"Había en Extremadura,... una región montañosa desolada, en la que no había más que piedras, brezo y cabras: Las Hurdes...Yo acababa de leer un estudio... sobre aquella región por Legendre... que me interesó sobremanera. Un día... hablando de la posibilidad de hacer un documental sobre Las Hurdes, con mi amigo Sánchez Ventura y Ramón Acín, un anarquista, este me dijo... "Si me toca el gordo de la lotería, te pago esa película". A los dos meses le tocó la lotería... Y cumplió su palabra". Con estas palabras, explica el propio Buñuel como engendró el rodaje de este documental.
Las Hurdes es una comarca en el Sistema Central, en el extremo norte de la provincia de Cáceres, Extremadura. Luis Buñuel viajó hasta el territorio de las Hurdes para rodar durante dos meses este documental, en blanco y negro, de veintisiete minutos escasos de duración, narrado mediante voz en off por Abel Jacquin, durante la época del segundo gobierno republicano, el radical-cedista o bienio negro, el cual censuró la exhibición del mismo por ofrecer una mala imagen del país; me pregunto si es que en las Hurdes bajas había otra que no fuera esta en esa época. El director de Calanda realiza un duro trabajo, parece ser, que sin guión alguno, a excepción de las notas que él mismo recogía en su libreta y que luego rodaba en base a ellas, donde pone de manifiesto la situación de atraso, insalubridad y de paupérrima miseria de los hurdanos que habitan y malviven en este lugar inhóspito, árido y hostil. Llama la atención en un momento la voz en off cuando manifiesta: "es curioso que no se oiga nunca cantar a nadie aquí". Perfectamente comprensible, el hambre y la miseria no suelen producir un sentimiento lírico ni armónico, más bien lo contrario.
Buñuel denuncia episodios comprobados a través del ojo de su cámara como el problema de las enfermedades, especialmente la desnutrición, las fiebres y el bocio (no en vano en 1922 el propio rey Alfonso XII viajó hasta la zona para comprobar por sí mismo estos problemas) la falta de higiene, el cretinismo y la muerte, especialmente duros son los planos sobre la muerte de un bebé y el traslado del cadáver a hombros de los hombres hasta el pueblo más cercano; o esa treintena de hombres que a pie marchan a las Ciudades de Cáceres y Salamanca con la única compañía de una manta para encontrar un trabajo y dinero en la siega, volviendo al tiempo sin ambas cosas.
Buñuel denuncia episodios comprobados a través del ojo de su cámara como el problema de las enfermedades, especialmente la desnutrición, las fiebres y el bocio (no en vano en 1922 el propio rey Alfonso XII viajó hasta la zona para comprobar por sí mismo estos problemas) la falta de higiene, el cretinismo y la muerte, especialmente duros son los planos sobre la muerte de un bebé y el traslado del cadáver a hombros de los hombres hasta el pueblo más cercano; o esa treintena de hombres que a pie marchan a las Ciudades de Cáceres y Salamanca con la única compañía de una manta para encontrar un trabajo y dinero en la siega, volviendo al tiempo sin ambas cosas.
En los veintisiete minutos del documental se encuentran 259 planos, lo que significa una media de casi 7 segundos de duración media por plano, una duración que parece ser demasiado alta para el formato de documental, donde se insertan fragmentos de la sinfonía nº 4 de Johannes Brahms. Existen dos versiones distintas del mismo documental, la primera estrenada en 1933 fue una versión muda donde no existían los títulos de crédito y era comentada por el propio director in situ. La segunda versión sonora fue estrenada en 1936, ya con el gobierno del Frente Popular, la cual fue exhibida en distintos países europeos, utilizándose como arma de propaganda contra el fascismo y de apoyo a la II República Española.
Este realista documental de denuncia y mensaje social no está exento de polémica, además de la censura sufrida en su momento por el gobierno, se han alzado voces tildándolo de manipulador y falsario, quizás en relación a dos o tres escenas que fueron rodadas con anterioridad, como lo es la caída de la cabra hacia el precipicio o la escena del asno repleto de abejas. En cualquier caso, sirvió, y sirve, para sacudir las conciencias más relajadas sobre la situación en una región determinada de nuestro país.
Director: Luis Buñuel.
Corto:
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