Naomi Kawase, realizadora japonesa con una extensa y galardonada filmografía tanto en el género documental como en la ficción, es sin duda una de las directoras más reconocidas por la crítica a nivel mundial. Aquí en España, por desgracia, hasta el año pasado solo se había estrenado "El bosque del luto (2007)". En el 2015 tuvimos el placer de poder contemplar no una, sino dos películas suyas, sus últimos trabajos: "Aguas tranquilas (2014)" y "Una pastelería en Tokio (2015)", estrenadas en abril y noviembre respectivamente. En su especialísima filmografía siempre aparecen temas que son denominador común en su cine, nos habla con especial sensibilidad de la vida y la muerte como un todo, del aprendizaje emocional y de la aceptación de uno mismo en estrecha armonía con la naturaleza.
Fiel a su filosofía de filmar en lugares íntimamente vinculados a sus orígenes, la directora nipona tardó seis largos años en poder completar uno de sus proyectos más ambiciosos, "Aguas tranquilas". Kawase abandona su Nara natal (decorado natural de todos sus trabajos hasta este film) para filmar en la isla de Amami-Oshima, tierra de sus ancestros.
Fiel a su filosofía de filmar en lugares íntimamente vinculados a sus orígenes, la directora nipona tardó seis largos años en poder completar uno de sus proyectos más ambiciosos, "Aguas tranquilas". Kawase abandona su Nara natal (decorado natural de todos sus trabajos hasta este film) para filmar en la isla de Amami-Oshima, tierra de sus ancestros.
Con un ritmo pausado, dejando la mayor parte de protagonismo a la fuerza de las imágenes por medio de un desbordante lirismo y una silenciosa elocuencia nos describe un mundo pequeño marcado por las tradiciones y las creencias ancestrales, inevitablemente impregnadas de espiritualidad. Mimetizándose con el lenguaje del paisaje, con los elementos meteorológicos de una naturaleza hermosa y furibunda aparece una de las historias de amor juvenil más intensas y poliédricas del cine internacional de los últimos años, el romance entre Kaito y Kyoko que surge de la tragedia de la muerte uniendo sus destinos y despertando sus sentimientos. Un romance que a manos de otro director podría desembocar en un empalagoso pastel de hormonas juveniles en pleno desarrollo, sin embargo Kawase lo hace a través de un apasionante juego de contrarios contemplando el anverso desde el reverso y viceversa, la juventud desde la vejez y viceversa, la vida desde la muerte y viceversa; la felicidad a través del sufrimiento, y la calma desde la tempestad.
Como nota curiosa decir que la propia directora perdió a su madre adoptiva poco antes de empezar con esta película, cosa que se ve reflejada a la perfección en una escena inolvidable del film, cuando la madre de Kyoko va perdiendo su vida poco a poco con una tranquilidad y una entereza qué más quisiera yo cuando me llegue ese momento. Una muerte dulce, poética, un prodigio de sensibilidad, puesta en escena, delicadeza, calidez y amor. Emocionante y arrebatadora desde que da inicio hasta que concluye. Aunque ha decir verdad tiene unas cuantas de una belleza absoluta como la de la furia del tifón (que es de verdad) me imagino al equipo técnico rodando ahí…o la entrañable con el anciano cuando dice eso de "Los jóvenes nunca deben ser cobardes. Lo que quieran hacer, háganlo. Lo que quieran decir, díganlo. Cuando quieran llorar, lloren."
Si os gusta el tempo pausado y contemplativo a través de un tipo de cine místico y envolvente, esta es vuestra película. Si vuestro cine preferido es ese donde en cada escena arden siete coches y se estrellan varios helicópteros, huid de este film. Bueno también puede haber un tercer tipo de personas a la que le gusten ambas cosas,
Si os gusta el tempo pausado y contemplativo a través de un tipo de cine místico y envolvente, esta es vuestra película. Si vuestro cine preferido es ese donde en cada escena arden siete coches y se estrellan varios helicópteros, huid de este film. Bueno también puede haber un tercer tipo de personas a la que le gusten ambas cosas,
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