En una sala calurosa se reunen doce miembros de un jurado para dictaminar la culpabilidad o inocencia, a través del voto por unanimidad, el supuesto asesinato de un hombre a cargo de su propio hijo. Lo que inicialmente parece una decisión sencilla se complica cuando uno de los miembros vota la inocencia del muchacho ante la negativa del resto. Un voto de inocencia a causa de una duda razonable que hará que salga a la luz las diferentes personalidades de cada uno de los componentes del jurado. "Doce hombre sin piedad" es una obra escrita por Reginald Rose destinada para la televisión y que fue vista en el año 1.954. Un formato, el televisivo, que fue adaptado posteriormente al terreno cinematográfico 5 años después por Sidney Lumet, un director que abandonaba el mundo de la televisión para dar el salto al mundo del cine. El film a pesar de ser un fracaso comercial en la taquilla en el momento de su estreno fue enormemente alabado por la crítica especializada hasta el punto de obtener 3 nominaciones en los Óscar en aquel año, optando a las categorías de mejor película, mejor director y mejor guión adaptado. Ese año David Lean y su "El puente sobre el río Kwai (1957)" serían los grandes vencedores de la noche con un total de 7 estatuillas doradas. Sin dudas un gran debut para el bueno de Lumet que hizo que su "ópera prima" se convirtiera en uno de los debut más importantes de la historia del cine, a la altura del "Ciudadano Kane (1941)" de Orson Wells, "Los cuatrocientos golpes (1959)" de François Truffaut o "El halcón maltés (1941)" de John Huston, entre otros.
Los actores que forman a los doce miembros del jurado (resulta curioso que no se incluyera ninguna mujer ni un hombre de color) fueron Henry Fonda como el jurado número 8, un hombre honesto que no le tiembla el pulso a la hora de ser el único (en un principio) en dictaminar la presunta inocencia del acusado, Martin Balsam, como el jurado número 1, éste ejerce de presidente que sin "mojarse" en su opinión trata de coordinar respetuosamente a los miembros del grupo, John Fiedler como el jurado número 2, un hombre tímido e incapaz de tomar decisiones por si mismo, Lee J. Cobb como el jurado número 3, caracterizado por su fuerza y mal carácter, que a la vez esconde un problema personal (su conflicto y distanciamiento con su hijo) que es clave en su decisión respecto al caso, E.G. Marshall, jurado número 4, representa a una persona cauta, observadora y prudente en su manera de actuar, Jack Klugman, como el jurado número 5, una persona callada y de apariencia reservada que va cogiendo confianza a medida que transcurre la reunión.
Edward Binn, como el jurado número 6, un personaje que si bien no participa mucho en el debate si aparece cuando ve alguna injusticia o falta de respeto por parte de alguno de los miembros, Jack Warden, como el jurado número 7, en el rol de gracioso y fanfarrón, un tipo que piensa más en ver un partido de béisbol que en ser coherente en su manera de ver el caso, Joseph Sweeney, como el jurado número 8, es el anciano del grupo, un hombre cabal y sabio que se convierte en el principal aliado de Henry Fonda tras escuchar sus razonamientos, Ed Begley, como el jurado número 9, al igual que el jurado número 3, usa su mal carácter para convencer al resto de los miembros del jurado, una persona gruñona, maleducada y con fuerte actitud racista, George Voskovec, como el jurado número 10, un personaje que al contrario del anteriormente mencionado, se caracteriza por su educación y por saber expresarse correctamente sin ofender a los demás y Robert Webber, como el jurado número 11, un hombre superficial que se deja llevar según el rumbo que va tomando el debate.
En "Doce hombres sin piedad" Lumet desgrana a la perfección los elementos de un juicio justo, destacando que se cumplan las reglas y que se haga hincapié la presunción de inocencia y el empleo de la duda razonable. Aunque éste no es el único tema que nos presenta en el film, Lumet también nos habla del lado más oscuro de la naturaleza humana (la agresividad, la intolerancia, el egoísmo...), el cómo afecta la determinación de una persona ante la presión del grupo o como influyen las decisiones cuando la votación se realiza de manera presencial (en el caso de la película a mano alzada) o a través un voto privado donde se respeta la intimidad de quien vota. Destaco la genial manera de como expone Lumet la evolución de los personajes a medida que avanza la trama, si en un primer momento nos muestra un ambiente distendido ese "buen rollo" se va transformando durante el transcurso de la deliberación en una atmósfera más arisca y conflictiva, destapando la real forma de ser de los participantes.
