Y es "Duelo en la Alta Sierra", por encima de todo, una película de amistad. Como todas las de Peckinpah. De amistad y enemistad, de amistad fiel y amistad traicionada. En eso influye también la excelente química, de esos dos mitos llamados Randolph Scott y Joel McCrea. El primero infravalorado actor que regaló innumerables y magníficos westerns junto a Budd Boetticher. El segundo, el genial protagonista de la inolvidable "Wichita (1955)" de Jacques Tourneur. Juntos, puro lirismo. Steve Judd (Mcrea) conserva el aliento de la integridad y la honestidad como coda de vida, mientras que Gill Westrum (Scott) ha abdicado a esos valores superiores y aboga por el pragmatismo y el materialismo como forma de supervivencia; entre los dos –y las decisiones que pretenden adoptar- hay claros conatos de conflicto fraguándose durante buena parte del metraje, pero el filme deja claro que, por encima de las diferencias, aún rigen los códigos de la vieja amistad que los dos viejos colegas se dispensan. Todos los diálogos de esta película, y sobre todo la mayoría de las secuencias se refieren a la vejez, y al paso del tiempo en el oeste que veremos a través de los ojos de dos viejos vaqueros que intentaran sobrevivir en unos tiempos que no les pertenecen. Peckinpah muestra un gran paralelismo entre los dos protagonistas, y los actores que los interpretan. Dos actores que su vida ha estado dedicada mayoritariamente al western, que aquí realizan su último western. Toda la película transita por vastos y hermosos espacios agrestes, retratados con talento por el operador Lucien Ballard. Como magnífico director del género, Peckinpah extrae del paisaje buena parte de la fuerza de sus secuencias de acción, escenificando con precisión los asedios y combates que se dan cita entre rocas, montículos, arbustos y malezas Esa importancia de la fisicidad, que aquí canaliza lo trepidante igual que en otras ocasiones abraza lo lírico. Triste, violenta, opresiva, áspera y sentimental. Es una película de Peckinpah en toda regla, una obra imperecedera de un escultor de lo imposible. Un artesano de los westerns, un hombre que vivió y murió con la misma pasión a la hora de hacer películas. Para el recuerdo tenemos ese melancólico final, en el que a pesar de todo lo ocurrido, todo cobra sentido y nos deja con un amago de sonrisa con amenaza de convertirse en la mueca más triste posible. Estupenda película para amantes de los grandes westerns, o simplemente para amantes del cine con mayúsculas.
Frases para recordar:
"En
algún lugar del camino, olvidaste que eras mi amigo".
"La
época de las vacas gordas ha pasado, y los días de los hombres de negocios han
llegado”.
Título original:
Ride the high country.
Director: Sam Peckinpah.
Intérpretes: Randolph Scott, Joel
McCrea, Mariette Hartley, Ron Starr, Edgar Buchanan, R.G.
Armstrong, Jenie Jackson, James Drury, L.Q. Jones.
Trailer:
Reseña
escrita por Ramón Abello Miñano
Información complementaria:
2 opiniones :
magnifica reseña de un estupendo western, la fotografia de Ballard es una pasada
Mi western preferido la vi con trece años y ahora, pasada casi toda una vida, me emociona el recordarla y el haberla situada entonces en lo más alto de mis preferencias.
Era un niño y en aquella España en la que vivíamos nos entusiasmaba la épica y la aventura, Peckinpah me enseñó la lírica asociada a la honestidad y el valor de la amistad pero también a valorar en el cine la belleza del encuadre: ese ligerísimo contrapicado que hace grandiosos a McCrea y Scott dirigiéndose hacia sus enemigos o la muerte de McCrea fuera de plano y tra dirigir su última mirada a la Alta Sierra, a su mundo que desaparece con él.
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