Se trata de un drama histórico, basado en la obra teatral de Jean Anouilh, perfectamente ambientada y adaptada para la gran pantalla gracias al guión de Edward Anhalt y la dirección de Peter Glenville. Un relato histórico enmarcado en la Inglaterra del siglo XII, durante el reinado de Henry II de Plantagenet.
Dos amigos, Henry y Thomas mantienen una vida disipada, mundana y libertina. Enrique II de Inglaterra, tiene como principal consultor, amigo y confidente a Thomas Becket. Para intentar obtener beneficios económicos y doblegar a la Iglesia, con el gran poder que representaba en esa época, elabora una jugada política que termina volviéndose en su contra. Y es que las personas siempre son más complejas que unas simples figuras en un tablero de ajedrez.
Este relato histórico nos conduce por un periodo importante de confrontación Iglesia/Estado en Inglaterra que finalizará con la elaboración de la Constitución de Clarendon en 1164 por parte del rey, el cual mediante una reforma del sistema judicial reduce sustancialmente los privilegios de la Iglesia. Además de las diferentes intrigas políticas para conseguir o mantener el poder y los privilegios entre dos grandes Instituciones, este relato representa a través de sus dos personajes principales las contradicciones y la soterrada confrontación existente en un país de Sajones gobernado por Normandos. Una doble confrontación representada mediante dos grandes personajes históricos, mostrando e interpretando los motivos que llegaron a enfrentarlos tan ferozmente.
Dos amigos, Henry y Thomas mantienen una vida disipada, mundana y libertina. Enrique II de Inglaterra, tiene como principal consultor, amigo y confidente a Thomas Becket. Para intentar obtener beneficios económicos y doblegar a la Iglesia, con el gran poder que representaba en esa época, elabora una jugada política que termina volviéndose en su contra. Y es que las personas siempre son más complejas que unas simples figuras en un tablero de ajedrez.
Este relato histórico nos conduce por un periodo importante de confrontación Iglesia/Estado en Inglaterra que finalizará con la elaboración de la Constitución de Clarendon en 1164 por parte del rey, el cual mediante una reforma del sistema judicial reduce sustancialmente los privilegios de la Iglesia. Además de las diferentes intrigas políticas para conseguir o mantener el poder y los privilegios entre dos grandes Instituciones, este relato representa a través de sus dos personajes principales las contradicciones y la soterrada confrontación existente en un país de Sajones gobernado por Normandos. Una doble confrontación representada mediante dos grandes personajes históricos, mostrando e interpretando los motivos que llegaron a enfrentarlos tan ferozmente.
Tanto la obra de Anouilh como este film, intentan profundizar en las contradicciones internas de los dos personajes enfrentados, representantes cada uno del poder de la Iglesia y del poder del reino. Durante el relato cinematográfico se destaca esa búsqueda interior de Becket, hombre culto e inteligente, de vida disipada y lujuriosa pero vacía, que no encuentra el sentido a la palabra honor y que sirve a su rey Normando, aun siendo un vasallo Sajón, "por propia comodidad y supervivencia". De tal forma que los diálogos, las actitudes y la maravillosa interpretación de Richard Burton, dejan un espacio para la reflexión sobre el cambio de vida radical de este hombre e intentan analizar las verdaderas razones de sus acciones posteriores.
La película está perfectamente ambientada, con una excelente dirección artística y gran vestuario. La puesta en escena es espectacular y la gran fotografía de Geoffrey Unsworth resulta imprescindible tanto para dar énfasis a los discursos de los personajes como para encuadrar sus movimientos fluidos a través de grandes espacios cerrados como Los castillos o la misma Catedral de Canterbury y grandiosos en espacios abiertos, como la escena de la playa donde ambos protagonistas van a caballo.
La película está perfectamente ambientada, con una excelente dirección artística y gran vestuario. La puesta en escena es espectacular y la gran fotografía de Geoffrey Unsworth resulta imprescindible tanto para dar énfasis a los discursos de los personajes como para encuadrar sus movimientos fluidos a través de grandes espacios cerrados como Los castillos o la misma Catedral de Canterbury y grandiosos en espacios abiertos, como la escena de la playa donde ambos protagonistas van a caballo.
Mediante esta brillante adaptación de una gran obra teatral asistimos a todo un lujo de magníficos diálogos, la mayor parte de ellos sin desperdicio alguno de palabras ni de ideas.
Todo el guión está repleto de fuerza, humor, ironía, inteligencia y profundas reflexiones. Mediante las acciones, conversaciones y pensamientos en voz alta de nuestros personajes se nos muestran las grandes pasiones que mueven al ser humano: la riqueza, el poder, la envidia, la violencia, y especialmente el vacío y la búsqueda por llenar una existencia en la persona de Thomas Becket, un acomodado sajón al servicio del rey que no conoce el significado de la palabra “ Honor” ni su valor hasta que se dedica a defender lo que él mismo denomina "el honor de Dios".
