Al hablar de la filmografía de
Akira Kurosawa, hay que hablar de dos temas que siempre están presentes y le
caracterizan: La humanidad y el existencialismo. Bien, hay muchos autores que
afirman (y yo no puedo estar más de acuerdo) que en Barbarroja se conjugan de
tal forma que ninguna otra película suya es capaz de plasmarlo de una forma tan
contundente. Un joven médico, llamado Yasumoto, regresa a Edo después de haber
completado sus estudios en Nagasaki, ha dedicado ese tiempo a prepararse para
convertirse en médico del Shogun, pero cuál será su sorpresa al descubrir que
le han destinado a una clínica pobre a la que considera muy por debajo de su
capacidad. Además, deberá someterse a un jefe médico de fuerte carácter y muy
testarudo al que apodan "Barbarroja". Tras esta breve sinopsis
entramos en una película absolutamente magistral que, a través de su humanismo,
nos introduce en el modo en el que un joven doctor se encuentra a sí mismo, a
la vez que nos deja algunas críticas al sistema médico que dejan mucho para
reflexionar. Contrapone la abnegación y el sacrificio de una profesión
destinado a ayudar al prójimo, a ese sistema en el que los médicos abandonan
esos preceptos y se convierten en mercenarios del bisturí. Barbarroja,
interpretado por un soberbio Toshiro Mifune, es un médico de fuerte carácter y
que resulta desagradable o, digamos borde, a aquellos que no le conocen ni le
han tratado mucho, pero que, a medida que se hace, descubrimos un personaje
abnegado y totalmente entregado a su profesión, especialmente, hacia los
pacientes pobres que no pueden permitirse unos cuidados dignos.
Pero no queda todo ahí, estamos ante un médico que va más allá, que es capaz de comprender los padeceres de la pobreza y de no sólo buscar una cura física para sus pacientes, sino más bien, una cura espiritual, a veces, hasta recurriendo a métodos dudosos para conseguir ayudar a alguien necesitado. Podríamos decir que nos encontramos ante un samurai con un marcado sentido del deber y del honor, al más puro estilo del Bushido, pero con el corazón como arma y no la katana. Mifune encarna a un estilo de personaje que ya era típico en él, el de un tipo duro con un gran corazón, algo que, por ejemplo, influyó en actores como Clint Eastwood, por ejemplo. Y este médico, abnegado, sacrificado, solidario y bueno, acaba arrastrando con él a todo su entorno, incluyendo al joven Yasumoto (Yuzo Kayama), quién va dejando de lado su egoísmo y prepotencia inicial y acaba, no sólo adaptándose a la rutina de la clínica sino a convertirse en un absoluto seguidor de su maestro Barbarroja. Y no será el único, hasta las enfermeras y cocineras del hospital no pueden más que plegarse a esta corriente que se va haciendo cada vez más contagiosa a lo largo de las tres horas de metraje que tiene la película, y que debo confesar, se me hace corta. Por otro lado, hay que destacar todas esas pequeñas historias que van apareciendo por todo del metraje y nos conducen a comprender el modo de ser de Barbarroja y también de los cambios que se irán produciendo en el joven Yasumoto, forjando su futuro carácter. Hay quién ha dicho que el director manipula los sentimientos de los espectadores y que la lleva a convertirse en melodrama.Yo creo que eso es pura demagogia, creo que el cine ha hecho eso a lo largo de toda su historia y es algo que forma parte intrínseca de él. Sólo el comienzo de la película ya nos prepara para lo que vamos a presenciar. Kurosawa arranca con un plano de los techos de la clínica que oculta lo que se encuentra en su interior, de la misma forma que nos presenta a Yasumoto, de espaldas.
Dos imágenes que sirven de antesala para una revelación radical que nos hará ver como los personajes y la realidad preestablecida empezarán a cambiar. Los techos se tornan en unas salas de la clínica cargadas de la miseria de los olvidados por las clases dirigentes que no se preocupan nada por ellos y que les resultan un estorbo. La espalda del joven médico no tiene otro objeto que ocultarnos su verdadera cara, esa que irá descubriendo en su aventura junto a Barbarroja y de la que él aún no es consciente. Ese momento ocurre cuando abandona su obstinación y su orgullo y hace el gesto simbólico de ponerse el uniforme de la clínica. Ese hecho nos revela que Yasumoto ha descubierto su vena humanitaria y que se entregará a su prójimo, dejando de lado sus intereses económicos y de prestigio. Ya he publicado anteriormente una reseña de una película de Akira Kurosawa y no creo conveniente, repetir aquí los datos de su carrera o su filmografía, pero si voy a hacer algunos apuntes sobre Duelo silencioso, aunque no sea una de sus grandes obras. Todo sea por su posible relación con Barbarroja. Hay quién encuentra cierta continuidad en esta película tras "Duelo Silencioso (1949)". El Doctor Niide (Barbarroja) podría considerarse como una extensión de aquel joven Doctor Fujisaki con más años y más experiencia. Para ello, se apoyan en que durante el transcurso de este metraje no se nos revela nada del pasado de Barbarroja y lo relacionan con algunos hechos parecidos al del joven de Duelo silencioso y el hecho de que el matiz humanitario y abnegado de Barbarroja es justo el punto que alcanzaba el joven Fujisaki al final de la anterior película, que hay que decir, que también estaba encarnado por aquel joven Toshiro Mifune cuyo rostro aún no se había marcado por las arrugas de la experiencia y la madurez. Como dato a destacar también, cabe decir que esta fue la última película en la que el tándem Kurosawa-Mifune trabajaron juntos, se dice que por culpa de viejas rencillas, acabaron llegando a las manos durante el rodaje de Barbarroja por las diferencias que tenían sobre como interpretar el personaje, que parece que pudo ser la gota que colmó el vaso. Luego estarían 30 años sin hablarse hasta el día que Kurosawa derramara lágrimas a la muerte del que fuera su amigo.