En el plantel de actores, Henry Fonda sería el "héroe" de la función, un hombre de principios, capaz de recapacitar y debatir con cada uno de los miembros que le reprende sabiendo salir ileso de todas ellas. No confía ciegamente en la inocencia del joven pero tampoco quiere considerarlo culparlo tan a la ligera, intenta estudiar cada uno de los hechos meticulosamente, al detalle, descomponiendo cada una de las piezas del puzzle que forman el caso. Analizando a los testigos que culpabilizan al joven y asegurándose de que sus afirmaciones sea ciertas, bien examinando cómo uno de los testigos con tan avanzada edad pudo darle tiempo divisar quien cometió el crimen teniendo una cojera que apenas le permite caminar o bien cómo una chica con problemas de vista que no dispone en ese momento de las gafas dice haber visto el asesinato.
Entre sus escenas hay que mencionar ese formidable instante donde el personaje de Ed Begley (el jurado número 9), en un intento de eclipsar al resto de los componente con su actitud racista e intolerante, observa como los demás le hacen el "vacío" en la sala, dándole literalmente la espalda en el momento de su discurso. Inolvidable este instante como un personaje lleno de fuerza se va apagando y debilitando cuando sus razonamientos son ignorados por el resto del grupo. Sin duda una de esas míticas secuencias que nos brinda el film. También hay que destacar la sobresaliente fotografía de Boris Kaufman (aprovecho para recordar su gran trabajo en la obra de Elia Kazan, "La ley del silencio (1954)" donde ganó el Óscar) que elimina, al tratarse de un solo escenario (exceptuando el principio y final del film), la sensación de que estemos viendo una obra teatral en vez de una película.
Su fotografía se caracteriza por esos primeros planos de los protagonistas mostrando su estado de tensión o esos encuadres que enseñan la claustrofóbica y calurosa habitación donde se encuentran los personaje reunidos. La versión televisiva del año 1.954 y la película de Sidney Lumet que me centró en esta reseña, no fueron las únicas adaptaciones que se hicieron sobre el escrito de Reginald Rose, en 1997, William Friedkin ("The french connection (1971)") realizó otra versión para televisión con Jack Lemmon, George C. Scott y James Gandolfini entre los actores del reparto. El director ruso Nikita Mikhalkov ("Ojos negros (1987)"), también realizó su personal adaptación con "12 (2007)", una interesante film aunque de excesivo metraje que obtuvo la nominación a la mejor película de habla no inglesa. En España también se animaron a adaptarla, en 1961 en el espacio Gran Teatro y en 1973 en el espacio Estudio 1. Hay que mencionar que aparte de la televisión y el cine, la obra de Rose ha sido también representada en el teatro en innumerables ocasiones.
Frase para recordar: "Por una u otra razón los prejuicios siempre buscan la verdad. Una verdad que yo desconozco y que es probable que nunca conozca".
Título original: Twelve angry men.
Director: Sidney Lumet.
Interpretes: Henry Fonda, Lee J. Cobb, E.G. Marshall, Jack Warden, Ed Begley, Martin Balsam.
Información complementaria:
Lee J. Cobb
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Los actores que forman a los doce miembros del jurado (resulta curioso que no se incluyera ninguna mujer ni un hombre de color) fueron Henry Fonda como el jurado número 8, un hombre honesto que no le tiembla el pulso a la hora de ser el único (en un principio) en dictaminar la presunta inocencia del acusado, Martin Balsam, como el jurado número 1, éste ejerce de presidente que sin "mojarse" en su opinión trata de coordinar respetuosamente a los miembros del grupo, John Fiedler como el jurado número 2, un hombre tímido e incapaz de tomar decisiones por si mismo, Lee J. Cobb como el jurado número 3, caracterizado por su fuerza y mal carácter, que a la vez esconde un problema personal (su conflicto y distanciamiento con su hijo) que es clave en su decisión respecto al caso, E.G. Marshall, jurado número 4, representa a una persona cauta, observadora y prudente en su manera de actuar, Jack Klugman, como el jurado número 5, una persona callada y de apariencia reservada que va cogiendo confianza a medida que transcurre la reunión.
Edward Binn, como el jurado número 6, un personaje que si bien no participa mucho en el debate si aparece cuando ve alguna injusticia o falta de respeto por parte de alguno de los miembros, Jack Warden, como el jurado número 7, en el rol de gracioso y fanfarrón, un tipo que piensa más en ver un partido de béisbol que en ser coherente en su manera de ver el caso, Joseph Sweeney, como el jurado número 8, es el anciano del grupo, un hombre cabal y sabio que se convierte en el principal aliado de Henry Fonda tras escuchar sus razonamientos, Ed Begley, como el jurado número 9, al igual que el jurado número 3, usa su mal carácter para convencer al resto de los miembros del jurado, una persona gruñona, maleducada y con fuerte actitud racista, George Voskovec, como el jurado número 10, un personaje que al contrario del anteriormente mencionado, se caracteriza por su educación y por saber expresarse correctamente sin ofender a los demás y Robert Webber, como el jurado número 11, un hombre superficial que se deja llevar según el rumbo que va tomando el debate.
