En el cine de Aki Kaurismaki, como
en el de Jim Jarmusch, es habitual que la música tenga gran importancia, no solo
por sus bandas sonoras, también por que es difícil encontrar un título de
ambos directores en el que no salga alguna banda tocando. Con Leningrad Cowboys
go America y su secuela "Leningrad Cowboys meet Moses (1994)" Kaurismaki se
atrevió a llevar esta postura un poco mas lejos que Jarmusch, convirtiendo
en protagonistas absolutos a una disparatada banda de rock siberiana que junto
a su manager Vladimir (Matti Pellonpaa, omnipresente en el cine de Kaurismaki)
deciden probar suerte en América. La conexión Kaurismaki/Jarmusch queda
demostrada en este film puesto que el director americano hace un pequeño cameo
como vendedor de coches, y es que además de sus gustos musicales ambos comparten
en sus obras un similar sentido del humor. El director finlandés quizá lleve
dicho humor a un terreno mas exagerado y a veces surrealista que Jarmusch, lo
que le permite alterar estos elementos hasta el extremo en Leningrad Cowboys go
America tal y como veremos a continuación.
Empezando por el aspecto y
vestimenta de la banda, ya intuimos que estamos ante una alocada comedia
surrealista; para ser miembro de los Leningrad cowboys hacen falta dos
requisitos imprescindibles además de saber tocar: hay que tener el flequillo
cuanto mas largo mejor y llevar botas de estilo Winklepicker pero de longitud
similar a la del flequillo. Si a ello le añadimos que llevan de gira en un ataúd
a su bajista, congelado por tener que practicar a la intemperie en Siberia, y
que usan dicho ataúd para enfriar las latas de cerveza, no hacen falta muchos
mas motivos para convencernos de que estamos ante una de las mas locas parodias
realizadas por Kaurismaki.
La impagable banda empieza su
periplo en el mítico CBGB de Manhattan, allí un agente les ofrece la posibilidad
de tocar en una boda en México y a su vez les aconseja cambiar su estilo de
reminiscencias cosacas hacia el rock and roll. Lo primero que hacen es adquirir
un Cadillac Fleetwood 75 y amarrar el ataúd del bajista al techo. De esta manera
inician su viaje hacia el sur tocando en todo tipo de clubs temas como
"Born to be wild" y otros clásicos del rock incluidos en su nuevo
repertorio. Por recomendación de su manager Vladimir si quieren tocar al estilo
de los Beach Boys tendrán que pasar un largo tiempo tomando el sol ya que el
color de piel de estos músicos de la tundra siberiana no es el adecuado para su
nuevo estilo.
Finalmente llegan a México para
tocar en la boda y una vez allí consiguen gran éxito, lo que les permite
asentarse en ese país como banda establecida, llegando a reanimarse su bajista
debido al cálido clima y a poder unirse a la banda. En el final de la película
vemos a Vladimir alejarse por el desierto mientras la banda toca exitosamente
para su nuevo público lo que nos hace pensar que su manager a pesar de la
descarada explotación a la que ha sometido a la banda, finalmente entiende que
han llegado a lo mas alto de su carrera y es el momento para terminar su
cometido y abandonarles.
Divertidísima cinta de Aki
Kaurismaki que propició una secuela el mismo estilo con Lenigrad cowboys meet
Moses y donde en esta ocasión lleva su humor mucho mas lejos de lo habitual y
apenas sin diálogos como ocurre en la mayoría de sus películas; hasta en dramas
como "La chica de la fábrica de cerillas (1990)" o "Contraté a un
asesino a sueldo (1990)" surge su personal humor narrado a través de las
imágenes mas que por medio de las palabras, de ahí sus marcados silencios hasta
en alocadas comedias como ésta. Como curiosidad añadir que la banda tuvo
continuidad discográfica y en directo después de la película e incluso el
propio Kaurismaki les dirigió un concierto en vivo publicado en dvd como "Total
Balalaika show (1993)".
Director: Aki Kaurismäki
Intérpretes: Matti
Pellonpää, Leningrad
Cowboys, Sakke
Järvenpää, Heikki
Keskinen, Pimme
Korhonen, Jim
Jarmusch.
Escena:
Reseña escrita por Francisco Javier Arco Pérez
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