Ryonosuke Tsukue (Tatsuya
Nakadai) es un sanguinario samurai que recorre el Japón de los últimos días del
shogunat dejando un rastro de cadáveres a su paso. Durante un torneo de
esgrima mata a otro samurai de su misma escuela y huye con su esposa, convirtiéndose
luego en un mercenario. en medio de todo esto, el hermano del samurai muerto
ayudado por su maestro (Toshiro Mifune) le busca para cobrarse venganza.
La película está basada en la novela El paso del gran Buda de Kaizan Nakazato, que murió antes de poder acabarla.
El personaje de Ryonsuke se aleja de los tópicos de las películas de samurais de la época. Con él nos encontramos a alguien que anda muy lejos de ser un héroe (de hecho, se dice que Leone o Peckinpah se vieron influenciados para luego crear sus antihéroes), ya que es una persona atormentada e invadida por una crueldad sin límites. No necesita de ninguna justificación para matar, con lo cual, a lo largo del filme, el espectador vive en la incertidumbre de saber en que momento va a matar o no.
A lo largo de la trama, Kihacho Okamoto deja situaciones sin resolver, lo cual, a los espectadores occidentales nos puede parecer como una serie de lagunas en el guión, sin embargo, son deliberadas. Se utilizan como apoyo en la construcción de una atmósfera que nos va llevando a una especie de destino fatal que ha de desencadenar en una orgía de sangre, para terminar luego la película de golpe, con una imagen congelada que deja abierta la vía hacia una segunda parte que nunca se rodaría.
La película está basada en la novela El paso del gran Buda de Kaizan Nakazato, que murió antes de poder acabarla.
El personaje de Ryonsuke se aleja de los tópicos de las películas de samurais de la época. Con él nos encontramos a alguien que anda muy lejos de ser un héroe (de hecho, se dice que Leone o Peckinpah se vieron influenciados para luego crear sus antihéroes), ya que es una persona atormentada e invadida por una crueldad sin límites. No necesita de ninguna justificación para matar, con lo cual, a lo largo del filme, el espectador vive en la incertidumbre de saber en que momento va a matar o no.
A lo largo de la trama, Kihacho Okamoto deja situaciones sin resolver, lo cual, a los espectadores occidentales nos puede parecer como una serie de lagunas en el guión, sin embargo, son deliberadas. Se utilizan como apoyo en la construcción de una atmósfera que nos va llevando a una especie de destino fatal que ha de desencadenar en una orgía de sangre, para terminar luego la película de golpe, con una imagen congelada que deja abierta la vía hacia una segunda parte que nunca se rodaría.
Ryonosuke es un maestro de la llamada "técnica silenciosa", que consiste en dejar que sus adversarios se confíen y, en el momento adecuado, baja la guardia invitándoles a atacar y fulminar a su rival con un golpe certero. Sus movimientos son un reflejo del uso de la cámara que hace Okamoto y que sirven de guía a este hacia el siguiente encuadre en las escenas de acción.
Como aspecto destacable tenemos que durante las escenas de acción, el director nos viene a mostrar alrededor de cien formas diferentes de morir a manos de una espada. También es muy, muy de destacar la interpretación de Tatsuya Nakadai que dota a su personaje de gran credibilidad, transmitiendo esa personalidad fría y despiadada de su personaje. Con miradas que lo dicen todo, del tipo que podríamos ver más tarde en los personajes del Clint Eastwood que trabajó con Sergio Leone, por ejemplo.
Para muchos, no es la obra más destacable ni la más conocida de Kihacho Okamoto, como podrían serlo Kiru (1968), Akage (1969) o Samurai Assassin (1965), pero en cuanto a calidad, en mi modesta opinión, está a su altura e, incluso, puede superarlas.
La obra hace uso de unos planos estudiadísimos y de escenas muy inteligentes en las que su director de apoya en el sonido de los pasos o de la iluminación para crear una especie de poesía en torno a los cuerpos caídos. Además de no mostrar a los personajes de igual forma, ni siquiera durante las escenas de combate. Mientras que a Toshiro Mifune le dota de serenidad y casi hasta de armonía mientras lucha, a pesar de la violencia. Sin embargo, a Tatsuya Nakadai le dota de una crueldad y una rapidez que sería digna de un tsunami.
Frase para recordar: "Conoce el alma para conocer la espada. Un alma malvada es una espada malvada".
Título original: Dai-bosatsu tôge.
Director: Kihachi Okamoto.
Reparto: Tatsuya Nakadai, Yuzo Kayama, Michiyo Aratama, Toshirô Mifune, Toranosuke Shimada, Yôko Naito, Tadao Nakamaru, Ichirô Nakaya
Trailer:
B.S.O:
Reseña escrita por Juanma Falcón
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