En el año 3978 una nave espacial procedente de la Tierra, realiza un aterrizaje forzoso en un planeta desconocido. Los astronautas, al mando del coronel George Taylor (Charlton Heston) inspeccionan los alrededores y descubren que en este planeta los seres inteligentes y especie dominante son unos simios que comparten características físicas con los chimpancés (científicos), gorilas (militares) y orangutanes (religiosos y políticos) de la Tierra, pero que han desarrollado una civilización antropizada y militarizada, y que además hablan inglés. Los humanos de ese mundo, en cambio, tienen facultades sociales muy poco desarrolladas, son incapaces de hablar y son cazados en batidas militares y tratados como ganado por los simios dirigentes.
Durante 1968 dos obras de ciencia ficción darían carácter adulto y respetabilidad a un genero, hasta entonces asociado a cierto infantilismo y falta de madurez en sus diferentes propuestas. Una fue "2001. Una odisea en el espacio (1968)" de Stanley Kubrick, la otra "El planeta de los simios" de Franklin J. Schaffner. Si bien se trataba de dos títulos muy diferentes entre sí, había una serie de elementos que los conectaban. Uno de ellos era el tema de la evolución y las especulaciones acerca de la naturaleza del ser humano y lo que le deparaba el futuro; otro era la presencia de simios en su metraje, algo que a nivel técnico supuso también un importante paso adelante en el desarrollo de las técnicas de maquillaje a a cargo de Stuart Freeborn y John Chambers, respectivamente, aunque sólo el segundo fue reconocido con un Oscar (en aquel entonces no existía la categoría de Mejor Maquillaje y Chambers obtuvo un Premio Honorífico por su aportación a la industria cinematográfica). La impronta dejada por la película de Schaffner llegó a inspirar cuatro secuelas y dos series de televisión que se realizaron entre 1970 y 1976, además de un fracasado remake dirigido por Tim Burton en 2001.
"Tengan cuidado de la bestia humana, pues él es el instrumento del diablo. Sólo entre los primates de Dios mata por diversión, por codicia, o por avaricia. Sí, asesinará a su hermano para poseer la tierra de su hermano. No dejen que se reproduzca en grandes números pues convertirá en un desierto su hogar y el de Uds. Evítenlo. No lo dejen salir de su guarida en la selva pues él es presagio de la muerte".
Basada en la novela de Pierre Boulle "El planeta de los simios", curiosamente una obra de la que su autor no se sentía especialmente orgulloso y que difería notablemente con respecto a lo que posteriormente se vio en pantalla, sobre todo en lo referente al nivel de evolución de la sociedad simia que la protagonizaba. El libro llamó la atención del productor Arthur Jacobs, quien emprendió la ingente tarea de convencer a estrellas y directivos de los estudios de las posibilidades de esta adaptación. El estudio más proclive a llevar acabo la producción fue la 20th Century Fox, aunque aspectos como la efectividad del maquillaje (el estudio temía que los simios resultaran cómicos al espectador) o los costes de la producción (una de las razones por la que se cambió la ambientación de la historia localizándola en una sociedad de corte feudal y no futurista como en la novela original) fueron algunas de las reticencias que se plantearon a la viabilidad del proyecto.
La Fox veía en la película un producto de entretenimiento mientras que . Jacobs, el director, Franklin Shaffner, y los guionistas (el creador de "La dimensión desconocida", Rod Serling, en las primeras versiones del libreto, y Michael Wilson, quien una década antes ya había adaptado otra novela de Boulle, "El puente sobre el río Kwai") estaban más interesados en convertir la historia en una metáfora de los convulsos tiempos que vivía Estados Unidos en aquel momento. Aspectos como la corrupción del poder, la segregación racial, el fanatismo religioso, la violencia, el avance armamentístico o la guerra fueron tratados de manera elegante a través de la introducción nuestro héroe, Taylor, un astronauta desencantado con la humanidad de finales del siglo XX que había dejado atrás, en la quimérica estructura social creada para estos simios evolucionados.
"Letrados jueces: mi caso es simple. Se basa en nuestro primer artículo de la fe: que el Todopoderoso creó el simio en su propia imagen; que él le dio un alma y una mente; que él le aparte de las bestias de la selva y le hizo el señor del planeta. Estas verdades sagradas son evidentes. El estudio adecuado de simios es simios. Pero algunos cínicos jóvenes han optado por estudiar el hombre, científicos pervertidos que insisten sobre esa teoría insidiosa llamada ‘evolución’."
La nueva sociedad se presentaba distribuida en tres estratos significativos, los orangutanes como líderes políticos y religiosos, los gorilas como fuerza armada y los chimpancés como el sector intelectual, más abierto y crítico con los preceptos heredados del pasado (una de las curiosidades de la película más comentadas fue la preservación inconsciente de esta estructura incluso durante las pausas del rodaje, de manera que a la hora de comer los actores se agrupaban automáticamente de acuerdo al tipo de simio que interpretaban en pantalla). Los humanos, por otro lado, fueron presentados como seres primitivos sin inteligencia, ni capacidad de comunicación, cazados como bestias y esclavizados como si fueran animales de compañía o conejillos de indias para la experimentación por parte de los simios.
