Antes
de auto-proclamarse el rey del mundo en la ceremonia de entrega de los premios Oscars 1997, celebrados en marzo del año
1998, y antes de que la carrera cinematográfica del canadiense James Cameron se
instalase en las superproducciones mastodónticas (en ambición, en presupuesto,
y en intención de reventar las taquillas), la misma despegó y transcurrió desde
finales de los años 70 y durante gran parte de los años 80, en unos irregulares
parámetros de serie B, no exentos de atractivos. Constituye una fase de la
trayectoria de James Cameron que le acarrearía no pocos quebraderos de cabeza,
pero también le proporcionarían una formación clave para el logro de sus
ambiciosos objetivos en el mundo del cine. Los años 80, en definitiva, han
convertido al cineasta en un magnate de la industria capaz de levantar
cualquier proyecto y convertirlo en un mega hit. Esta fase de coqueteo con la
serie B, culmina con la modélica "Aliens,
el Regreso", la película que lo consagra como guionista y realizador. Conductor
de profesión, primero de camiones, luego de autobuses escolares, pero también creador
de historias de ciencia ficción y de maquetas a escala, James Cameron iba para
guionista de cómics, hasta que vio "LaGuerra de las Galaxias (1977)", de George Lucas. Salió del cine convencido de que él también era
capaz de construir y diseñar todo aquello. Estudia con entusiasmo técnica de
creación de efectos especiales de un modo autodidacta y escribe y dirige junto
a su amigo Randall Frakes, el corto Xenogenesis,
financiado con 20.000 dólares, obtenidos de la inversión de varios dentistas
del condado donde vivían. Cameron filmó 12 minutos de puro delirio visual.
Un homenaje a la ciencia ficción, con influencias de "2001: Una Odisea del espacio (1968)", de Stanley Kubrick y de la citada Star Wars, sus dos grandes iconos del género. El corto comienza con unos excelentes gráficos, evocadores de universos galácticos y actos heróicos, con cierta proximidad visual a los cómics de Flash Gordon, donde una voz en off nos cuenta que una pareja busca un lugar ideal en el espacio para comenzar un nuevo ciclo de la creación, recorriendo las estrellas, en la nave más grande jamás construida. De ahí pasamos al interior de la embarcación estelar en cuestión. El hombre, recorriendo la nave, tiene un tropiezo con un robot gigante de limpieza de aspecto bastante siniestro (ayuda a crear el efecto su filmación en imponente contrapicado), que lo persigue implacablemente. Cuando lo tiene a su merced, llega la mujer, provista de una especie de armadura metálica en forma de araña, y combate con el robot para salvar al hombre. El cineasta, que se encarga igualmente del diseño de producción, ya tenía en mente su peculiar estética conceptual, que poblaría sus producciones posteriores más reconocibles. El objetivo del cortometraje era que lo comprase alguna productora importante de Hollywood y de ese modo entrar por la puerta grande a la industria del cine. Sin embargo, recibió una llamada de New World Pictures, la productora del visionario Roger Corman, cineasta sin igual (su manual Como hice 100 films en Hollywood y nunca perdí ni un céntimo, no deja lugar a dudas acerca de lo avispado que era este realizador y productor), especialista en producciones rentables de muy bajo coste, que colocaron en la palestra a cineastas tan importantes como Francis F. Coppola, Brian De Palma o Jonathan Demme entre otros.
La llamada de Corman se debía a que éste había visto el cortometraje y se quedó sorprendido por lo que había sido capaz de realizar Cameron con 20.000 dólares de presupuesto. Corman contrató sus servicios para la creación de miniaturas espaciales y efectos de fotografía de "Los Siete Magníficos del Espacio (1980)", del especialista en animación, Jimmy T. Murakami. En esta película se abrían paso en el mundo del cine algunas figuras posteriormente destacadas. El guionista y realizador independiente John Sayles, a quien ya entonces llamaban en la industria para reparar los “agujeros” narrativos en los libretos que no terminaban de funcionar, o el compositor James Horner, que se convertiría en el músico fetiche en el cine de Cameron, con algunas excepciones. Durante la filmación de esta película, Cameron conoce igualmente a Gale Ann Hurd, que figura en los créditos como asistente de producción, con quien establecería una importante alianza artístico-financiera y que se convertiría en su segunda esposa durante el rodaje de Aliens. La película de Murakami, como el título en castellano dejaba claro, es una variante en clave Space opera de los clásicos de Kurosawa y Sturges, con unos resultados bastante mediocres, pero decididamente simpáticos, cuyo extravagante reparto, junto a actores veteranos como George Peppard o Robert Vaughn, reúne a mujeres tan atractivas como la alemana Sybil Danning o la estadounidense Darlanne Fluegel. Satisfecho del trabajo del futuro realizador, Roger Corman le encargó la dirección de segunda unidad y la dirección artística de "La Galaxia del Terror (1981)", de Bruce D. Clark, uno de tantos plagios mediocres de "Alien el 8º Pasajero (1978)", de Ridley Scott, que aquellos días poblaban la cartelera.
