Don Umberto Domenico Ferrari (Umberto D.) es un empleado de ministerio jubilado, que vive en una triste habitación de alquiler con la única compañía de su perro, Flike, y a quién su misera pensión ya no le alcanza para vivir. No tiene hijos ni familia alguna, su casera le amenaza con dejarlo en la calle si ni paga lo que debe, tiene que acudir a los comedores sociales, sus amigos le dan la espalada... Desesperado, Umberto, se esfuerza por mantener su dignidad mientras lucha por subsistir en una ciudad donde la generosidad humana parece haber perdido terreno frente a la modernización, intenta vender su reloj, sus queridos libros, lo poco que le queda... Sólo tiene el consuelo del afecto sincero de María, la joven criada de la pensión, y de su pequeño perro. Pero las cosas se ponen cada vez peor: el desalojo de su casera lo postra en el abatimiento más profundo y don Umberto se plantea una salida definitiva a sus problemas.
"El neorrealismo no es nada, tan sólo una idea, un punto de vista, una actitud moral" (Cesare Zavattini).
El legendario Vittorio de Sica realizó esta joya cinematográfica basándose en el maravilloso guión escrito por su colaborador habitual, Cesare Zavattini, siendo esta la tercera y ultima película de la trilogía Neorrealista por excelencia , la que conforma junto a las también maravillosas "Ladrón de Bicicletas (1948)" y "Milagro en Milán (1951)" también considerada por la critica la película que cerraría esta corriente cinematográfica y la que considero mi favorita de las tres. De Sica plantea el tema de la crisis que afecta a una sociedad que no es capaz de ayudar ni mostrar el más mínimo interés en un anciano que no tiene casi para vivir. La insolidaridad y la deshumanización son temas claves en la obra. La verosimilitud del filme, su realismo, recae exactamente en la simpleza del relato, en su cotidianeidad. No hay necesidad de enredar la historia, de hacerla compleja e innovadora. ¿Por qué no observar la que pudiera ser la vida de una persona de nuestro ciudad?...así lo hace De Sica mostrándonos la impotencia de un hombrecillo ante una sociedad en la que ya estorba, y la desesperación en la que va cayendo, y que hace que la tristeza que produce nos vaya invadiendo hasta sumergirnos en la desazón del protagonista.
No le importa a De Sica, ni a los autores del neorrealismo, emplear metraje en aspectos cotidianos y rutinarios. Sin duda alguna es un claro ejemplo de esta corriente cinematográfica si atendemos a esas lugares comunes que lo caracterizan, como las condiciones precarias, la no contratación de actores profesionales o la abundancia de exteriores. La simple idea de un hombre que no llega a fin de mes pero que se niega a pedir limosna es sencilla. No lucha por cambiar nada, sólo por sobrevivir.
El cine Neorrealista italiano se caracterizó por ser lo que hoy llamamos un cine de denuncia, pero no de protesta. Mostraba con nitidez fotográfica las estampas dolorosas que se vivieron en esos tiempos. El neorrealismo pintó, aunque con una inmejorable paleta de blancos y negros, la depresión social que invadió todos los ámbitos en los años de la posguerra. Ello gracias a fotógrafos de la talla de Carlo Montuori y Aldo Graziati. Es un cine triste, melancólico, que reseña la terrible depresión económica al cabo de una guerra feroz, que dejó a todo un pueblo sumergido en la pobreza y la desesperanza.
Umberto, interpretado excelentemente por Carlo Battisti, quien en la vida real no era actor sino un Profesor de Filosofía de setenta años edad (en su único papel en el cine) transmite al personaje toda la angustia, la depresión y el desamparo en que lo había abandonado esa sociedad. No obstante su desgracia, son de destacar los principios morales y éticos que posee y que no abandona a pesar de estar "tocando fondo". Basta ver su forma de vestir que denota su señorío, aunque sus ropas estén ya viejas y gastadas. Su pensamiento honesto le impide caer en alguna acción criticable para paliar sus necesidades más elementales. Es el fiel reflejo de una clase de jubilados que trabajaron fervientemente durante muchos años y que ahora la sociedad resquebrajada los abandona a su suerte. Dicen que Vittorio de Sica se inspiró en el infortunio de su padre, también jubilado, que debió enfrentarse impotente ante esa nefasta situación.
Con una puesta en escena austera, simple y transparente, en un estilo similar a su gran "Ladrón de bicicletas", su director insiste con una historia que nos hace reflexionar. De la simple búsqueda de como satisfacer las necesidades humanas básicas (techo, alimento, compañía) resulta una de las películas más desgarradoras del Neorrealismo, sofocando a su protagonista y poniéndolo en una calle sin salida que lo hará tomar le peor decisión posible.
Una Obra Maestra de un maestro, Umberto D es puro Neorrealismo vestido de melodrama lírico y tocado por elevadas dosis de poesía cotidiana, con la sencillez de las grandes obras una de las mejores, más profundas y conmovedoras películas jamás rodadas sobre la vejez, junto a "Vivir (1952)" de Kurosawa (rodada el mismo año), "Cuentos de Tokio (1953)" de Ozu y "Fresas salvajes (1957)" de Bergman y sin duda a la altura de estas.
Director: Vittorio
De Sica.
Intérpretes: Carlo
Battisti, Maria
Pia Casilio, Lina
Gennari, Memmo
Carotenuto, Alberto
Albani Barbieri.
Trailer:
Escena:
Reseña escrita por Ramón Abelló Miñano
1 opiniones :
Es una película atemporal, pues la miserias que describe en esos años de postguerra se pueden encontrar hoy en día.
Cada vez que la veo, lloro. Ese hombre tan digno buscándose la vida tan mayor, y con un amor tan grande por su perro...
Estupenda reseña, me ha gustado mucho, felicidades.
Saludos.
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