Basada en la serie de crímenes
reales cometidos durante dos años en el sur de Boston, El estrangulador de Boston (Richard Fleischer, 1968) es una
producción FOX que aportaba su propia visión de análisis de la psique humana en
versión thriller de investigación, con
claros ecos de cine de serialkiller y
del policiaco setentero que estaba por venir. Influenciada claramente en la
obra más comercialmente recordada de Alfred
Hitchcock: Psicosis (1960), El
estrangulador de Boston sustenta sus virtudes en dos partes claramente
diferenciadas de aproximadamente una hora de duración que finalmente componen
el puzle analítico de 120 minutos.
En su primera parte, Fleischer hace un uso
realmente sensacional de la pantalla dividida y la fragmentación de imágenes,
creando un halo de terrible realidad en los asesinatos, a los que el espectador
acaba llegando siempre tarde, al mismo tiempo que la policía, encabezada por el
detective Phil DiNatale, al que da
vida uno de los más grandes actores de carácter del cine en color; George Kennedy. En su primer
tercio, asistimos al análisis del modus
operandis policial, a la implantación de una rutina que lleva al cuerpo de
seguridad de Boston a las calles, donde tomaran declaración, buscaran a
sospechosos habituales, realizaran pequeños sobornos a prostitutas en busca de
clientes variopintos, rastrearan las fichas de pervertidos y visitaran en general
lo que ellos llaman los bajos fondos. Mientras, los crímenes se siguen
cometiendo, todo mujeres, las entradas a
sus casas nunca son forzadas, nadie parece estar a salvo, no hay discriminación
social. El pánico empieza a invadir las televisiones, los periodistas quieren
saber, y en mitad de toda esa convulsión se crea una división especial que se
dedicara por entero al caso del "Estrangulador" dirigida por John S. Bottomly (Henry Fonda).
Es pasada su primera hora cuando hace acto de
aparición en una escena que sin mostrar ningún tipo de horror gratuito posee
una fuerza visual sobrecogedora el personaje de DeSalvo, un sencillamente
descomunal monigote al que da vida un tremebundo Tony Curtis. A partir de dicho instante la narración se va
dividiendo argumentalmente en dos, por un lado las pesquisas que tienen como
protagonista al escuadrón de Bottomly/DiNatale, quien acaba recurriendo a una
especie de adivino que moja sus averiguaciones en abundante alcohol, y por el
otro el día a día de DeSalvo, quien padece, sin saberlo de doble personalidad,
mientras vive su vida rutinaria de hombre corriente y padre de familia,
observando como toda la nación en su televisor el asesinato de J.F. Kennedy, su "otro yo", en el mismo cuerpo, se apodera del control para llevar a cabo
asaltos al hogar de mujeres solitarias.
El
estrangulador de Boston, es hoy día un largometraje, que trucos
visuales aparte, mantiene una terrible patina de realidad en sus
interpretaciones y en la forma en que sin ningún tipo de sensacionalismo
afronta la mirada al psychokiller. Uno de sus grandes aciertos es
sin duda la dirección de Fleischer, que en primera instancia puede parecer
altamente efectista, el permanente uso de la imagen dividida se mantiene como
digo durante una hora, mucho más del uso que otros cineastas como el ya citado
Hitchcock o Brian De Palma
llevaron a cabo, ojo a las claras similitudes entre El estrangulador de Boston
y sobre todo Hermanas (1973) y En el nombre de Caín (1992), sin duda dos
obras muy personales por parte del reconocido director de Atrapado por su pasado (1993). Uno va comprendiendo a medida que se
sumerge en los hechos que la fragmentación de puntos de vista en pantalla era
el mejor medio para mantener al espectador atento antes de sobrecogerle con la
aparición del hombre que da título al film.
En su tercio decisivo, que abarca
la segunda hora, entraremos de lleno en un duelo cara a cara entre "llamémoslo" el bien y el mal, escenificado en un face-to-face
permanente entre Fonda y Curtis. El primero un obcecado hombre de leyes que no
parara hasta averiguar si realmente DeSalvo es el estrangulador y obtener las
pruebas de ello, aunque para su fin, deba de renunciar a usarlas en un juicio.
Y el segundo, un hombrecillo corriente, quien ignora de forma terrorífica el
porque está encerrado en el ala psiquiátrica del Hospital de Boston; atención a
las miradas perdidas, y las suplicas por ser escuchado de DeSalvo, mientras una
y otra vez le obligan a hacer memoria de donde y con quien estaba el día de los
asesinatos. Decía que estamos ante una especie de duelo BienVsMal, porque los métodos de Fonda claramente se vendrían a
englobar en esa tan manida expresión; el fin justifica los medios, cuando
desoyendo a los doctores y haciendo un trato con el abogado de DeSalvo sigue
presionando al sospechoso aún con la advertencia de que este, ignorante de su
estado puede perder por siempre poder sobre su mente y entrar en un estado
catatónico, en el cual yacen ya una buena cantidad de pacientes en ese mismo
centro.
Pocas películas pueden lograr
un impacto mayor, sin mostrar en pantalla apenas violencia, imágenes
truculentas o escenas de gratuita sobreactuación, y de esas pocas, El
estrangulador de Boston es una de ellas. Además de retratar a la perfección la
convulsa época en donde se encontraban los EEUU, mediados y finales de los 70,
con el NAM, el asesinato de Kennedy, la libertad sexual en plena ebullición, su
cisma político, su indefinición y ruptura más marcada como nación, El
estrangulador de Boston, sirve, además de cómo vehículo ejemplar de género,
como cinta protesta contra todo un País, que vivía tiempos de incomprensión
pocas veces conocidos en la era moderna. Es sin duda ejemplarizante, y valiente
la visión de Fleischer sobre la parte de la ciudadanía más vulnerable en
aquellos momentos, los que se alejaban del ideal de familia americana, hombres
solitarios, homosexuales, lesbianas, prófugos del clérigo. Mientras, el film,
presenta a su eje central, y al personaje que da título al film, como un
dedicado trabajador y cariñoso padre de familia, dando como resultado un
autentico puñetazo al way of life
americano. Para el recuerdo, dentro de
las más altas cotas de grandeza quedan sus veinte minutos finales, donde
entraremos de lleno en la mente de DeSalvo literalmente, un laberinto de
recuerdos falsamente creados, y de dobles realidades, que mezclados con una
magistrales flashbacks interactivos a donde son llevados tanto DeSalvo como
Bottomly en un recurso visionario y monumental de Fleischer luego copiado por Stephen Hopkins en Bajo sospecha (2000) para terminar con una terrorífica secuencia apenas
sin cortes, donde DeSalvo, ya plenamente consciente de sí mismo, llora en plano
sostenido delante nuestra, para luego hallar por fin su reverso tenebroso.
Simple y llanamente impresionante labor de Tony Curtis, quien caracterizado
como una especie de muñeco de cera, logra una de las interpretaciones más
espeluznantes de la historia del cine.
Título original: The Boston strangler.
Director: Richard Fleischer.
Trailer:
Escena:
1 opiniones :
EStoy de acuerdo en general con lo dicho en esta reseña y, en concreto, me parece muy acertada la valoración de la actuación de Curtis. No me explico cómo no le dieron algún premio importante por esta película.
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