La rentabilidad del filme de Clark se basaba en añadir a una estructura similar al filme de Scott, unas morbosas dosis de erotismo de la cinta, a cuenta de la presencia de cierta modelo de la revista Playboy integrada en el reparto, desnudada y violada por una especie de larva babosa gigante en la gruta de un planeta remoto. Cameron remata su labor en la factoría Corman como asesor de diseño, encabezando el departamento de arte para la película "Androide (1982)", de Aaron Lipstadt, que juega con la presencia de una inteligencia artificial, ciertos apuntes curiosos en la relación entre las criaturas y su creador, con ecos de Frankestein y La Isla del Doctor Moreau, de Mary Shelley y H.G. Wells, respectivamente, ambientada en el espacio exterior, con un mad doctor encarnado por el sensacional actor alemán Klaus Kinski. La propuesta viene sazonada, la fórmula obliga, con ciertas secuencias eróticas. Fuera de New World Pictures, a comienzos de los 80, James Cameron recibió la llamada de otro cineasta que despuntaba y comenzaba a marcar maneras en el género: John Carpenter. Se le encargan a Cameron la labor de director de fotografía de los efectos visuales de "1997: Rescate en Nueva York (1981)", excelente film apocalíptico, cuya estructura y clichés han sido adoptados y plagiados en numerosas ocasiones posteriores. El filme de Carpenter introduce en sociedad a un personaje capital: Snake Plisken, interpretado con su despliegue de carisma por el sensacional Kurt Russell, actor muy compenetrado con Carpenter. El rodaje de esta película es muy didáctico para Cameron, en cuanto a preferencias de formatos y tomas de decisiones rápidas y precisas. El fructífero año de 1981, no termina sin que Cameron dirigiese la que es, muy a su pesar, su ópera prima: "Piraña II: Los Vampiros del Mar (1981)".
Este film constituye una terrible experiencia para el realizador. Rodada en una isla del Caribe con equipo italiano, Cameron fue despedido poco antes de acabar el rodaje, debido a las enormes discrepancias creativas surgidas desde el minuto cero con su productor Ovidio G. Assoitis. El largometraje, terminado por éste, se dice que fue remontado furtivamente por el propio Cameron, que se colaba en la sala de montaje para tratar de salvar en el montaje final, al menos una parte del film. En esta película, Cameron toma contacto con el actor estadounidense Lance Henriksen, habitual en su filmografía posterior. El resultado es una película desastrosa, donde se salva algún detalle visual concreto, acerca de unas pirañas voladoras, fruto de un experimento científico sin control (la primera vez que vemos a una de esas pirañas es saliendo de las entrañas de alguien, como si de un alien se tratase), que asolan una tranquila isla del Caribe. Henriksen interpreta al sheriff local. Un filme más, deudor de estructuras narrativas más que trilladas a partir de "Tiburón (1975)", de Steven Spielberg. 1983 fue el año clave para el despegue definitivo de James Cameron. Éste ya ha escrito, junto a Gale Ann Hurd, el guión titulado "Terminator", que está siendo objeto de estudio por Hemdale Film Corporation, la productora y distribuidora británica, fundada en 1967 y clausurada en 1995, artífice de películas como "Platoon(1986)", de Oliver Stone o "El Último emperador (1987)", de Bernardo Bertolucci. Mientras recibía (o no) la luz verde, Cameron se pasea por distintas productoras, por supuesto enseñando el mencionado guión como carta de presentación, hasta que establece una línea de diálogo con la Brandwyne Productions, (vinculada a la Twentieth Century Fox), fundada por el realizador Walter Hill, el guionista y productor David Giler y Gordon Carroll.
Las primeras conversaciones se centraron en torno a un proyecto que tenía que ver con la historia del esclavo Espartaco, ambientada en el espacio, que no terminó de encontrar su rumbo estelar. La rebelión del esclavo en el espacio encalla en el limbo de proyectos no realizados. Hill y Giler, que han leído el guión de Terminator y les había encantado, le comentan que están tratando de levantar una continuación de Alien el 8º Pasajero. Cameron, con cara de póker (pero entusiasmado en su interior) se compromete a redactar y entregar en unos días un borrador de historia, con personajes, etc. Días después se presenta en las oficinas de dicha compañía con su primer tratamiento. Gustó tanto, que se le da luz verde para escribir el guión de Alien 2. La única pauta que había recibido Cameron de los productores es que querían a Ripley rodeada de soldados siderales. Aquellos días, el realizador recibe el esperado visto para filmar el largometraje "Terminator 1984)", que implicaba una ligera reescritura del guión final. Se le contrata de igual modo, para escribir el libreto de la segunda parte del éxito de Sylvester Stallone, "Acorralado (1982)", de Ted Kotcheff. Los productores de Brandywine, encantados con el borrador de Alien 2, le recomiendan a Cameron que asuma todos los proyectos. En concreto, Giler le comenta que se vaya a dirigir Terminator y si el resultado es el esperado, le darán las riendas de la realización de la secuela de el 8º Pasajero. El resto, obviamente, es historia. Cameron redacta el guión de "Rambo (1985)", de George Pan Cosmatos, que es modificado por Stallone a su antojo, resultando uno de los grandes éxitos de taquilla de la década. Terminator se convierte en un producto, de bajo presupuesto (dentro de los parámetros del cine estadounidense), pero muy impactante visualmente.