En "Doce hombres sin piedad" Lumet desgrana a la perfección los elementos de un juicio justo, destacando que se cumplan las reglas y que se haga hincapié la presunción de inocencia y el empleo de la duda razonable. Aunque éste no es el único tema que nos presenta en el film, Lumet también nos habla del lado más oscuro de la naturaleza humana (la agresividad, la intolerancia, el egoísmo...), el cómo afecta la determinación de una persona ante la presión del grupo o como influyen las decisiones cuando la votación se realiza de manera presencial (en el caso de la película a mano alzada) o a través un voto privado donde se respeta la intimidad de quien vota. Destaco la genial manera de como expone Lumet la evolución de los personajes a medida que avanza la trama, si en un primer momento nos muestra un ambiente distendido ese "buen rollo" se va transformando durante el transcurso de la deliberación en una atmósfera más arisca y conflictiva, destapando la real forma de ser de los participantes.
En el plantel de actores, Henry Fonda sería el "héroe" de la función, un hombre de principios, capaz de recapacitar y debatir con cada uno de los miembros que le reprende sabiendo salir ileso de todas ellas. No confía ciegamente en la inocencia del joven pero tampoco quiere considerarlo culparlo tan a la ligera, intenta estudiar cada uno de los hechos meticulosamente, al detalle, descomponiendo cada una de las piezas del puzzle que forman el caso. Analizando a los testigos que culpabilizan al joven y asegurándose de que sus afirmaciones sea ciertas, bien examinando cómo uno de los testigos con tan avanzada edad pudo darle tiempo divisar quien cometió el crimen teniendo una cojera que apenas le permite caminar o bien cómo una chica con problemas de vista que no dispone en ese momento de las gafas dice haber visto el asesinato.
Entre sus escenas hay que mencionar ese formidable instante donde el personaje de Ed Begley (el jurado número 9), en un intento de eclipsar al resto de los componente con su actitud racista e intolerante, observa como los demás le hacen el "vacío" en la sala, dándole literalmente la espalda en el momento de su discurso. Inolvidable este instante como un personaje lleno de fuerza se va apagando y debilitando cuando sus razonamientos son ignorados por el resto del grupo. Sin duda una de esas míticas secuencias que nos brinda el film. También hay que destacar la sobresaliente fotografía de Boris Kaufman (aprovecho para recordar su gran trabajo en la obra de Elia Kazan, "La ley del silencio (1954)" donde ganó el Óscar) que elimina, al tratarse de un solo escenario (exceptuando el principio y final del film), la sensación de que estemos viendo una obra teatral en vez de una película.
Su fotografía se caracteriza por esos primeros planos de los protagonistas mostrando su estado de tensión o esos encuadres que enseñan la claustrofóbica y calurosa habitación donde se encuentran los personaje reunidos. La versión televisiva del año 1.954 y la película de Sidney Lumet que me centró en esta reseña, no fueron las únicas adaptaciones que se hicieron sobre el escrito de Reginald Rose, en 1997, William Friedkin ("The french connection (1971)") realizó otra versión para televisión con Jack Lemmon, George C. Scott y James Gandolfini entre los actores del reparto. El director ruso Nikita Mikhalkov ("Ojos negros (1987)"), también realizó su personal adaptación con "12 (2007)", una interesante film aunque de excesivo metraje que obtuvo la nominación a la mejor película de habla no inglesa. En España también se animaron a adaptarla, en 1961 en el espacio Gran Teatro y en 1973 en el espacio Estudio 1. Hay que mencionar que aparte de la televisión y el cine, la obra de Rose ha sido también representada en el teatro en innumerables ocasiones.
Frase para recordar: "Por una u otra razón los prejuicios siempre buscan la verdad. Una verdad que yo desconozco y que es probable que nunca conozca".
Título original: Twelve angry men.
Director: Sidney Lumet.
Interpretes: Henry Fonda, Lee J. Cobb, E.G. Marshall, Jack Warden, Ed Begley, Martin Balsam.
Trailer:
Información complementaria:
Lee J. Cobb
Reseña escrita por Jesús Fariña
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Magnífico artículo sobre esa estupenda película. Por suerte fui uno de los actores que interpretaron el drama de Reginald Rose en el Teatro Lara de Madrid en 2011, y la experiencia fue inolvidable. Un texto así debería reponerse todos los años, por su temática y calidad. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias Angelo! Me imagino que participar en la obra teatral de esta magnífica historia sería una pasada. Un saludo y gracias por comentar!
ResponderEliminarInolvidable.
ResponderEliminarUn saludo Marcos! Todo un clásico! Buen fin de semana.
ResponderEliminarGrandísima película, una obra maestra del cine con un análisis detallado de muchos rasgos de la personalidad humana, con unos diálogos excepcionales y que mantiene la tensión en todo momento. Gran película y gran artículo.
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