Este film monumental resume el período de la Revolución Francesa, con sus hitos más significativos, y teniendo como hilo conductor la figura de Napoleón, a modo de biografía novelada; al tiempo que presenta al general Bonaparte como verdadero salvador del caos en que estaba sumido el país y la misma Europa, no solo de aquél entonces, sino de los años veinte en que fue realizada la película. De ahí que de su visionado tenga una lectura nacionalista e incluso algo neofascista, muy propia del contexto de la época y de la misma ideología de su autor, que admira e idealiza al personaje. Así el propio Abel Gance manifestaba: -"Una gran película es como un puente de sueños tendido desde una época hasta otra."
Entre todas las versiones existentes de esta película, verdaderamente magnífica, la mejor es sin duda la versión de cinco horas de duración de recreó amorosamente por el historiador británico Kevin Bronwnlow en 1981, con la ayuda posterior de Bambi Ballard, cuya copia restaurada sería finalmente distribuida por el director Francis Ford Coppola. Es tanto el material que se ha destruido o se ha perdido que todavía no está completa y, por desgracia, es probable que jamás llegue a estarlo, pero lo que nos queda es asombroso.
La visión que presenta Abel Gance, destacado realizador de la vanguardia impresionista francesa, del emperador corso, es la de un superhombre del destino quizás no atraiga a todos, y menos que nadie a los historiadores, pero el relato de su biografía, desde su infancia hasta su llegada a Italia, en 1796, es magistral. Gance, que tenía treinta y ocho años de edad cuando la rodó, de 1925 a 1927, aprovechó todas las técnicas de pantalla que existían: desde la cámara manual, o a lomos de un caballo a galope, hasta el objetivo gran angular; desde las coloraciones y las superposiciones, hasta un efecto nuevo, por entonces, de pantalla triple, las cual ya utilizó en la magistral "J’accuse (1919)", un filme netamente pacifista que partía de la obra literaria de Emile Zola, por el que se dio a conocer, utilizándola para las últimas escenas culminantes, a modo de tríptico, con yuxtaposición de imágenes en acciones simultáneas y trávellins aéreos; así, amplió las fronteras de la cinematografía.
El plan primitivo de Gance era realizar seis películas, con una duración total de nueve horas, que cubrieran toda la vida de Bonaparte, pero se gastó todo su presupuesto, y mucho más, en la primera película. Es lamentable que no completara el proyecto; por otra parte, la película que realizó es una pieza única. Posee una elegancia, vigor e imágenes visuales que pocas veces se han igualado. Posee escenas antológicas, como las del Ejército napoleónico atravesando los Alpes, por ejemplo, otras llenas de barroquismo y, otras cargadas de simbología crítica.
La partitura original de acompañamiento a la proyección era de Arthur Honneger. La partitura de la versión de Brownlow fue compuesta por Carl Davis e interpretada por la Orquesta Sinfónica de París. Cuando Gance estaba terminando Napoleón, la Warner Brothers rodaba la primera película sonora, "El cantor de jazz (1927)".
Abel Gance, guionista y actor en su juventud, vio cómo su obra fue tachada de grandilocuente y endeble desde el punto de vista histórico-psicológico; un estrepitoso fracaso. Él era consciente de que estaba creando algo grande y así se lo comunicó a sus actores y técnicos al finalizar el rodaje: "Va a permitiros entrar en el templo de las artes por la gigantesca puerta de la historia". Si hay alguien todavía que dude de que el cine es un arte, es que no ha visto Napoleón, donde el director galo compone un impresionante fresco lírico sobre la base de la epopeya de Bonaparte, interpretado espléndidamente por Albert Dieudonné y que ha devenido todo un clásico y un referente del cine silente.
Director: Abel Gance.
Intérpretes: Albert
Dieudonné, Gina
Manès, Edmond
Van Daele, Alexandre
Koubitsky, Acho
Chakatouny, Antonin
Artaud,
Trailer:
B.S.O.:
Reseña escrita por Marilyn Rodríguez
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