Deviene en un fulminante éxito de taquilla y en un filme de culto que generaría su propia saga y mitología de cómics, novelas y más largometrajes, pero esa es otra historia. Cuando llega el momento del filmar la continuación del filme de Scott, James Cameron tiene en sus manos las riendas del proyecto, ya conocido como Aliens. Se asegura la toma de las decisiones finales y la presencia de las férreas y resolutivas manos de Gale Ann Hurd a la producción, con un inquebrantable presupuesto estimado de 18 millones de dólares, al parecer solo siete más que el de la película original. El rodaje tiene lugar en Londres. El equipo tiene la suerte de que Sigourney Weaver está en la capital de Inglaterra terminando de filmar "La Calle de la Media Luna (1986)", de Bob Swaim. Weaver se aseguró el salario más alto para una actriz en aquel momento, utilizando como instrumento de negociación el olvido en Brandywine de contar con ella antes de aprobar el guión definitivo, donde su personaje es la piedra angular. Con un grupo de secundarios verdaderamente maravilloso, donde destacan el mencionado Lance Henriksen en la piel del androide Bishop, o actores carismáticos que despuntaban, como Bill Paxton, Michael Biehn (co-protagonista del anterior film del director) y Jeanette Goldstein, como los marines Hudson, Hicks y Vázquez, respectivamente, o el cómico Paul Reiser, aquí en el serio y desagradable papel de Carter Burke, el hombre de la compañía Weyland-Yutani Corp (la maléfica empresa responsable del desastre de la primera película) cuyo lema es “Construyendo mundos mejores”. Cameron contó igualmente con un equipo técnico de primer orden, donde destacan el diseñador de efectos especiales y maquillador Stan Winston (que ya había acompañado a Cameron en su aventura fílmica anterior), que ejerce también de director de segunda unidad; los diseñadores conceptuales del departamento artístico, Ron Cobb y Syd Mead; Peter Lamont al diseño de producción; Ray Lovejoy (colaborador de Stanley Kubrick) al montaje; o Adrian Briddle (colaborador de Ridley Scott) a la fotografía.
No se contrató al suizo H. R. Giger, el diseñador del Alien en la anterior película, pues Cameron tenía en mente de manera muy diáfana cómo debían de figurar conceptualmente las criaturas en su película. James Cameron, que respeta muchísimo el trabajo meticuloso y personal de Ridley Scott en el anterior filme. Retoma las principales reglas narrativas de la primera película, como es lógico (el personaje de Ripley, las características de la criatura, la corporación y sus intereses económicos), pero se aleja visualmente de ella todo lo que le es posible. Hay cierta continuidad estilística, qué duda cabe, pero el realizador canadiense busca y consigue reflejar su propia personalidad. Lejos de ser un estilizado filme de terror psicológico como era el filme de Scott, definida por el uso del teleobjetivo (que le otorga a la imagen esa textura especial, tan definitoria, marcando distancia al filmar, y cerrando mucho el encuadre, para captar tan sólo partes concretas de la criatura), Aliens es un espectacular filme bélico, con reminiscencias directas a la entonces reciente guerra de Vietnam, cuyas repercusiones, no sólo respecto a las importantes bajas humanas, sino a su repercusión mediática, o la división que creaba en la sociedad, con predominio de su impopularidad, surcaban y azotaban a la sociedad estadounidense. Ello puede apreciarse en secuencias como aquella que comparte la euforia de los soldados, ante el excepticismo de Ripley, que ya sabe cómo se las gasta la criatura, y el de la niña, la joven Newt, que, paradójicamente, se siente más segura sola que ellos. Aliens comparte con el conflicto del sudeste asiático la incomprensible derrota de un ejército entrenado y tecnológicamente superior, derrotado por una raza primaria.
