Sidney Lumet con su obra maestra "12 hombres sin piedad (1957)" nos demostró la relatividad de las opiniones frente a un mismo hecho. Cada acontecimiento que percibimos de la realidad a través de nuestros sentidos tiene un componente personal que puede modificar dicho evento, ya que todo estímulo entrante debe atravesar nuestro cerebro para ser devuelto en forma de discurso hablado. Por tanto, cada cual puede tener una perspectiva distinta, sujeta a diferentes interpretaciones pese a ser un hecho constatable en el mundo real.
Lumet, se basa en este drama judicial y en la obligada deliberación de sus 12 personajes que deben conseguir un consenso unánime sobre si un joven de 18 años deber ser o no condenado a muerte para recrear cómo debemos lidiar en la sociedad con nuestras diferencias. Además, la película permite reflexiones de distintas características sobre el tema del liderazgo, la dinámica de grupos, el ejercicio de la dialéctica, la responsabilidad individual frente a las obligaciones cívicas, la configuración de los juicios y de las leyes que los regulan, así como una incisiva valoración de la pena de muerte y la importancia de la marginalidad en el mantenimiento de la violencia social. Todo este importante contenido y toda la acción del drama transcurren en una única sala de deliberación, exceptuando el prólogo y el epílogo. En hora y media Lumet va creando una sensación de claustrofobia acorde con la psicología de los personajes. Para ello, va acercando cada vez más la cámara a sus personajes, y jugando con la lente obtiene dicho efecto.
Con este sencillo truco, el espectador se ve inmerso en una historia sobre la que apenas tiene datos, pero que se van descubriendo, desvelándose con ello las distintas personalidades de los sujetos que decidirán si el chico vive o muere. Sidney Lumet crea con su cámara una continua asfixia, entre gestos crispados e íntimas angustias que atrapan a unos personajes ambiguos y, por ello, más cercanos, liderados por un sublime Henry Fonda. El argumento es todo un ejercicio reflexivo de discusión con réplicas y contrarréplicas absolutamente magistrales, perfectamente ejecutadas por un elenco de brillantes actores.
El director de este remake es Nikita Mikhalkov, el autor de "Quemado por el sol (1994)" y de "Ojos Negros (1987)". Con su guión elaborado junto a Vladimir Moiseyenko y Aleksandr Novototsky profundiza sobre el mismo debate de Lumet, pero desde una perspectiva más social.En palabras del propio director:
"Lo que emerge gradualmente de la deliberación del jurado es una visión panorámica de la Rusia actual con sus decepciones, corrupción, violencia interna, su humor negro, sus sentimientos y sus esperanzas." (Herald Tribune)
"12" estuvo nominada al Oscar en la categoría de Mejor Película de Habla No Inglesa, y se alzó con el León de Oro Especial en el Festival de Venecia. Partiendo del mismo esquema que la película original de Lumet, desde los créditos de inicio el director nos sumerge en una realidad bien distinta, la de su país Rusia.
En este film, el acusado que es un joven checheno menor de edad, aparece en pantalla y asume un papel tan protagonista como los demás miembros del jurado, simplemente que su voz no es oída.
Los créditos iniciales están integrados en una propuesta fotográfica y una composición de imágenes muy original que nos permite conocer cuáles son los antecedentes de un chico checheno que perdió a sus padres en el conflicto bélico entre Chechenia y las fuerzas gubernamentales del gobierno centralizador, que promete igualdad, libertad y fraternidad al mismo tiempo que desparrama cadáveres y miseria.
El director añade el panorama visual de la escena del crimen tanto para abrir como para cerrar el film, formando así un círculo perfecto, jugando con varias escenas de exteriores y añadiendo diferentes elementos a la original obra de Lumet.
El esquema de la trama es idéntico, doce integrantes de un jurado que deliberan sobre la culpabilidad o no del acusado, en este caso un joven checheno, que supuestamente ha asesinado a su padre adoptivo, un militar del ejército ruso, para robarle la paga. Sin embargo, esta vez Nikita Mikhalkov se permite recrear con más meticulosidad el drama particular de cada uno de los integrantes del jurado.
El lugar donde deben establecerse para deliberar, el gimnasio de un colegio, es también otra pieza clave que nos va sumergiendo en la realidad de la sociedad rusa del momento. Además, con ayuda de un magnífico montaje, el director va intercalando las palabras de los integrantes del jurado con escenas del joven encarcelado.
El director expone la vida, la psiquis y el corazón de los presentes, a lo que se agregan flashbacks de la vida del acusado, de su niñez e imágenes de la guerra.
El jurado del Festival de Cine de Venecia definió el film como:
"La confirmación de la maestría de Mikhalkov para explorar y revelarnos las humanidades, emociones y la complejidad de la existencia".
Con un variado abanico de protagonistas, Nikita Mikhalkov es capaz de presentarnos todos los estamentos sociales más característicos, así como sus principales problemas arrastrados del reciente pasado que conforman el sustrato subyacente de los problemas sociales actuales : Un conductor de taxis que no soporta a los judíos y maltratador de su hijo; Un cirujano nacido en el Caúcaso; un temeroso ejecutivo productor de TV que consiguió graduarse en Harvard; un anciano judío sobreviviente del holocausto; un humorista ambulante, el atractivo y rico director de un cementerio; el hijo de un antiguo jefe del partido comunista; un trabajador del metro, acostumbrado al antiguo sistema ruso de clanes familiares; un representante de la nueva democracia que intenta modernizar el país; un físico brillante que tras ser rechazado por el sistema ruso, debió vender su invento a una empresa extranjera y el presidente del jurado, un hombre recio de pelo blanco que se dedica a pintar acuarelas.
Todos ellos representan una parte de los restos de una sociedad fragmentada en la Rusia post-comunista. Si bien se conservan las líneas generales de la historia en cuanto a las pruebas reales o no del homicidio, los dramas personales de los integrantes del jurado son absolutamente únicos y llenos de humanidad.
Con mano firme, el director mantiene un ritmo impecable donde las reconstrucciones de la historia de la guerra en Chechenia y la honesta creación de cada personaje con sus contradicciones nos permiten reflexionar acerca de la existencia de certezas verdaderas.
En este remake, la demostración de la veracidad de las pruebas está terriblemente marcada por el contexto socio-cultural que han vivido los individuos que deben emitir su juicio. Además, el final es absolutamente sorprendente y original, congruente con el verdadero mensaje que su director quiere transmitir.
Todo el elenco de personajes está magnífico y no existe un líder claro desde el inicio de la trama y, como ya he comentado, aquí el acusado asume un protagonismo silencioso de máxima importancia.
En mi opinión, un remake que apoyado en una obra maestra sabe trasladar el debate a la sociedad rusa aportando tanto relatos íntimos como sociales muy interesantes.
Frases para recordar: "No busquen la verdad en la cotidianidad, intenten percibir la verdad en la existencia, en la esencia de la vida misma".
"La ley está por encima de todo, pero qué sucede cuando la misericordia está por encima de la Ley".
Director: Nikita Mikhalkov.
Intérpretes: Sergey Makovetskiy, Nikita Mikhalkov, Sergey Garmash, Valentin Gaft,Aleksey Petrenko, Yuriy Stoyanov, Sergey Gazarov, Mikhail Efremov.
Trailer:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
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