Seppuku es un relato ambientado
en el Japón feudal, concretamente en 1630, durante un largo período de paz tras
finalizar las guerras civiles donde miles de samuráis lucharon con honor dando
la vida por sus señores feudales. Pero tras el establecimiento de Shogunato
Tokugawa, miles de samurais se encontraron en la calle sin amo, sin trabajo,
abocados a la pobreza y a el desamparo. Según dictaba el Bushidō o código
samurai, una honrosa salida a tal situación era el ritual de suicidio conocido
como Seppuku o Harakiri. La historia comienza cuando un viejo y visiblemente
empobrecido rōnin, Tsugumo Hanshirō, que había servido al Clan Geishu antes de
su abolición, acude a la casa del Clan Iyi solicitando un lugar digno para
practicarse el Harakiri. Sin embargo, en la casa nadie parece apiadarse de este
anciano, todo lo contrario, dudan de su palabra y se comenta con bastante
desagrado lo molesto que resulta el hecho de que tantos samuráis acudan
mendigando a sus puertas. Pensando en que el anciano tan sólo quiere su dinero y no es hombre de palabra,
intentan amedrentarlo contándole la historia de un joven samurái, que fingiendo
iguales circunstancias, pretendió engañarlos. Comienza así el relato del joven samurai, Motome Chijiiwa, quien también había
servido al Clan Geishu y que llegó a la misma Casa bajo la falsa pretensión de
practicarse el Harakiri. Sin embargo, la idea del joven era tan sólo obtener
unas monedas a cambio y volver a su casa con vida. Pero en esta ocasión el Clan
decidió hacer un escarmiento público para disuadir a otros rōnin que acudiesen
con la misma intención. Obligaron a Motome a practicarse el Harakiri, pese a
conocer que sus espadas eran falsas y fabricadas con bambú, por lo que el
suicidio se convirtió en una larga y penosa agonía.
Después de escuchar el relato, Hanshirō sigue determinado a practicarse el Harakiri, pero antes de comenzar el ritual, presidido por Kageyu y rodeado de los miembros del Clan, Hanshirō pide relatar los hechos que le han conducido a tal situación. Recurriendo al flashback, el anciano toma su turno de palabra para narrar su vínculo con ese joven Motome Chijiiwa que murió tan cruel y absurdamente en aquella misma casa. Una vez presentados los personajes y la situación de forma elegante y pausada, el relato dará un giro espectacular al revelar cuál es el verdadero núcleo de la trama. De esta forma, partiendo de una simple narración lineal que se traslada hacia atrás en el tiempo, con capacidad para conectar a su vez diferentes subhistorias, cada una dentro de otra como si de muñecas rusas se tratara, se consigue un ritmo que va ganando en intensidad emocional hasta alcanzar un alto grado de suspense. La intensidad del relato es tal, que sólo puede resolverse con una gran escena final de acción. Kobayashi fue un gran director de cine injustamente olvidado por el escaso número de películas que han llegado hasta nuestras manos.
Al igual que en sus otras obras: "Trilogía de la condición humana" y "Rebelión samurái", nos muestra su gran capacidad de crítica por las rígidas normas japonesas y su gran respeto por las emociones contenidas. Era un gran humanista defensor de la individualidad como un gran valor dentro de la jerarquía impuesta socialmente. Su valentía es palpable en la pantalla donde no duda en reflejar la pobreza y la miseria de esos grandes iconos culturales de Japón, los samuráis, que en realidad fueron abandonados a su suerte tras finalizar las guerras y que tuvieron que mendigar o suicidarse. Para ello utilizó la historia de Yasuhiko Takiguchi, con guión adaptado de Shinobu Hashimoto. Una sencilla pero nítida fotografía en blanco y negro nos deja unos primeros planos intensos, unos grandes encuadres y además, elabora unas escenas de acción muy minuciosas sin ningún tipo de artificio. En esta cinta, se cuestiona el verdadero sentido del honor, de la verdad, de las injusticias amparadas en la tradición y de la crueldad que subyace en los clanes poderosos, tan acomodados y egoístas que han perdido cualquier atisbo de humanidad, así como todos los grandes valores que se supone caracterizaron a la estricta y bien organizada sociedad nipona.
Después de escuchar el relato, Hanshirō sigue determinado a practicarse el Harakiri, pero antes de comenzar el ritual, presidido por Kageyu y rodeado de los miembros del Clan, Hanshirō pide relatar los hechos que le han conducido a tal situación. Recurriendo al flashback, el anciano toma su turno de palabra para narrar su vínculo con ese joven Motome Chijiiwa que murió tan cruel y absurdamente en aquella misma casa. Una vez presentados los personajes y la situación de forma elegante y pausada, el relato dará un giro espectacular al revelar cuál es el verdadero núcleo de la trama. De esta forma, partiendo de una simple narración lineal que se traslada hacia atrás en el tiempo, con capacidad para conectar a su vez diferentes subhistorias, cada una dentro de otra como si de muñecas rusas se tratara, se consigue un ritmo que va ganando en intensidad emocional hasta alcanzar un alto grado de suspense. La intensidad del relato es tal, que sólo puede resolverse con una gran escena final de acción. Kobayashi fue un gran director de cine injustamente olvidado por el escaso número de películas que han llegado hasta nuestras manos.
Al igual que en sus otras obras: "Trilogía de la condición humana" y "Rebelión samurái", nos muestra su gran capacidad de crítica por las rígidas normas japonesas y su gran respeto por las emociones contenidas. Era un gran humanista defensor de la individualidad como un gran valor dentro de la jerarquía impuesta socialmente. Su valentía es palpable en la pantalla donde no duda en reflejar la pobreza y la miseria de esos grandes iconos culturales de Japón, los samuráis, que en realidad fueron abandonados a su suerte tras finalizar las guerras y que tuvieron que mendigar o suicidarse. Para ello utilizó la historia de Yasuhiko Takiguchi, con guión adaptado de Shinobu Hashimoto. Una sencilla pero nítida fotografía en blanco y negro nos deja unos primeros planos intensos, unos grandes encuadres y además, elabora unas escenas de acción muy minuciosas sin ningún tipo de artificio. En esta cinta, se cuestiona el verdadero sentido del honor, de la verdad, de las injusticias amparadas en la tradición y de la crueldad que subyace en los clanes poderosos, tan acomodados y egoístas que han perdido cualquier atisbo de humanidad, así como todos los grandes valores que se supone caracterizaron a la estricta y bien organizada sociedad nipona.
Título original: Seppuku (Harakiri) .
Director: Masaki
Kobayashi.
Intérpretes: Tatsuya
Nakadai, Rentaro
Mikuni, Shima
Iwashita, Akira
Ishihama, Yoshio
Inaba, Jo
Azumi, Yoshio
Aoki,.
Trailer:
B.S.O.:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
2 opiniones :
Totalmente recomendada. Abstenerse adolescentes y postadolescendes testosterónicos.
Totalmente magnífica.
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