Cameron, tan maniático por el detalle como Scott, consigue una película épica, intensa, rica en detalles, filmada a las maneras clásicas. Muestra de ello son, por ejemplo esas retroproyecciones (imágenes proyectadas en una pantalla al fondo del plano) que se utilizan por ejemplo cuando en la estación Gateway, Carter Burke le viene a traer a Ripley información sobre su hija. El plano engaña y da a entender que Ripley está en un jardín (sabemos que está en el espacio) y de repente la cámara se mueve y ella apaga la pantalla. Es una proyección filmada (de un jardín de los estudios Pinewood) en Panavisión (uno de los formatos surgidos en los años cincuenta como alternativa al cinemascope, para hacer la guerra a la televisión que proporcionaban mayor tamaño y resolución de imagen). Cuando los protagonistas van a salir de la colonia, esperan la llegada de una nave nodriza para recogerlos, y trasportarlos a la Nave Sulaco, pero se ha colado un Alien que aniquila a sus tripulantes. La secuencia de la nave estrellándose al fondo del plano, mientras Ripley, Newt y los suyos tratan de escapar del impacto, es igualmente una retroproyección. El film posee un empleo tremendamente eficaz de la pista de sonido, gran culpable de los instantes más aterradores y desasosegantes del film, como esos dispositivos que usan los marines para detectar el movimiento, y que más de una vez se integra en los acordes del formidable score de James Horner, anticipando el ataque de las criaturas. El uso de la luz también es muy importante.
El color azul tan característico del cine de Cameron, se combina magníficamente con la luz roja de alarma, en secuencias límite, con el empleo de las luces estroboscópicas o intermitentes que acompañan los disparos del fusil de asalto a-10 mm que usan los marines. Al tono pesadillesco y caótico de la propuesta, contribuye el hecho de que Cameron fuerce el encuadre, combinando diferentes posiciones de las criaturas, o filmando a la reina alien, creando el efecto entre majestuoso y fantasmagórico, dotándola de sensaciones primarias como dolor y furia, que potencian el desasosiego de la excelente secuencia de lucha final de esta criatura con Ripley armada de un robot elevador. La intensidad bélica que consigue el realizador, que atrapa al espectador desde la llegada de los marines al planeta LV-426, es incuestionable. Las secuencias de los marines rastreando el complejo del planeta o enfrentándose a los aliens, están filmadas y montadas desde tres puntos de vista, que a su vez generan tres niveles de tensión. En primer lugar las cámaras incorporadas en los cascos de los marines (de video VHS, al ser filmada en Londres, de mejor calidad que el sistema NTSC de EEUU). El control de mando en el vehículo de combate (en realidad vehículo utilizado en el aeropuerto de Heathrow para cargar equipaje), con Gorman, Carter Burke y Ripley con la niña. finalmente los marines en el entorno hostil al que se enfrentan, filmados cámara en mano. El combinado de planos de los mencionados puntos de vista, posee un aterrador poder de convicción y una intensidad brutal. El filme de James Cameron desarrolla la idea presente en el filme de Scott: los “demonios empresariales” que causan desastres ecológicos y laborales.
Tales desastres tiene lugar principalmente en el tercer mundo, donde las grandes corporaciones realizan sustanciales recortes en materia de seguridad, ocasionando catástrofes medioambientales y humanas como la de Bohpal, en India, en diciembre del año 1984, como consecuencia de un escape de Isocianato de metilo, un compuesto orgánico cuyo principal uso industrial es la fabricación de pesticidas. La falta de inversión en equipo de mantenimiento, causó un desastre humano y ecológico de proporciones trágicas. Al tercer día del desastre habían muerto 8.000 personas. 520.000 personas se vieron expuestas y afectadas con terribles secuelas para ellos y sus generaciones posteriores. Con sólo 65 días de rodaje, repartidos entre una central eléctrica abandonada a las afueras de Londres, en Acton (para el rodaje de la secuencia del reactor de fusión y el primer enfrentamiento con las criaturas) y los mencionados estudios Pinewood, en control estricto del mencionado presupuesto de 18 millones, que otorgó fuerza y credibilidad como productora fiable a Gale Ann Hurd, implacable en cuanto al respeto del mismo, Cameron filmó una película bélica inolvidable, que combina de manera magistral el retrato del atractivo mapa humano, con espectaculares secuencias de acción, en el contexto de la ciencia ficción. En cines se estrenó una versión de 135 minutos, para poder efectuar los 4 pases diarios, al no existir todavía estandarizados los "cineplex", los cines con múltiples salas instalados en centros comerciales, que pueden permitirse dedicar varias salas para la proyección de una misma película. Unos años después, se comercializó la versión extendida, de unos 155 minutos que Cameron denomina “el viaje que realmente queríamos contar”.
Esa versión es la que valoramos en la presente reseña. Vista hoy alrededor de treinta años después, Aliens el regreso tiene sus limitaciones técnicas, e ideológicamente es una criatura de su tiempo, de la era del presidente Republicano de EEUU, Ronald Reagan. Sin embargo conserva intacto no sólo el entusiasmo de un artista muy personal, sino también toda la fuerza visual imprimida por sus artífices. Cameron demostró con "Avatar (2009)" lo que habría hecho hoy con 250 millones en Aliens, el regreso. Sin embargo, la mencionada película ambientada en Pandora, descuida el guión (toda una fusión de historias ya vistas y mejor contadas) en aras de la orgía visual que no siempre funciona a su favor. Con Aliens, el regreso, el cineasta canadiense logra su mejor filme, y se mueve por última vez en los parámetros de serie B. Termina la década de los 80 con la excelente, aunque irregular, Abyss (EEUU, 1989). Con ella despunta hacia las superproducciones más caras de la historia, sin renunciar a los personajes femeninos con marcado carácter (una de sus señas de identidad narrativas) y con predilección por el fondo oceánico (pasarían años realizando documentales submarinos, indagando en la tecnología y el formato 3D). Tal vez no sea el rey del mundo, pero sus películas, mejores o peores, jamás causan indiferencia y constituyen un palpable ejemplo del enorme esfuerzo que hay detrás de una producción cinematográfica.
