EL PUENTE DE LOS ESPÍAS (2015). Canje en la guerra fría.

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1. LOS DOS SPIELBERG.

Me interesa más bien poco el Steven Spielberg de Encuentros en la Tercera Fase (1977), 1941 (1979), E.T. (1982), Always (1991), El Color Púrpura (1985), Hook (1991), Parque Jurásico (1993) o los Indiana Jones (salvo la primera aventura, que considero memorable e intacta en su majestuosidad más de treinta años después de su realización). Por supuesto sólo es un parecer personal. Las mencionadas películas están muy bien realizadas y tienen su legión de fans, que tendrán con sus razones para adorarlas y premiarlas en la taquilla masivamente. Para los fans de esta sección de la carrera del realizador va dirigido el próximo Spielberg. Una historia de fantasía con una niña y un gigante de protagonistas, basada en un relato del escritor especialista en novelas infantiles Road Dahl, adaptado por la guionista de la mencionada E.T. (1982), Melissa Mathison. Mi Amigo el Gigante se estrenará en Julio de 2016.

Personalmente prefiero al otro Steven Spielberg. El que se ha desplegado en los últimos 20 años, aunque con atisbos de interés en sus primeros films como su ruidoso debut para televisión (aunque estrenado en algunos países como España en cines), El Diablo sobre ruedas (1971), Loca Evasión (1974) o Tiburón (1975), excelentes largometrajes que muestran la pasión y el talento de un cineasta cuya contribución a la evolución del cine como lenguaje y como espectáculo de masas es incuestionable.

El otro Steven Spielberg es aquel que llega a colocar en un segundo lugar las historias un tanto infantiles e ingenuas, que tanto dieron de sí en los años 80 del pasado siglo. Películas tanto dirigidas como producidas por él, o efectuadas por realizadores que simplemente imitaron sus formulas. El propio niño prodigio del Hollywood actual, J J Abrams, rindió su particular homenaje a estas películas de niños, criaturas y aventuras con Super 8 (2011). Cuando Spielberg abandona este subgénero, por así decirlo, decidió "hacerse mayor" metafóricamente hablando. Probablemente El Imperio del Sol (1987), que creo es un filme magnífico, fuera un importante punto de infexión en este recorrido del cineasta. Su protagonista es un niño (excelente Christian Bale en su debut para el cine), cierto, pero el marco de la historia nada tiene que ver con las anteriores películas mencionadas. Hay una contienda (la Guerra chino-japonesa), un campo de prisioneros, y un conflicto profundo entre los personajes, y muchísima menos ingenuidad que en otras propuestas.


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Spielberg maduró muchísimo a partir de La Lista de Schindler (1993) (pese a los insufribles 20 minutos finales, todo un retablo de sentimentalismo entre ingenuo y tramposo y nada coherente con el resto del filme técnicamente modélico en todos los aspectos, cuya balance general aporta madurez, realismo y solidez) y de Salvar al Soldado Ryan (1998), una de las grandes películas sobre la Segunda Guerra Mundial que ha dado el cine. Estas dos películas inyectaron al cine del realizador un componente reivindicativo y una visión del mundo mucho más anclada en la realidad en la que vivimos. Los premios Oscars recibidos por ambas películas probablemente supongan el espaldarazo de la industria al cineasta ante tamaña evolución artística. Esta madurez se percibe incluso en sus dos incursiones con Tom Cruise en la ciencia ficción, filmes que podrían ser más ligeros, denotan esa complejidad de personajes, el cinismo y realismo ya irreversiblemente adquiridos por su realizador. Minority Report (2002) y La Guerra de los Mundos (2005) son dos brillantes fantasías, que adaptan a Philip K. Dick y a H.G. Wells, respectivamente, y por tanto, constituyen piezas claves en el género, pero también son un claro reflejo del impacto en la manera de ver la vida que se refleja en el cine Estadounidense a partir del fatídico 11-S.

El Spielberg de Atrápame si puedes (2002), La Terminal (2004), Munich (2005), Lincoln (2012) y, ahora de El Puente de los Espías, me apasiona. Éste el cineasta que realmente me motiva para desplazarme a una sala de cine a ver su trabajo. A sus grandes dotes narrativas, a su manera clásica de narrar las historias, densas, pero entretenidas y emocionantes (en lo justo, sin empalagar), hay que añadir los grandes temas que irrumpen en su cine más reciente. Asuntos históricos, políticos o sociológicos, historias de una pasado reciente, en definitiva, cuyos ecos, secuelas y efectos siempre pueden rastrearse desde el punto de vista del presente más reciente.


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2. JAMES B. DONOVAN: ABOGADO EN EEUU. DIPLOMÁTICO Y NEGOCIADOR EN LA RDA.