Frase para recordar: "Dicen que la pobreza es un problema político, pero no recuerdo a ningún político que se preocupe por la pobreza"
Título original: Akahige
Director: Akira Kurosawa
Reparto: Toshirô Mifune, Yuzo Kayama, Yoshio Tsuchiya, Tatsuyoshi Ehara, Reiko Dan, Kyôko Kagawa, Kamatari Fujiwara, Akemi Negishi, Tsutomu Yamazaki.
Reseña escrita por Juanma Falcón
Información complementaria:
Akira Kurosawa
Pero no queda todo ahí, estamos ante un médico que va más allá, que es capaz de comprender los padeceres de la pobreza y de no sólo buscar una cura física para sus pacientes, sino más bien, una cura espiritual, a veces, hasta recurriendo a métodos dudosos para conseguir ayudar a alguien necesitado. Podríamos decir que nos encontramos ante un samurai con un marcado sentido del deber y del honor, al más puro estilo del Bushido, pero con el corazón como arma y no la katana. Mifune encarna a un estilo de personaje que ya era típico en él, el de un tipo duro con un gran corazón, algo que, por ejemplo, influyó en actores como Clint Eastwood, por ejemplo. Y este médico, abnegado, sacrificado, solidario y bueno, acaba arrastrando con él a todo su entorno, incluyendo al joven Yasumoto (Yuzo Kayama), quién va dejando de lado su egoísmo y prepotencia inicial y acaba, no sólo adaptándose a la rutina de la clínica sino a convertirse en un absoluto seguidor de su maestro Barbarroja. Y no será el único, hasta las enfermeras y cocineras del hospital no pueden más que plegarse a esta corriente que se va haciendo cada vez más contagiosa a lo largo de las tres horas de metraje que tiene la película, y que debo confesar, se me hace corta. Por otro lado, hay que destacar todas esas pequeñas historias que van apareciendo por todo del metraje y nos conducen a comprender el modo de ser de Barbarroja y también de los cambios que se irán produciendo en el joven Yasumoto, forjando su futuro carácter. Hay quién ha dicho que el director manipula los sentimientos de los espectadores y que la lleva a convertirse en melodrama.Yo creo que eso es pura demagogia, creo que el cine ha hecho eso a lo largo de toda su historia y es algo que forma parte intrínseca de él. Sólo el comienzo de la película ya nos prepara para lo que vamos a presenciar. Kurosawa arranca con un plano de los techos de la clínica que oculta lo que se encuentra en su interior, de la misma forma que nos presenta a Yasumoto, de espaldas.
Dos imágenes que sirven de antesala para una revelación radical que nos hará ver como los personajes y la realidad preestablecida empezarán a cambiar. Los techos se tornan en unas salas de la clínica cargadas de la miseria de los olvidados por las clases dirigentes que no se preocupan nada por ellos y que les resultan un estorbo. La espalda del joven médico no tiene otro objeto que ocultarnos su verdadera cara, esa que irá descubriendo en su aventura junto a Barbarroja y de la que él aún no es consciente. Ese momento ocurre cuando abandona su obstinación y su orgullo y hace el gesto simbólico de ponerse el uniforme de la clínica. Ese hecho nos revela que Yasumoto ha descubierto su vena humanitaria y que se entregará a su prójimo, dejando de lado sus intereses económicos y de prestigio. Ya he publicado anteriormente una reseña de una película de Akira Kurosawa y no creo conveniente, repetir aquí los datos de su carrera o su filmografía, pero si voy a hacer algunos apuntes sobre Duelo silencioso, aunque no sea una de sus grandes obras. Todo sea por su posible relación con Barbarroja. Hay quién encuentra cierta continuidad en esta película tras "Duelo Silencioso (1949)". El Doctor Niide (Barbarroja) podría considerarse como una extensión de aquel joven Doctor Fujisaki con más años y más experiencia. Para ello, se apoyan en que durante el transcurso de este metraje no se nos revela nada del pasado de Barbarroja y lo relacionan con algunos hechos parecidos al del joven de Duelo silencioso y el hecho de que el matiz humanitario y abnegado de Barbarroja es justo el punto que alcanzaba el joven Fujisaki al final de la anterior película, que hay que decir, que también estaba encarnado por aquel joven Toshiro Mifune cuyo rostro aún no se había marcado por las arrugas de la experiencia y la madurez. Como dato a destacar también, cabe decir que esta fue la última película en la que el tándem Kurosawa-Mifune trabajaron juntos, se dice que por culpa de viejas rencillas, acabaron llegando a las manos durante el rodaje de Barbarroja por las diferencias que tenían sobre como interpretar el personaje, que parece que pudo ser la gota que colmó el vaso. Luego estarían 30 años sin hablarse hasta el día que Kurosawa derramara lágrimas a la muerte del que fuera su amigo.
Frase para recordar: "Dicen que la pobreza es un problema político, pero no recuerdo a ningún político que se preocupe por la pobreza"
Título original: Akahige
Director: Akira Kurosawa
Reparto: Toshirô Mifune, Yuzo Kayama, Yoshio Tsuchiya, Tatsuyoshi Ehara, Reiko Dan, Kyôko Kagawa, Kamatari Fujiwara, Akemi Negishi, Tsutomu Yamazaki.
Trailer:
B.S.O.:
Reseña escrita por Juanma Falcón
Información complementaria:
Akira Kurosawa
0 opiniones :
Publicar un comentario