Título original: Aliens.
Director: James Cameron.
Interpretes: Sigourney Weaver, Michael Bienh, Carrie Henn, Bill Paxton.
Un homenaje a la ciencia ficción, con influencias de "2001: Una Odisea del espacio (1968)", de Stanley Kubrick y de la citada Star Wars, sus dos grandes iconos del género. El corto comienza con unos excelentes gráficos, evocadores de universos galácticos y actos heróicos, con cierta proximidad visual a los cómics de Flash Gordon, donde una voz en off nos cuenta que una pareja busca un lugar ideal en el espacio para comenzar un nuevo ciclo de la creación, recorriendo las estrellas, en la nave más grande jamás construida. De ahí pasamos al interior de la embarcación estelar en cuestión. El hombre, recorriendo la nave, tiene un tropiezo con un robot gigante de limpieza de aspecto bastante siniestro (ayuda a crear el efecto su filmación en imponente contrapicado), que lo persigue implacablemente. Cuando lo tiene a su merced, llega la mujer, provista de una especie de armadura metálica en forma de araña, y combate con el robot para salvar al hombre. El cineasta, que se encarga igualmente del diseño de producción, ya tenía en mente su peculiar estética conceptual, que poblaría sus producciones posteriores más reconocibles. El objetivo del cortometraje era que lo comprase alguna productora importante de Hollywood y de ese modo entrar por la puerta grande a la industria del cine. Sin embargo, recibió una llamada de New World Pictures, la productora del visionario Roger Corman, cineasta sin igual (su manual Como hice 100 films en Hollywood y nunca perdí ni un céntimo, no deja lugar a dudas acerca de lo avispado que era este realizador y productor), especialista en producciones rentables de muy bajo coste, que colocaron en la palestra a cineastas tan importantes como Francis F. Coppola, Brian De Palma o Jonathan Demme entre otros.
La llamada de Corman se debía a que éste había visto el cortometraje y se quedó sorprendido por lo que había sido capaz de realizar Cameron con 20.000 dólares de presupuesto. Corman contrató sus servicios para la creación de miniaturas espaciales y efectos de fotografía de "Los Siete Magníficos del Espacio (1980)", del especialista en animación, Jimmy T. Murakami. En esta película se abrían paso en el mundo del cine algunas figuras posteriormente destacadas. El guionista y realizador independiente John Sayles, a quien ya entonces llamaban en la industria para reparar los “agujeros” narrativos en los libretos que no terminaban de funcionar, o el compositor James Horner, que se convertiría en el músico fetiche en el cine de Cameron, con algunas excepciones. Durante la filmación de esta película, Cameron conoce igualmente a Gale Ann Hurd, que figura en los créditos como asistente de producción, con quien establecería una importante alianza artístico-financiera y que se convertiría en su segunda esposa durante el rodaje de Aliens. La película de Murakami, como el título en castellano dejaba claro, es una variante en clave Space opera de los clásicos de Kurosawa y Sturges, con unos resultados bastante mediocres, pero decididamente simpáticos, cuyo extravagante reparto, junto a actores veteranos como George Peppard o Robert Vaughn, reúne a mujeres tan atractivas como la alemana Sybil Danning o la estadounidense Darlanne Fluegel. Satisfecho del trabajo del futuro realizador, Roger Corman le encargó la dirección de segunda unidad y la dirección artística de "La Galaxia del Terror (1981)", de Bruce D. Clark, uno de tantos plagios mediocres de "Alien el 8º Pasajero (1978)", de Ridley Scott, que aquellos días poblaban la cartelera.
