El puente (en alemán Die Brücke) es una película alemana de 1959, dirigida por Bernhard Wicki. El guion está basado en la novela homónima del escritor y periodista Gregor Dorfmeister, más conocido por su seudónimo Manfred Gregor.
La película se sitúa en Alemania en 1945, en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. El conflicto bélico está llegando a su fin gracias al avance de las tropas aliadas, que ya están invadiendo Alemania. Mientras tanto, en un pequeño pueblo alejado del frente los niños y adolescentes que todavía van a la escuela y cumplen con sus labores del campo, siguen manteniendo la esperanza de un mundo mejor influidos por las ideas del Nacional- Socialismo. Ante la escasez de soldados para el frente, nuestro pequeño grupo de niños-adolescentes son reclutados y movilizados por la Wehrmacht. Los niños, fieles a sus ideales, a la educación recibida y con total ignorancia de lo que supone la guerra, deciden cumplir con su deber, dar el paso que socialmente se les exige para dejar de ser niños y entrar en el mundo de los adultos. De esta manera, perteneciendo ya al mundo adulto, piensan que podrán colaborar activamente, como los demás, en el desarrollo de un mundo mejor. El grupo recibe la orden de proteger un pequeño puente, de resistirse frente a la invasión extranjera en su propio territorio. Ellos se mueven entusiasmados, guiados por la idea de defender a su país y por la ideología nazi de "sangre y honor". Los chicos cumplirán las órdenes recibidas hasta sus últimas consecuencias.
Dirigida por el brillante y poco conocido realizador alemán Bernhard Wicki marca una gran diferencia con el resto de películas bélicas de la época. Para la adaptación del guion, el propio Wicki contó con la ayuda de Karl-Wilhelm Vivier y Michael Mansfeld.
En primer lugar, es una película destacable por su marcado, rotundo y demoledor mensaje antimilitarista, describiendo en la pantalla el sacrificio absurdo e inútil de un grupo de niños enviados a combatir como hombres por una causa perdida, lo cual realza el sinsentido de la guerra. Otro aspecto interesante es la visión que se ofrece de las tropas que han sido vencidas. Mientras la mayoría de las películas sobre la segunda Guerra Mundial se centran en el genocidio nazi, es interesante destacar que en las guerras sólo hay muertes y pérdidas. De este modo, el foco no se centra en la dualidad verdugos y víctimas, sino en el absurdo de los ideales que conducen a la muerte de cualquier tipo de personas.
También se refleja en el relato una dura crítica del propio ejército alemán y de sus mandos, capaces de enviar a la muerte de forma consciente a un grupo de niños.
Pero quizás uno de los dilemas más interesantes que se pretende mostrar es comprobar cómo la educación, apoyada en falsos ideales logra engañar y quedar enraizada en inocentes criaturas completamente desconocedoras de las consecuencias que podrán acarrear sus actos. Los chicos, en un intento de complacer a sus mayores, de integrarse en el mundo adulto, realizan ese "paso o ritual tribal" que los hará como los demás, sin ninguna capacidad de reflexión o crítica sobre las órdenes recibidas o el cumplimiento de lo que se espera de ellos.
La historia está contada con una gran sencillez narrativa y con un nítido lenguaje cinematográfico gracias a la impecable fotografía en blanco y negro de Gerd von Bonin, con encuadres metafóricos e imágenes imposibles de olvidar. También es destacable el montaje realizado por Carl Otto Bartning. Sin embargo, el film consigue trasmitir emociones muy fuertes que impactan en el espectador y ante las que es imposible quedar indiferente.
La película es una pequeña joya que conviene recordar de cuando en cuando porque en el mundo que vivimos, desgraciadamente, nunca se acaban las guerras, y las ideologías al servicio de unos pocos siguen llevando a los más jóvenes a la muerte, en cualquier lugar y en cualquier momento.
0 opiniones :
Publicar un comentario