criarán a sus dos hijos y a un gato y un perro.
Pero la crítica al sueño americano de felicidad y prosperidad se ha ido deslizando subterráneamente, esperando salir a la superficie, porque Oliver se ha vuelto un pedante nuevo rico, que descalifica a todos, incluyendo a su bella esposa que parece comenzar a cabrearse con cada comentario, con cada acción, con tener que soportarlo en su cama, en su vida y el estallido se da cuando Oliver es llevado a emergencias víctima de lo que supone es un infarto pero no, es una indigestión apenas, sin embargo Bárbara no llega al Hospital a verlo, de hecho llega tarde a casa cuando él ha regresado y con una mirada dura y convencida de lo que va decir le espeta a la cara que pensó mucho en su eventual muerte y que no hubo pena sino más bien alivio. Quiero el divorcio.
Y donde hubo amor y se pensaba que todo se podría se pudrió. Comienzan las rencillas y el rencor, las malinterpretaciones, el no ceder, la violencia verbal y física (que curiosamente va de mano femenina más que del hombre) y la inminente destrucción porque la casa de sus sueños se torna en el escenario de la peor pesadilla, una guerra sin cuartel que es retratada por De Vito con toda la mala leche pero con una ironía y sarcasmo que nos sorprende porque posiblemente más de uno pasó por un episodio similar y a lo mejor lo resolvió por las buenas, solo que aquí las cosas se van de las manos y las consecuencias son catastróficas. Y divertidísimas.
Humor negrísimo que no deja títere sin cabeza. Te amaré hasta que la muerte nos separe dijimos. Nunca pensamos que nosotros y nuestra estupidez nos llevarían a ella.
Título original: The War of the Roses.
Director: Danny De Vito.
Intérpretes: Michael Douglas, Kathleen Turner, Danny DeVito, Marianne Sägebrecht,G.D. Spradlin, Sean Astin, Peter Donat.
Trailer:
Escena:
Reseña escrita por Carlos Fernando Carrión Quezada
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