La rentabilidad del filme de Clark se basaba en añadir a una estructura similar al filme de Scott, unas morbosas dosis de erotismo de la cinta, a cuenta de la presencia de cierta modelo de la revista Playboy integrada en el reparto, desnudada y violada por una especie de larva babosa gigante en la gruta de un planeta remoto. Cameron remata su labor en la factoría Corman como asesor de diseño, encabezando el departamento de arte para la película "Androide (1982)", de Aaron Lipstadt, que juega con la presencia de una inteligencia artificial, ciertos apuntes curiosos en la relación entre las criaturas y su creador, con ecos de Frankestein y La Isla del Doctor Moreau, de Mary Shelley y H.G. Wells, respectivamente, ambientada en el espacio exterior, con un mad doctor encarnado por el sensacional actor alemán Klaus Kinski. La propuesta viene sazonada, la fórmula obliga, con ciertas secuencias eróticas. Fuera de New World Pictures, a comienzos de los 80, James Cameron recibió la llamada de otro cineasta que despuntaba y comenzaba a marcar maneras en el género: John Carpenter. Se le encargan a Cameron la labor de director de fotografía de los efectos visuales de "1997: Rescate en Nueva York (1981)", excelente film apocalíptico, cuya estructura y clichés han sido adoptados y plagiados en numerosas ocasiones posteriores. El filme de Carpenter introduce en sociedad a un personaje capital: Snake Plisken, interpretado con su despliegue de carisma por el sensacional Kurt Russell, actor muy compenetrado con Carpenter. El rodaje de esta película es muy didáctico para Cameron, en cuanto a preferencias de formatos y tomas de decisiones rápidas y precisas. El fructífero año de 1981, no termina sin que Cameron dirigiese la que es, muy a su pesar, su ópera prima: "Piraña II: Los Vampiros del Mar (1981)".
Este film constituye una terrible experiencia para el realizador. Rodada en una isla del Caribe con equipo italiano, Cameron fue despedido poco antes de acabar el rodaje, debido a las enormes discrepancias creativas surgidas desde el minuto cero con su productor Ovidio G. Assoitis. El largometraje, terminado por éste, se dice que fue remontado furtivamente por el propio Cameron, que se colaba en la sala de montaje para tratar de salvar en el montaje final, al menos una parte del film. En esta película, Cameron toma contacto con el actor estadounidense Lance Henriksen, habitual en su filmografía posterior. El resultado es una película desastrosa, donde se salva algún detalle visual concreto, acerca de unas pirañas voladoras, fruto de un experimento científico sin control (la primera vez que vemos a una de esas pirañas es saliendo de las entrañas de alguien, como si de un alien se tratase), que asolan una tranquila isla del Caribe. Henriksen interpreta al sheriff local. Un filme más, deudor de estructuras narrativas más que trilladas a partir de "Tiburón (1975)", de Steven Spielberg. 1983 fue el año clave para el despegue definitivo de James Cameron. Éste ya ha escrito, junto a Gale Ann Hurd, el guión titulado "Terminator", que está siendo objeto de estudio por Hemdale Film Corporation, la productora y distribuidora británica, fundada en 1967 y clausurada en 1995, artífice de películas como "Platoon(1986)", de Oliver Stone o "El Último emperador (1987)", de Bernardo Bertolucci. Mientras recibía (o no) la luz verde, Cameron se pasea por distintas productoras, por supuesto enseñando el mencionado guión como carta de presentación, hasta que establece una línea de diálogo con la Brandwyne Productions, (vinculada a la Twentieth Century Fox), fundada por el realizador Walter Hill, el guionista y productor David Giler y Gordon Carroll.
Las primeras conversaciones se centraron en torno a un proyecto que tenía que ver con la historia del esclavo Espartaco, ambientada en el espacio, que no terminó de encontrar su rumbo estelar. La rebelión del esclavo en el espacio encalla en el limbo de proyectos no realizados. Hill y Giler, que han leído el guión de Terminator y les había encantado, le comentan que están tratando de levantar una continuación de Alien el 8º Pasajero. Cameron, con cara de póker (pero entusiasmado en su interior) se compromete a redactar y entregar en unos días un borrador de historia, con personajes, etc. Días después se presenta en las oficinas de dicha compañía con su primer tratamiento. Gustó tanto, que se le da luz verde para escribir el guión de Alien 2. La única pauta que había recibido Cameron de los productores es que querían a Ripley rodeada de soldados siderales. Aquellos días, el realizador recibe el esperado visto para filmar el largometraje "Terminator 1984)", que implicaba una ligera reescritura del guión final. Se le contrata de igual modo, para escribir el libreto de la segunda parte del éxito de Sylvester Stallone, "Acorralado (1982)", de Ted Kotcheff. Los productores de Brandywine, encantados con el borrador de Alien 2, le recomiendan a Cameron que asuma todos los proyectos. En concreto, Giler le comenta que se vaya a dirigir Terminator y si el resultado es el esperado, le darán las riendas de la realización de la secuela de el 8º Pasajero. El resto, obviamente, es historia. Cameron redacta el guión de "Rambo (1985)", de George Pan Cosmatos, que es modificado por Stallone a su antojo, resultando uno de los grandes éxitos de taquilla de la década. Terminator se convierte en un producto, de bajo presupuesto (dentro de los parámetros del cine estadounidense), pero muy impactante visualmente.