La cuarta colaboración del realizador con el actor Tom Hanks, nos ofrece dos películas en una, maravillosamente armonizadas entre sí. Ambas tienen un mismo maestro de ceremonias: James B. Donovan, el personaje real interpretado por Hanks. Los 142 minutos de metraje pasan con la rapidez de un rayo. El cineasta nos aporta muchísimos datos y anécdotas del mundo en el que vivimos, pese a estar ambientada a principios de los años sesenta, con un grado de madurez y un poder de convicción apabullantes.

2. 1. DRAMA JUDICIAL.

Por un lado, el filme hace gala de ser una atractiva película de Tribunales. Como solo la maquinaria estadounidense sabe hacer. En plena Guerra Fría, El FBI acaba de capturar a Rudolf Abel (excelente Mark Rylance) espía de la URSS. La secuencia del seguimiento y captura del agente soviético, un hombre de mediana edad, de semblante más bien serio y triste, que pasa las horas pintando en lienzo y parece espiar en sus ratos libres, está maravillosamente planificada y realizada. Recuerda en metodología e intensidad a una secuencia muy parecida en la película El FBI Contra el Imperio del Crimen (The F.B.I. Story, EE.UU., 1959), de Melvin LeRoy.


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Para tratar de proporcionar (eufemísticamente hablando) un Juicio Justo al acusado, el Colegio de Abogados de Nueva York decide nombrar al mencionado James B. Donovan para su defensa. Donovan trabaja en un prestigioso despacho de Nueva York, dirigido por Thomas Watters Jr. (Alan Alda), ejerciendo como letrado de Compañías Aseguradoras. Spielberg nos introduce al personaje interpretado por Hanks en una negociación con un colega, relativa a un siniestro de circulación donde un conductor atropella a varios peatones. Donovan despliega sus dotes de persuasión y sus argumentos para la consideración del caso de varios atropellos por un mismo vehículo, como una sola contingencia indemnizable una sola vez.

El letrado lleva mucho tiempo sin estar familiarizado con el derecho penal (fue asistente de uno de los fiscales asignados a los Juicios de Nüremberg). Acepta la defensa del caso a regañadientes, pero una vez en el cargo, se implicará en el considerable reto que va a suponer la defensa del cliente (el hombre más odiado del país), en un sistema de justicia predestinado a cerrar filas en torno a la seguridad del país. El compromiso del abogado con el caso estará a la altura de su profesión, como para todo abogado íntegro que se precie de serlo. Donovan asume el desgaste a nivel personal que la impopularidad de su posición le va a acarrear ante la nación, que incluye cierta incomprensión por parte de su familia.

Rápidamente, Donovan se topa con el rechazo social y con las escasas simpatías por los derechos constitucionales del acusado, primero por parte de los agentes del FBI y posteriormente por parte del Juez Byers, especialmente cuando el abogado defensor le plantea formalmente la nulidad del registro a la habitación de hotel donde residía Abel (y por tanto nulidad de toda evidencia hallada y requisada en el mismo). Todo ello en clara vulneración de la 4º Enmienda de la Constitución de los EEUU, al carecer los agentes de una orden judicial, así como de la denominada "Causa Probable" que hubiese legitimado la entrada y registro en el domicilio del detenido. Se plantea en el filme, en consecuencia, una muy interesante disquisición en torno a si los Derechos Constitucionales solo pertenecen a los ciudadanos estadounidenses, o si, por el contrario, también deben ser respetados en relación a los extranjeros que se encuentran ilegalmente en el país.

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Los "encontronazos" de Donovan contra el sistema legal en el juicio, apenas asoman y se resuelven entre conversaciones o titulares periodísticos, pero sí que podemos observar la humanista argumentación de Donovan del caso ante el Tribunal Supremo de los EEUU, argumentación construida sobre la vulneración de los derechos fundamentales del condenado. El letrado pide a los Magistrados del más alto Tribunal, que muestre altura de miras en el respeto de los derechos de máxima protección, de todo aquel que se encuentre en el país, con independencia de su condición o circunstancias personales.

Las garantías constitucionales de los extranjeros ilegales no es el único asunto jurídico de interés. La injerencia en la justicia de las razones de seguridad nacional, que tan nefastas resultaron en el campo de los derechos individuales a partir del 11-S durante el mandato de George W. Bush Jr. (no hay más que ver ese desafortunado limbo jurídico que fue Guantánamo), es otro de los grandes temas que sobrevuelan el filme. La intromisión de la Política y en concreto, de las relaciones Internacionales de los Gobiernos, en los Tribunales, también se deja entrever con cierta relevancia en esta primera parte del filme.

