Tucker es una película de Francis Ford Coppola estrenada en 1988 que narra el suceso más famoso en la vida de Preston Tucker (1903-1956), inventor, diseñador de automóviles y empresario que, a finales de los años 40, presentó al mundo uno de los mejores coches jamás construidos, el Tucker Sedan, conocido popularmente como Tucker Torpedo.
Este vehículo presentaba, entre otras novedades y aparte de su diseño futurista, un motor de 6 cilindros y 166 caballos con inyección de combustible, faros direccionables, discos de freno, suspensión independiente en cada rueda, carcasa reforzada y cinturones de seguridad; se trataba de un modelo absolutamente revolucionario cuyas características fueron implementándose poco a poco en el mercado automovilístico en décadas posteriores.Tucker estaba muy preocupado por la seguridad de los pasajeros, de manera que trató de concebir un automóvil que tuviese las máximas prestaciones en todos los aspectos.
Sin embargo, tan solo 51 de estos coches llegaron a producirse (uno de los cuales es propiedad del propio Coppola) porque la empresa de Tucker desapareció tan rápido como había aparecido, asolada por las deudas y la acusación de fraude; aunque nunca llegó a demostrarse, se convirtió en vox populi que los culpables de la caída en desgracia de Tucker habían sido las "Big three" (Ford, General Motors y Chrysler) ayudadas por el senador Homer S. Ferguson; estas grandes empresas no podían permitir que un recién llegado les hiciese la competencia con un coche mucho mejor que los suyos, poniendo en evidencia los fallos de seguridad de sus productos y que gran parte de los cientos de muertes al año en accidentes de tráfico se podían evitar. Tucker fue demandado y llevado a juicio, en el que él y todo su equipo fueron declarados inocentes, pero el daño ya estaba hecho y la empresa no pudo salir a flote.
Coppola siempre estuvo fascinado por esta historia, e intentó llevarla al cine en dos ocasiones previas, ninguna de las dos cuajó por la interferencia de otros proyectos, de manera que fue su amigo George Lucas el que revitalizó el proyecto poniendo prácticamente un cheque en blanco para rodar la historia de Tucker y así devolverle el favor por haber producido una década atrás "American Graffiti (1973)".
Tucker, un hombre y su sueño fue otro gran fiasco económico, a pesar de ser una película vibrante, tremendamente entretenida y magistralmente facturada en todos los aspectos; quizá ya no era la época propicia para una obra genuinamente estadounidense, que no esconde en ningún momento su parentesco con el cine de Frank Capra: el Tucker de Coppola es heredero directo de los héroes solitarios que James Stewart o Gary Cooper interpretaron en "Juan Nadie (1941)" o "Caballero sin espada (1939)", cruzados del sueño americano enzarzados en una imposible batalla contra políticos corruptos, manipuladores de masas y grandes corporaciones.
Coppola está llevando aquí a la pantalla su propia vida, su propio sueño. Igualmente, como los grandes creadores, es megalómano, ambicioso, innovador, temerario, decidido. Juega al cine y arriesga. No con el dinero de los demás, del contribuyente, sino con el suyo propio. Ganas o pierdes. He aquí la apuesta. Coppola se juega la propia productora (Zoetrope), quebrada tras el fracaso estrepitoso de la maravillosa "Corazonada (1982)".
Con un poderoso guión de los veteranos David Seidler y Arnold Schulman (que había trabajado para el mismísimo Frank Capra) se puso en marcha al equipo habitual de Coppola logrando resultados formidables: todo en esta película es superlativo, desde la recreación de época a cargo de Dean Tavoularis, Alex Tavoularis y Armin Ganz (dirección artística, diseño de decorados) y Milena Canonero (diseño de vestuario), pasando por la fotografía colorista al estilo del technicolor del Hollywood clásico (Vittorio Storaro), la música de Joe Jackson y Carmine Coppola (plagada de ritmos del momento) y la planificación y montaje de Coppola, que emplea el lenguaje publicitario de la época y una composición y sucesión de escenas muy al estilo de Ciudadano Kane.
El apartado actoral cuenta con un reparto de absoluto lujo: Jeff Bridges se lleva el gato al agua interpretando a un Tucker tremendamente carismático, al que presta una genuina e impagable sonrisa que aguanta frente a viento y marea; le secunda un conmovedor Martin Landau (que roba todas las escenas en que aparece) y el propio patriarca de los Bridges, Lloyd Bridges, como el traicionero senador Ferguson. También son muy destacables Joan Allen como la abnegada esposa de Tucker, Frederic Forrest como su ingeniero jefe y un insólito Dean Stockwell que protagoniza una única y memorable escena en la que encarna a Howard Hughes.
Tucker es una película totalmente fuera de lugar a finales de los 80, demasiado clásica y demasiado moderna al mismo tiempo, así mismo la que quizá sea la obra más personal de Coppola, como Tucker, Coppola se enfrentó a grandes poderes para realizar sus sueños cinematográficos, armado de una fe infinita en si mismo y un enorme talento y desparpajo. Coppola estaba tan vapuleado como acaba el propio Tucker, pero, en palabras del propio personaje, "qué más da haber producido 50 coches o 50.000, lo importante es la idea".
Título original: Tucker: the Man and His Dream.
Director: Francis Ford Coppola.
Intérpretes: Jeff
Bridges, Joan
Allen, Martin
Landau, Frederic
Forrest, Mako, Christian
Slater, Lloyd
Bridges, Elias
Koteas.
Trailer:
B.S.O.:
Reseña escrita por Ramón Abelló Miñano
2 opiniones :
Los carros que salen en la película,son tucker originales?
Los prestaron sus dueños?
Son hechizos?
El mal del Tucker va ésser que era un cotxe tecnològicament avançat al seu temps i feia aparèixer als altres vehicles com antics i que els tres grans eren fabricants de Ferralla això no és podia permetre.El 1934 amb el Crysler Airflow que també s,avançava al seu temps i el públic es va trobar desorientat tot i que altres fabricants van seguir la línia estètica.
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