Metropia es un filme de animación
que nos lleva a una Europa no tan lejana, espantosa, donde el mundo se ha
quedado sin petróleo y una red de metro subterránea ha sido conectada creando
acceso al trasfondo del bajo el suelo europeo.
El poder y el capital hacen
difícil tener ideas propias, el Leitmotiv de Metropia es la complejidad de
llegar a pensar por un mismo, en cualquier mundo que nos planteásemos, en el
inmediato o en uno propio y paralelo que creásemos en nuestra mente.
Las
relaciones sociales entre los personajes resultan muy interesantes, en
interacciones personales y con el medio, todo viene a ser un: si nos dejaran viviríamos tranquilos, envuelto en una atmósfera de misterio enterrado en el subsuelo que se filtra para salir de manera entrecortada y a veces se dispara a
borbotones.
Esta película, parte de la novela
de Orwell titulada "1984", que fue escrita entre el 1947 y 1948, dándonos a
conocer el mundo de la fantasía aplicado en la vida cotidiana, una mezcla
sincera entre claustrofobia y agorafobia, entre tenebrismo y
"conspiranoia". Inyectando conceptos omnipresentes como el ojo que
todo lo vigila, la tortura psicológica, en su recorrido, el argumento surge en
ocasiones disperso por beber de muchas fuentes que abordan diferentes
matices en este género de ficción, pero sí, se muestra firme en cambio, en su
tonalidad sombría, nubes eternas, grises que se multiplican sobre Europa cayendo como plomo, tan fuerte, como cae el peso de la realidad.
Los interiores
en sepia muestran luces tenues y los exteriores un azul grisáceo intenso casi
alienígena. En ella encontraremos el uso de una técnica en la que fotografías
reales han sido modificadas y altamente estilizadas mediante el uso de la
informática para posteriormente ser animadas de manera innovadora. Bajo la
dirección de Tarik Saleh, que guioniza junto a Fredrik Edin, Stig Larsson y
co-producida por Atmo Media Network, conocemos una estética y estilo visual inspirados en obras similares a las de Terry Gilliam, Roy Andersson y Yuriy
Norshteyn entre otros, mostrando reminiscencias soviéticas y raíces de la
época Revolución Industrial.
Su ritmo se percibe intermitente,
resulta interesante la iniciativa pero quizás no mantiene mayor acción y
tensión de manera lineal. La vivacidad la aportan sus personajes inspirados en
gente de a pie y el entramado de escenarios, calles y estructuras reales,
dotándola de una autenticidad especial. Posterior al storyboard, el fotógrafo
Sesse Lind viajó y tomó fotografías de lugares claves para el desarrollo de la
cinta, Estocolmo, Berlín, París y Copenhague, el paso siguiente fue editar las
fotografías en Photoshop, la animación final, tras todo un complejo proceso de
realización duraría unos dos años más. Mediante una animación refinada y
peculiar nos adentraremos en un futuro que se palpa demasiado inmediato, pues
en este presente, ya se dan sensaciones similares a las que se experimenta el
protagonista en las grandes urbes. Una buena opción en animación distópica.
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