Spielberg y sus guionistas, nos recuerdan cómo estuvo a punto de estallar una Tercera Guerra Mundial, con la peculiaridad y agravante del armamento nuclear que poseían ambas potencias rivales. El cineasta se detiene en describir el trato a los espías y las negociaciones entre países, que incluyen el canje de prisioneros. Estas disquisiciones jurídicas y políticas plantean momentos realmente apasionantes. En este sentido véase por ejemplo la conversación de Donovan con Byers en el domicilio de éste, respecto al porqué no debe de aplicársele a Abel la pena de muerte. Si ejecutamos a Abel, dice el letrado, cuando un Estadounidense caiga en manos de la Unión Soviética, sufrirá la misma suerte. "Es la típica probabilidad por la que merece la pena hacerse un seguro", concluye el letrado al juez. La secuencia es sencillamente memorable, no solo por lo profético de las palabras, sino por el empleo de una herramienta diplomático-política como argumento jurídico de defensa en un asunto penal, en un caso marcadamente politizado.


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2.2. ALTO ESPIONAJE TRAS EL TELÓN DE ACERO.

A partir de la segunda mitad del filme, cuando el piloto estadounidense Francis Gary Powers es abatido sobre el espacio aéreo soviético (en misión de reconocimiento y toma de fotografías en un aeroplano de última generación), hecho prisionero y juzgado y condenado, intuimos, de una manera similar a Abel, que el filme se torna en una maravillosa película de espionaje, también a la antigua usanza.

Permanecen las formas clásicas, con muchos guiños al complejo y rico universo de John Le Carré (un escritor que conoció muy bien todo el entorno de las dos alemanias durante la Guerra Fría y con posterioridad), y se le dota a esta parte del filme de esa ironía y humor inteligente que tanto juego ha dado en el mejor cine de espionaje.

El intercambio de un hombre por otro en la República Democrática Alemana (RDA), y las negociaciones previas, donde Donovan interviene como mediador (le vemos desplegar, en un entorno diferente, las habilidades dialécticas que ya conocemos), da pie a un retrato desolador de la Alemania descompuesta, partida en dos (el regalo del "Camarada" Stalin a la postguerra europea), de la desesperación de sus habitantes, aislados por ese muro de la vergüenza que tantos cadáveres presenció tratando de sortearlo.


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Por otra parte, la subtrama de la captura de un joven estudiante norteamericano en la RDA, para mostrar la desesperación de los gobernantes de la Alemania del Este, dispuestos a todo para que EEUU los reconozca como nación independiente, es la “excusa” más endeble y maniquea de este estupendo filme, brillante en muchos sentidos.

El Puente de los Espías ha sido filmada en Brooklyn, Polonia y los Estudios Babelsberg de Berlín, donde se recreo el entorno de Berlín Oriental y de la construcción del muro.

La película posee un estupendo tratamiento de guión, firmado nada menos por los hermanos Joel y Ethan Cohen (labor ésta, la de reescribir material ajeno, para la que son convocados ocasionalmente), que revisan el primer libreto del guionista novel Matt Charman. El guión sobresale principalmente en lo que atañe al desarrollo y evolución del personaje de Donovan, que se convertiría, debido a sus dotes dialécticas y de negociación, en pieza clave en la diplomacia estadounidense de aquellos compulsos años sesenta. El libreto destaca muchísimo de igual forma, en unos diálogos absolutamente brillantes. Así, las conversaciones entre Donovan y los funcionarios Soviéticos y de la Alemania del Este, con quienes negocia a tres bandas, brillan a una gran altura, propiciando un apropiado sentido del humor a ciertas secuencias de tensión.

Mención especial merece el músico Thomas Newman, que sustituye, por primera vez a John Williams en el cine de su director. Newman compone una banda sonora más sugerente que presente, apenas perceptible en el filme, pero cuya sutilidad acompaña a las imagines en un apropiado Segundo plano, lejos de las fanfarrias del maestro Williams.

En definitiva, El Puente de los Espías, es un magnífico regalo navideño que nos entrega un cineasta absolutamente pletórico a sus setenta años, pero con muchísimo que decir. 

más películas de Steven Spielberg


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Título original: Bridge of Spies.

Director: Steven Spielberg.

Intérpretes: Tom Hanks, Mark Rylance, Amy Ryan, Scott Shepherd, Sebastian Koch, Billy Magnussen, Alan Alda, Jesse Plemons, Eve Hewson.

Trailer:


B.S.O.:



Reseña escrita por Manuel García de Mesa


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1 opiniones :

Anónimo dijo...

mmmm intersante pero el tema había sido abordado antes...eso me pereció, o se parece a algo...
saludos
lidia-la escriba
www.nuncajamashablamos.blogspot.com

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