Italia, 1924. Las elecciones son ganadas por el fascismo. Los sindicatos socialistas no eran capaces de organizar un frente antifascista. La huelga general convocada en 1922 por anarquistas y socialistas, contra la escalada fascista, terminará fracasando y favoreciendo, incluso, la imagen pública del fascismo que se ofreció de esquirol por los servicios públicos. Y pese a los esfuerzos de una coalición débil entre democristianos, socialistas y comunistas, la división interna del frente de izquierdas, de la que resultará la fundación del partido comunista en 1921, y la personalidad carismática de Mussolini, coadyuvaron a la vertiginosa ascensión del fascismo italiano, del partido de los fasci, colocando treinta y cinco diputados en el Parlamento. La agitación política y la inestabilidad gubernamental dieron a los fascistas la idea de una marcha sobre Roma, como medio de presión ante la Corona. El Gobierno redactaría un el estado de sitio, pero el rey Víctor Manuel III se negó a firmarlo. El 30 de octubre de 1922, Mussolini recibiría el encargo de formar gobierno. Las directrices que marcaron su dictadura fueron la violencia y el delirio de grandeza imperial.
Si en "El Proceso de Verona (1962)" de Carlo Lizanni se retrataba el golpe de Estado del rey Víctor Manuel III de Saboya del 25 de julio de 1943, que propició la caída de Mussolini, en "El delito Matteotti" se retrata la victoria del fascismo en las elecciones de 1924, y ambas películas comparten nombres propios y personajes protagonistas de ambos hechos históricos.
En ese año, 1924, el secretario general del partido socialista italiano, Giacomo Matteotti, atacó desde su escaño en el Parlamento la política del gobierno de las elecciones, que tachó de manipuladora e ilegítima. En un discurso vehemente y totalmente improvisado (¡cómo deberían aprender los políticos del panorama actual de la oratoria de aquellos políticos de principio del siglo XX!) Matteotti espetaba: -"La premisa elemental de toda elección libre es que todos los candidatos tengan la posibilidad de expresar únicamente sus intenciones. En Italia, en las pasadas elecciones del mes de abril, eso ha sido imposible. De cien de nuestros candidatos, sesenta no pudieron presentarse en sus respectivos distritos electorales, porque tienen miedo, tienen miedo". Al poco, el líder de la oposición sería asesinado por sus adversarios. De ahí, la conmoción y la crisis.
El delito Matteotti es una apasionante crónica histórica de la ascensión del fascismo y una certera radiografía de la Italia de los años veinte. El trabajo que realiza Florestano Vancini, otro director de izquierdas, como Lizzani, es muy cuidadoso, impone bastante rigor y es medido ideológicamente. Y no es fácil este ejercicio de honestidad en el film, puesto que este suceso histórico podía hacer caído en la más absoluta demagogia en manos de cualquier otro director menos riguroso. Vancini despoja la película de toda emotividad y sentimentalismo, y eso es bueno, pero también puede resultar en ocasiones algo fría. Y quizá fuere mejor así, puesto que el director apela más a la cabeza del espectador, que al corazón. Así, en palabras del propio director con ocasión del estreno de la película, afirmaba: "El fascismo nunca desapareció en Italia y en la actualidad está resurgiendo con gran fuerza. Los realizadores sentimos, en consecuencia, la necesidad de darlo a conocer a los jóvenes, que solo lo conocen a trechos y mal, y no de un modo global con sus causas, consecuencias y sus prolongaciones".
A tal fin, la presente cinta acaso sirva como punto de partida, pues narra un delito del fascismo muy significativo para la comprensión de lo que representó como fenómeno socio-político mundial; ya que este delito no va tan solo dirigido al “caso” que expone el film, sino que denota un atentado contra la libertad, política y humana.
Sin embargo, la fuerza crítica de la película de Florestano Vancini reside en buena parte no tanto en el discurso ideológico como en la perfección de las imágenes fílmicas. Desde las escenas de violencia congeladas hasta la atmósfera de la década de los años veinte, de las equívocas posturas políticas, al ambiente social de esos años, de las situaciones concretas, a la personalidad de los protagonistas. Y todo ello con vigorosas imágenes fotografiadas por Darío de Palma, pero también con mesura.
Giacomo Matteotti es encarnado por Franco Nero. Destaca el papel del Duce interpretado por Mario Adorf, en el que le impone rigurosidad, y eso que los gestos del Duce pueden ser grotescos. Y Vittorio de Sica representa a Del Giudice, un hombre incorruptible encargado de esclarecer el caso y que encontrará en la burocracia y en el gobierno, toda suerte de trabas y triquiñuelas legales para impedir que los hechos y sus autores salgan a la luz, con quemas de locales y ataques a obreros ante la indiferencia o complicidad de la policía y de la justicia, como se demuestra en una charla con un colega:
"-Ese Tancredi es un fascista.
- Y en tu opinión, ¿a quién tenía que haber designado, a un socialista tal vez? Ya sabes que es un fascista y no trata de ocultarlo.
-Pero es un funcionario del Poder Judicial, ¡es el Fiscal General de Roma!
-sí, pero saca a relucir la camisa negra siempre que puede en sus funciones…"
Título original: Il delitto Matteotti.
Director: Florestano
Vancini.
Intérpretes: Franco
Nero, Mario
Adorf, Ricardo
Cucciola, Damiano
Damiani, Vittorio
De Sica, Giulio
Girola, Manuela
Kustermann.
Escena:
Reseña escrita por Marilyn Rodríguez
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