Sin embargo, esta gran adaptación de una obra teatral no alcanzaría la gran intensidad y profundidad que quiso darle su autor sino fuera por la colosal interpretación del dúo de protagonistas: Peter O’Toole y Richard Burton. Dos monstruos en pantalla, cada uno con un estilo diferente que nos hacen transportarnos de un modo nítido a la vida que pudieron llevar aquellos dos hombres, casi podemos sentir cómo pensaban y cómo se debatían sus grandes batallas internas, simplemente con sus gestos, sus miradas o sus silencios. El relato de ficción se toma unas cuantas licencias poéticas para ensalzar la trama, mantener el ritmo y conseguir que la dirección de Peter Glenville nos transforme un probable aburrido relato de historia en toda una montaña rusa de intensas emociones.
Sin embargo, esta gran adaptación de una obra teatral no alcanzaría la gran intensidad y profundidad que quiso darle su autor sino fuera por la colosal interpretación del dúo de protagonistas: Peter O’Toole y Richard Burton. Dos monstruos en pantalla, cada uno con un estilo diferente que nos hacen transportarnos de un modo nítido a la vida que pudieron llevar aquellos dos hombres, casi podemos sentir cómo pensaban y cómo se debatían sus grandes batallas internas, simplemente con sus gestos, sus miradas o sus silencios. El relato de ficción se toma unas cuantas licencias poéticas para ensalzar la trama, mantener el ritmo y conseguir que la dirección de Peter Glenville nos transforme un probable aburrido relato de historia en toda una montaña rusa de intensas emociones.
Lo que en realidad nos cuenta la historia sobre la figura de Becket: Tomás Becket, nacido en Londres en 1117, después de estudiar sucesivamente en las universidades de Oxford, París y Bolonia, se liga a la familia de Teobaldo, arzobispo de Canterbury hasta llegar a desarrollar las funciones de arcediano y después preboste de Beverley. El rey Enrique II, llega a hacerlo su favorito y amigo, hasta el grado de darle el cargo de canciller de Inglaterra. Según su secretario, Fitz Stephen, su casa era un verdadero palacio, se veía brillar el oro sin escrúpulo. Era Becket de carácter refinado y agudo ingenio, compartiendo con el rey su afición por las mujeres. Para Enrique II -Plantagenet- fue su aliado más útil, especialmente para obtener impuestos y subordinar la Iglesia a la Corona, hasta el momento en que el rey, que pretende tener dentro de la Iglesia un fiel súbdito a la muerte del arzobispo Teobaldo, coloca a Becket en la posición privilegiada de arzobispo primado de Canterbury, el 6 de junio de 1162. La finalidad del Rey era aunar corona e Iglesia, pero Becket consiguió no solo modificar el astuto plan real, también una enemistad y un enfrentamiento contra su Rey y mentor que alcanzó extremas consecuencias. La vida de Becket cambió radicalmente. Donó todas sus riquezas a los pobres y olvidó su vida superficial para dedicarse a defender los derechos eclesiásticos. El rey recibió la inesperada oposición de Becket a su Constitución de Clarendon en 1164 como un enfrentamiento abierto entre la Iglesia y el poder real. Acusado falsamente Becket huye y se refugia en Francia. Consigue firmar una tregua con su antiguo amigo y vuelve a Inglaterra el 1º de diciembre de 1170.
Desde el lugar de su desembarco hasta su llegada a Canterbury fue escoltado por un gran número de gente del pueblo armada de broqueles y lanzas. Mantuvo sus firmes convicciones de excomulgar a algunos lores Normandos, defendiendo a la Iglesia, encontrando en salvar el honor de Dios su meta y con el apoyo del pueblo Sajón que ya lo consideraba un héroe, terminó por ser asesinado por un grupo de nobles supuestamente leales al rey.
Las repercusiones políticas de aquel acontecimiento fueron incalculables; se le declaró mártir y se le atribuían milagros. Finalmente se decidió su canonización y se le declaró Santo Patrón de Inglaterra; le fue designado un lugar en el calendario: el 29 de diciembre -Santo Tomás Obispo- día en que recibió la muerte a manos de los barones. Fue entonces cuando Enrique II, sin poder ya luchar contra esa figura hecha símbolo, modificó las Constituciones de Clarendon -en 1776- y convino en que en ningún caso el clero debería ser juzgado por los tribunales temporales, excepto por los delitos de caza.
Las repercusiones políticas de aquel acontecimiento fueron incalculables; se le declaró mártir y se le atribuían milagros. Finalmente se decidió su canonización y se le declaró Santo Patrón de Inglaterra; le fue designado un lugar en el calendario: el 29 de diciembre -Santo Tomás Obispo- día en que recibió la muerte a manos de los barones. Fue entonces cuando Enrique II, sin poder ya luchar contra esa figura hecha símbolo, modificó las Constituciones de Clarendon -en 1776- y convino en que en ningún caso el clero debería ser juzgado por los tribunales temporales, excepto por los delitos de caza.
Es un muy buena adaptación de la obra de teatro, que respeta el texto y cómo señala la reseña la tensión del poder, lo que trasforma a los hombres no importa la época o el contexto, cómo aplicamos justicia en nuestras relaciones, en relación a nuestro interés individual versus lo colectivo eso se refleja muy bien.
ResponderEliminarY es un cine que ya no se hace, no existe en el siglo XXI .
Extraordinaria obra, insuperable
ResponderEliminarJamás habrá una obra que la iguale..