Deviene en un fulminante éxito de taquilla y en un filme de culto que generaría su propia saga y mitología de cómics, novelas y más largometrajes, pero esa es otra historia. Cuando llega el momento del filmar la continuación del filme de Scott, James Cameron tiene en sus manos las riendas del proyecto, ya conocido como Aliens. Se asegura la toma de las decisiones finales y la presencia de las férreas y resolutivas manos de Gale Ann Hurd a la producción, con un inquebrantable presupuesto estimado de 18 millones de dólares, al parecer solo siete más que el de la película original. El rodaje tiene lugar en Londres. El equipo tiene la suerte de que Sigourney Weaver está en la capital de Inglaterra terminando de filmar "La Calle de la Media Luna (1986)", de Bob Swaim. Weaver se aseguró el salario más alto para una actriz en aquel momento, utilizando como instrumento de negociación el olvido en Brandywine de contar con ella antes de aprobar el guión definitivo, donde su personaje es la piedra angular. Con un grupo de secundarios verdaderamente maravilloso, donde destacan el mencionado Lance Henriksen en la piel del androide Bishop, o actores carismáticos que despuntaban, como Bill Paxton, Michael Biehn (co-protagonista del anterior film del director) y Jeanette Goldstein, como los marines Hudson, Hicks y Vázquez, respectivamente, o el cómico Paul Reiser, aquí en el serio y desagradable papel de Carter Burke, el hombre de la compañía Weyland-Yutani Corp (la maléfica empresa responsable del desastre de la primera película) cuyo lema es “Construyendo mundos mejores”. Cameron contó igualmente con un equipo técnico de primer orden, donde destacan el diseñador de efectos especiales y maquillador Stan Winston (que ya había acompañado a Cameron en su aventura fílmica anterior), que ejerce también de director de segunda unidad; los diseñadores conceptuales del departamento artístico, Ron Cobb y Syd Mead; Peter Lamont al diseño de producción; Ray Lovejoy (colaborador de Stanley Kubrick) al montaje; o Adrian Briddle (colaborador de Ridley Scott) a la fotografía.
No se contrató al suizo H. R. Giger, el diseñador del Alien en la anterior película, pues Cameron tenía en mente de manera muy diáfana cómo debían de figurar conceptualmente las criaturas en su película. James Cameron, que respeta muchísimo el trabajo meticuloso y personal de Ridley Scott en el anterior filme. Retoma las principales reglas narrativas de la primera película, como es lógico (el personaje de Ripley, las características de la criatura, la corporación y sus intereses económicos), pero se aleja visualmente de ella todo lo que le es posible. Hay cierta continuidad estilística, qué duda cabe, pero el realizador canadiense busca y consigue reflejar su propia personalidad. Lejos de ser un estilizado filme de terror psicológico como era el filme de Scott, definida por el uso del teleobjetivo (que le otorga a la imagen esa textura especial, tan definitoria, marcando distancia al filmar, y cerrando mucho el encuadre, para captar tan sólo partes concretas de la criatura), Aliens es un espectacular filme bélico, con reminiscencias directas a la entonces reciente guerra de Vietnam, cuyas repercusiones, no sólo respecto a las importantes bajas humanas, sino a su repercusión mediática, o la división que creaba en la sociedad, con predominio de su impopularidad, surcaban y azotaban a la sociedad estadounidense. Ello puede apreciarse en secuencias como aquella que comparte la euforia de los soldados, ante el excepticismo de Ripley, que ya sabe cómo se las gasta la criatura, y el de la niña, la joven Newt, que, paradójicamente, se siente más segura sola que ellos. Aliens comparte con el conflicto del sudeste asiático la incomprensible derrota de un ejército entrenado y tecnológicamente superior, derrotado por una raza primaria.
Cameron, tan maniático por el detalle como Scott, consigue una película épica, intensa, rica en detalles, filmada a las maneras clásicas. Muestra de ello son, por ejemplo esas retroproyecciones (imágenes proyectadas en una pantalla al fondo del plano) que se utilizan por ejemplo cuando en la estación Gateway, Carter Burke le viene a traer a Ripley información sobre su hija. El plano engaña y da a entender que Ripley está en un jardín (sabemos que está en el espacio) y de repente la cámara se mueve y ella apaga la pantalla. Es una proyección filmada (de un jardín de los estudios Pinewood) en Panavisión (uno de los formatos surgidos en los años cincuenta como alternativa al cinemascope, para hacer la guerra a la televisión que proporcionaban mayor tamaño y resolución de imagen). Cuando los protagonistas van a salir de la colonia, esperan la llegada de una nave nodriza para recogerlos, y trasportarlos a la Nave Sulaco, pero se ha colado un Alien que aniquila a sus tripulantes. La secuencia de la nave estrellándose al fondo del plano, mientras Ripley, Newt y los suyos tratan de escapar del impacto, es igualmente una retroproyección. El film posee un empleo tremendamente eficaz de la pista de sonido, gran culpable de los instantes más aterradores y desasosegantes del film, como esos dispositivos que usan los marines para detectar el movimiento, y que más de una vez se integra en los acordes del formidable score de James Horner, anticipando el ataque de las criaturas. El uso de la luz también es muy importante.