La historia presenta ante todo una confrontación dialéctica entre la obcecación del Dr. Zaius (Maurice Evans) en un papel en un principio pensado para Edward G. Robinson que tuvo que rechazar por problemas de salud, representante del poder establecido, enquistado e inconmovible, y la mirada ingenua y curiosa de la Dra. Zira (Kim Hunter) y Cornelius (Roddy McDowall), como la nueva generación que pone en duda las imposiciones de sus líderes y busca respuestas más allá de las creencias conservadoras de su comunidad. Taylor se convierte de esta manera en el eslabón perdido, esa pieza de información que para unos debe ser aislada y eliminada para poder preservar los dogmas sobre los que permanecido anclada la sociedad, y que para otros ha de ser estudiada y divulgada con el fin de alcanzar una mayor conocimiento sobre el pasado y la naturaleza de su especie. El rol tradicional de monos y hombres se intercambia de una manera irónica. De hecho, al cierre de la película, un científico describe a los humanos como una raza, en la que coexistían inteligencia y estupidez y cuyos integrantes estaban en guerra constante con los demás y consigo mismos.
"Sugerir que podemos aprender algo sobre la naturaleza del simio a partir del estudio del hombre es pura tontería. Porqué, el hombre es una molestia. Come su suministro de alimentos en el bosque y a continuación, migra a nuestros cinturones verdes y devasta nuestros cultivos. Cuanto más rápido sea exterminado, mejor. Es una cuestión de supervivencia simia". (Dr. Zaius a Zira)
La música experimental de Jerry Goldsmith es también una piedra angular en la generación de una sensación de angustia, intranquilidad y un particular extrañamiento, tanto emocional como cultural. La banda sonora se compone de sonidos que nos remiten a lo primitivo y atávico, contribuyendo a la formación de un paisaje sonoro que parece ancestral y futurista al mismo tiempo. Su estilo atonal, sus abruptos silencios, así como la utilización de cuernos de animales, percusiones e instrumentos de viento exóticos, nos permite conectarnos con un mundo desconocido y amenazante. Contribuye, por lo tanto, a vincularnos inmediatamente con lo natural y lo salvaje.
La estética del paisaje visual y sonoro, por tanto, nos permite enfrentarnos a una sociedad simia que, a la vez que "evolucionada", va remitiéndonos constantemente al pasado hipotético de la humanidad contemporánea. Los simios tienen una inteligencia desarrollada, lengua, religión, organización social y política propias. Una sociedad que manifiesta un desarrollo evolutivo alternativo al humano, con niveles de "primitivismo" y complejidad que se van superponiendo constantemente en la película.
No revelaré el final de este maravilloso film, un desenlace seco y fatídico donde los haya, y no lo haré, por si hay algún "ser humano" que no haya tenido la oportunidad de ver esta película, pero si querrí comentar que Rod Serling en su serie "The Twilight Zone" ya tenía como marca de la casa finales que cuestionaban todo lo que habías visto, pero en el caso que nos ocupa, se superó como nunca, ya que para nada es forzado y encaja perfectamente con todo el argumento desarrollado. Además el efecto inmediato es ponerte a analizar todas las implicaciones de la gran revelación, es un final que te deja desarmado, rodado además con maestría en un juego de zooms, planos y contraplanos en el que solo en el último momento somos testigos de lo que ha visto Taylor: Él ve primero la gran revelación, nosotros aún vamos a tener que esperar un momento para quedarnos con la boca abierta, sin duda uno de los mejores finales de la historia del cine.
"¡Malditos! ¡Dios los condene a todos al infierno!"
Título original: Planet of the Apes.
Director: Franklin
J. Schaffner.
Intérpretes: Charlton
Heston, Roddy
McDowall, Kim
Hunter, Maurice
Evans, James
Whitmore, James
Daly, Linda
Harrison.
Trailer:
Escena:
B.S.O.:
Reseña escrita por Ramón Abelló Miñano
Estupenda reseña de uno de mis filmes favoritos desde mi niñez. La presencia de Heston como el único humano racional corriendo en cueros en la jungla escapando de los gorilas a caballo es una de las escenas más impactantes del cine al igual que su final (que también me callo). Vinieron secuelas, una serie de tv y el remake de Burton que fue algo innombrable. La nueva trilogía, de las cuales vamos 2, respeta esa esencia del film de Shaffner, ya hasta vimos a los astronautas enviados al espacio y la evolución de César. Amé la ciencia ficción con esta película.
ResponderEliminarExcelente película de antaño.
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