James Allen (Paul Muni), vuelve
del frente tras luchar en la
Primera Guerra Mundial, no es el mismo hombre de antes, la
guerra lo ha cambiado, ha estudiado ingeniería y no quiere volver a la rutina
de su antiguo trabajo de oficina. Así, recorrerá el país buscando trabajo, sin
demasiada suerte. Accidentalmente, se verá involucrado en un atraco en el que
muere una persona. Acusado injustamente de esa muerte, y sin posibilidad alguna
de demostrar su inocencia, es confinado en uno de los Centros penitenciarios más
duros del país para cumplir una condena de diez años por un delito que no ha
cometido. James decide evadirse, y consigue establecerse nuevamente en Chicago,
donde progresivamente asciende socialmente y donde se verá obligado a contraer
matrimonio por medio del chantaje de una mujer. Ante la amenaza de abandono, es
denunciado por su esposa. Allen acepta entregarse voluntariamente a la justicia
a cambio de un trato con la
Administración en el que se le concedería el perdón
definitivo. Se podría considerar a Soy un fugitivo como la madre y modelo
original de dramas carcelarios, o quizá la película que más ha influido o
servido de referencia en infinidad de posteriores films, como por ejemplo, en "La leyenda del indomable (1967)" de Stuart Rosenberg o "O Brother! (2000)" de los
hermanos Coen. Pero no solo es eso. La cinta, aunque el drama carcelario
sea el motor central del argumento y date de 1932, época anterior a la
contextualización de dicho género, es una amalgama de film noir y drama. La
fotografía con influencia expresionista, el personaje, su desarrollo y su fatal
destino y desenlace, así lo atestiguan.
La película, que se basa en el
relato autobiográfico de Robert E. Burns, posee un guion magníficamente escrito
por Sheridan Gibney, Howard J Green y Brown Holmes y está magistralmente
dirigida por Mervyn le Roy, el cual desprende una desoladora crudeza, ausente
de cualquier romanticismo o idealismo añadido, y destacando especialmente
detalles como las escenas de la persecución, la fotografía, claramente de
influencia expresionista y característica del cine negro, de Sol Polito, o la
demoledora y potente escena final, así como el uso de primeros planos sobre
Paul Muni, el cual deja para el recuerdo otra soberbia interpretación, ya que
ese mismo año había hecho el "Scarface (1932)", de Howard Hawks. Soy un fugitivo
es una cinta en la que se pueden contener, además de un impecable drama
carcelario y, a caballo entre el drama y el film noir, es una valiente y cruda
denuncia sobre el sistema penitenciario estadounidense, cine de protesta social
en la que la Warner
Brothers tuvo una gran implicación en la década de los años
treinta; sobre el sistema judicial, y sobre las instituciones que permitían el
maltrato humano en las cárceles de entreguerras, las mismas instituciones que
ignoraban las brutales condiciones a las que estaban sometidos los condenados a
trabajos forzados, menoscabando e ignorando los derechos civiles del individuo,
y negando sistemáticamente la posibilidad de poder ejercer una vida digna, por
parte de un sistema que paradójicamente, se ha erigido siempre como modelo de
oportunidades. La película es un buen reflejo y retrato de la época de la Depresión ; recordemos
que la película está rodada tres años después del Crack del 29 y que la crisis
económica abocó a numerosos excombatientes de la Primera Guerra
Mundial, y por supuesto a diversa población civil, al desempleo y a la
indigencia, como así se nos muestra en el brutal plano final, cuando al
perderse entre las sombras de la noche, James Allen proclama: –"condenado a
robar para sobrevivir"...
Frases para recordar:
"-¿De qué vives?
-De robar."
Título original: I Am a Fugitive From a Chain Gang.
Director: Mervyn
LeRoy.
Intérpretes: Paul
Muni, Glenda
Farrell, Helen
Vinson, Preston
Foster, Edward
Ellis, Allen
Jenkins, Sally
Blane.
Trailer:
Escena:
Reseña escrita por Marilyn Rodríguez
1 opiniones :
Peliculón. Y esa escena final es de las mejores que he visto.
Saludos.
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