El color azul tan característico del cine de Cameron, se combina magníficamente con la luz roja de alarma, en secuencias límite, con el empleo de las luces estroboscópicas o intermitentes que acompañan los disparos del fusil de asalto a-10 mm que usan los marines. Al tono pesadillesco y caótico de la propuesta, contribuye el hecho de que Cameron fuerce el encuadre, combinando diferentes posiciones de las criaturas, o filmando a la reina alien, creando el efecto entre majestuoso y fantasmagórico, dotándola de sensaciones primarias como dolor y furia, que potencian el desasosiego de la excelente secuencia de lucha final de esta criatura con Ripley armada de un robot elevador. La intensidad bélica que consigue el realizador, que atrapa al espectador desde la llegada de los marines al planeta LV-426, es incuestionable. Las secuencias de los marines rastreando el complejo del planeta o enfrentándose a los aliens, están filmadas y montadas desde tres puntos de vista, que a su vez generan tres niveles de tensión. En primer lugar las cámaras incorporadas en los cascos de los marines (de video VHS, al ser filmada en Londres, de mejor calidad que el sistema NTSC de EEUU). El control de mando en el vehículo de combate (en realidad vehículo utilizado en el aeropuerto de Heathrow para cargar equipaje), con Gorman, Carter Burke y Ripley con la niña. finalmente los marines en el entorno hostil al que se enfrentan, filmados cámara en mano. El combinado de planos de los mencionados puntos de vista, posee un aterrador poder de convicción y una intensidad brutal. El filme de James Cameron desarrolla la idea presente en el filme de Scott: los “demonios empresariales” que causan desastres ecológicos y laborales.
Tales desastres tiene lugar principalmente en el tercer mundo, donde las grandes corporaciones realizan sustanciales recortes en materia de seguridad, ocasionando catástrofes medioambientales y humanas como la de Bohpal, en India, en diciembre del año 1984, como consecuencia de un escape de Isocianato de metilo, un compuesto orgánico cuyo principal uso industrial es la fabricación de pesticidas. La falta de inversión en equipo de mantenimiento, causó un desastre humano y ecológico de proporciones trágicas. Al tercer día del desastre habían muerto 8.000 personas. 520.000 personas se vieron expuestas y afectadas con terribles secuelas para ellos y sus generaciones posteriores. Con sólo 65 días de rodaje, repartidos entre una central eléctrica abandonada a las afueras de Londres, en Acton (para el rodaje de la secuencia del reactor de fusión y el primer enfrentamiento con las criaturas) y los mencionados estudios Pinewood, en control estricto del mencionado presupuesto de 18 millones, que otorgó fuerza y credibilidad como productora fiable a Gale Ann Hurd, implacable en cuanto al respeto del mismo, Cameron filmó una película bélica inolvidable, que combina de manera magistral el retrato del atractivo mapa humano, con espectaculares secuencias de acción, en el contexto de la ciencia ficción. En cines se estrenó una versión de 135 minutos, para poder efectuar los 4 pases diarios, al no existir todavía estandarizados los "cineplex", los cines con múltiples salas instalados en centros comerciales, que pueden permitirse dedicar varias salas para la proyección de una misma película. Unos años después, se comercializó la versión extendida, de unos 155 minutos que Cameron denomina “el viaje que realmente queríamos contar”.
Esa versión es la que valoramos en la presente reseña. Vista hoy alrededor de treinta años después, Aliens el regreso tiene sus limitaciones técnicas, e ideológicamente es una criatura de su tiempo, de la era del presidente Republicano de EEUU, Ronald Reagan. Sin embargo conserva intacto no sólo el entusiasmo de un artista muy personal, sino también toda la fuerza visual imprimida por sus artífices. Cameron demostró con "Avatar (2009)" lo que habría hecho hoy con 250 millones en Aliens, el regreso. Sin embargo, la mencionada película ambientada en Pandora, descuida el guión (toda una fusión de historias ya vistas y mejor contadas) en aras de la orgía visual que no siempre funciona a su favor. Con Aliens, el regreso, el cineasta canadiense logra su mejor filme, y se mueve por última vez en los parámetros de serie B. Termina la década de los 80 con la excelente, aunque irregular, Abyss (EEUU, 1989). Con ella despunta hacia las superproducciones más caras de la historia, sin renunciar a los personajes femeninos con marcado carácter (una de sus señas de identidad narrativas) y con predilección por el fondo oceánico (pasarían años realizando documentales submarinos, indagando en la tecnología y el formato 3D). Tal vez no sea el rey del mundo, pero sus películas, mejores o peores, jamás causan indiferencia y constituyen un palpable ejemplo del enorme esfuerzo que hay detrás de una producción cinematográfica.
Título original: Aliens.
Director: James Cameron.
Interpretes: Sigourney Weaver, Michael Bienh, Carrie Henn, Bill Paxton.
Trailer:
B.S.O.:
Reseña escrita por Manuel Garcia de Mesa
Información complementaria:
Sigourney Weaver
1 opiniones :
Para mi gusto Aliens el Regreso es la mejor de la saga. Una verdadera obra maestra.
Saludos.
Publicar un comentario