En 1953 Alfred Hitchcock estrenó una de sus películas más controvertidas. Tanto que le llevó casi una década sacarla a flote y se necesitaron de hasta una docena de guionistas para pulir el libreto de la obra en la que se basaba Yo confieso. Los que acabaron firmando el film fueron George Tabori y William Archibald. En primera instancia el actor protagonista debía ser Cary Grant pero este declinó el papel por su peliagudo tratamiento. Es decir un sacerdote que en el pasado había tenido un idilio con una mujer ahora casada. Idilio que será sacado a la luz tras un asesinato con culpable claro (para el espectador). Y usado en contra del cura para que confiese el asesinato. Asesinato que no cometió. Pero que por el secreto de confesión tampoco puede desvelar.
Finalmente fue Montgomery Clift el actor que daría vida al padre Michael Logan en una de sus actuaciones más recordadas. Clift venía de protagonizar dos años antes Un lugar en el sol (George Stevens) por la que fue nominado al Oscar. Las relaciones entre el director y la estrella, conocido actor del método. No fueron fáciles. Pero sí que se mantuvieron dentro de la cordialidad, por más que Clift no era ni por asomo de las primeras opciones para el personaje. Karl Malden ganador de un premio de la Academia por la monumental Un tranvía llamado deseo (1951) interpretaría uno de sus clásicos papeles de policía. En este caso un detective tremendamente hostigador que se vanagloria de cerrar todos sus casos. Anne Baxter tendría a su cargo el difícil papel de Ruth Grandfort. La joven enamorada de Logan cuando este aún no se había ordenado al sacerdocio, que tendrá un papel clave en el film. Baxter era una conocida femme-fatale del cine negro. No en vano fue la coprotagonista de El filo de la navaja (Edmund Goulding, 1946).
Aunque sobre decirlo estando Alfred Hitchcock de por medio. En Yo confieso estamos ante un film con una temática peliaguda y complicada. Además de ante una obra cuyo largo flashback con voz en off a cargo de Ruth (Baxter) ya vale por toda la película. Ojo a como esta todo visualizado sin ningún dialogo. Solo narrado por la voz que cuenta el pasado que envolvía a los personajes de Logan y Ruth. Una muestra de genialidad puramente Hitchcockniana de la que autores como De Palma, Spielberg o Zemeckis tomaron notas para sus películas en varios momentos de sus filmografías. Además tenemos una cinta que se mueve como si fuera una partida de cartas. Con los personajes jugando sus bazas como mejor les conviene. Algo también extensible a su director. Ojo a como se van cargando las tintas sobre los hombros de Logan. El único que sabe quien fue el asesino (junto al espectador, un truco muy de su autor) pero que se debe a un código. De igual manera que sirvió a él en su pasado en el ejercito. Lo servirá ahora en el sacerdocio. Aunque ello le cueste la vida. También da mucho juego como va moviéndose como una conciencia pérfida el personaje de Otto (O.E. Hasse). Además otro punto añadido es la forma en que Karl Malden encara su papel. El de un sabueso que se relame ante un caso que puede hacerle subir como la espuma. Véase cuando insta al fiscal del distrito a llamar a Ruth a su casa en plena noche. En cuanto a Clift aquí entrega una actuación realmente notable. Interiorizada como en él era costumbre y contenida. Siguiendo la línea del menos es más. No a tan buen nivel como el resto rinde Baxter. Demasiado teatral. No hay más que ver como no cambia su expresión y la mirada arriba en la secuencia que tiene junto a Clift a bordo del barco. Otros detalles dignos de reseñar van sobre el personaje de Villete (Ovila Légaré) quien a pesar de comenzar la cinta ya muerto reaparece en diversos flashbacks como una figura nada inocente. Una característica clásica del film noir. El muerto no era un santo.
Como no, en Yo confieso tenemos cameo de su director. Aquí muy pronto y un plano general. Cruzando la calle. Y además. Dos guiños seguidos a la figura de Humphrey Bogart. Un cartel de Sin conciencia (The enforcer, 1951) donde Bogie daba vida a un implacable fiscal del distrito a la caza de un eminente mafioso. Y cuando Logan mira un escaparate en donde un maniquí porta un traje con la famosa pajarita que inmortalizara Bogart. Como apunte final la cinta se rodó en la capital de Canadá, Quebec. Por aquello de la tan conocida moral americana. Además Hitchcock fue instado a recordar en varias ocasiones que el film estaba allí localizado y no en EEUU. Insertando varios carteles y puntualizando que la acción tenía lugar en Canadá. Apuntar que este film se estrenó en España con un doblaje censurado para cines. Algo que luego se corregiría con su doblaje para TVE con la voz de Clift a cargo del gran Rogelio Hernandez.
A pesar de su indudable calidad artística. Yo confieso fue recibida con frialdad. El hecho de que en el año siguiente su director firmara dos de sus obras más recordadas e imitadas; Crimen perfecto (1954) y La ventana indiscreta (1954) hizo que el film acabara ciertamente olvidado. Aunque el tiempo fue dándole más fama. Varios años después Hitchcock regresaría a un argumento similar con Falso culpable (1956) protagonizada por Henry Fonda. Y es que aquello de presentar a un personaje señalado por todos o confundido con otro siempre le dio mucho juego al maestro.
Título original: I Confess.
Director: Alfred Hitchcock.
Intérpretes: Montgomery Clift, Anne Baxter, Karl Malden, Brian Aherne, O.E. Hasse, Dolly Haas, Roger Dann, Charles André.
Trailer:
B.S.O.:
Reseña escrita por Jonathan Glez
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