"El puente de Waterloo" es una gran pieza de cine basada en la obra de teatro homónima. Se trata de un relato estructurado como un intenso melodrama en base a las excelentes actuaciones de sus protagonistas, la colosal fotografía en B&N de Joseph Ruttenberg y el buen hacer de un director que sabe transmitir con sus magníficos planos y encuadres grandes emociones.
"Waterloo Bridge" de Mervyn LeRoy es una excelente versión que revisa el film que ya hiciera James Whale en 1931, el cual a su vez, fue una adaptación de una obra de teatro de 1930 del dramaturgo norteamericano Robert Emmet Sherwood.
Ambientada en la ciudad de Londres durante las dos grandes Guerras, toma como eje de referencia el emblemático Puente de Waterloo, curiosamente destruido durante la segunda Guerra mundial, para mostrar un complejo relato de verdadero amor entre dos personajes que se enfrentan a sus circunstancias para poder estar juntos.
La estructura narrativa que consiguió el equipo de guionistas: Behrman, Hans Ramaue, George Froeschel es magnífica. Utiliza como recurso inicial el flashback para proseguir con un relato lleno de elipsis bien empleadas que consiguen agilizar la trama, visualizar el paso del tiempo y de las dificultades que afrontan los protagonistas, resaltando los elementos clave para entender el cambio progresivo en el carácter de los personajes.
Para destapar el baúl de los recuerdos, el relato utiliza a modo de palabra mágica la mención del Puente de Waterloo. Es allí donde todo cobra sentido, donde todo empieza y donde todo termina, donde se fragua una historia y se cierra un círculo que atrapa una juventud perdida. Al atravesar el puente, un envejecido oficial británico, Roy Cronin, (Robert Taylor) que se dirige hacia el frente en 1939, decide detenerse y sujetar en su mano un pequeño amuleto.
Se abre así una gran flashback que nos remonta al mismo lugar varios años antes, también durante otra guerra, esta vez en 1917. El mismo sonido de alarmas y el mismo lugar. Por aquel entonces, el joven Roy Cronin iba corriendo por el Puente de Waterloo hacia un refugio cuando tropieza accidentalmente con la bella y jovencísima, Myra Lester (Vivien Leigh) que casi pierde su bolso y su amuleto de la suerte por el golpe.
El encuentro entre ambos se prolonga y se convierte en un flechazo a primera vista durante el bombardeo de la ciudad de Londres, mientras permanecen en el refugio. Él es un oficial que al día siguiente partirá hacia el frente y ella una jovencísima bailarina de ballet que vive dedicada a la férrea disciplina de su compañía de danza.
Ambos exponen su perspectiva de la Guerra. Él es un joven oficial, aventurero y romántico, optimista ante la vida. Ella es una joven frágil y temerosa. La postura que ofrecen ambos ante la vida es un fiel reflejo del ambiente donde ha transcurrido la primera parte de sus vidas. Mientras que él es un brillante oficial de una rica familia sureña, ella es huérfana, ha conocido las penurias desde su infancia y su ballet es lo único que la mantiene a salvo. Su historia de amor, pura y verdadera, se tropezará con las dificultades de una Guerra y de una sociedad que todavía vive anclada en antiguos prejuicios. Ambos jóvenes sufrirán experiencias dolorosas, ya sea en el frente luchando o en una retaguardia asediada por la miseria. Cada uno realizará un viaje personal que lo separará del otro pese a no desearlo.
El viraje de los caracteres está brillantemente representado por ambos actores y cuidadosamente retratado por su director, el cual con un gran cuidado artesanal sabe centrar el relato en las miradas y en los rostros de esta gran pareja de actores para lograr emocionar al espectador.
Vivien realiza un cambio colosal dentro de su personaje, su Myra del principio es inexperta, inocente y dulce, pero con los golpes de la vida se endurece, su mirada cambia y su rostro se oscurece.
Tan sólo vuelve a brillar con el espejismo de una vida que ella misma no se permite disfrutar por llevar la pesada carga de sus pecados. Por su parte, Robert Taylor, se mantiene casi todo el relato con el ímpetu y el encanto que le caracterizan.
El otro gran personaje de este relato, la fotografía, es pura delicia. El encuadre de los personajes y los juegos de luces son espectaculares, así como el retrato del puente sobre el que gira todo el relato.
Un melodrama perfectamente dirigido y ejecutado, convertido ya en todo un clásico del cine.
Título original: Waterloo Bridge.
Director: Mervyn LeRoy.
Intérpretes: Robert Taylor, Vivien Leigh, Lucile Watson, Virginia Field, Maria Ouspenskaya, C. Aubrey Smith.
Trailer:
B.S.O.:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
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