Fritz Lang realizaría con esta cinta su séptima película en lo que se denominó su segunda etapa cinematográfica, enmarcada dentro de Estados Unidos. Su experiencia acumulada durante años en Europa y principalmente en Alemania, le permitieron crear un estilo propio, el cual partiendo de un expresionismo técnico y formal, alberga un contenido muy crítico, fiel a su ética y reflejo de la época histórica que le tocó vivir. Fritz Lang mantuvo siempre unos férreos principios éticos, que no religiosos, pese a su educación católica, que lo empujaron durante toda su vida a señalar y a mostrar que el mal existe. Desde su perspectiva como cineasta siempre sintió la obligación de señalar dónde se esconde la maldad, de exponerla y denunciarla para que todos podamos verla y, consecuentemente, modificarla. "Los verdugos también mueren" fue estrenada en 1943, y aunque está englobada dentro de las películas antinazis producidas por Hollywood durante la Guerra, no es una cinta de mera propaganda política. Existe una dualidad ética que se extiende durante todo el metraje. La cinta que nos ocupa junto con "El hombre atrapado (1941)" y las posteriores: "El ministerio del miedo (1944)" y "Clandestino y caballero (1946)", cierran un bloque de temática explícita antinazis. Producida de manera independiente, el guión fue escrito por el propio Lang en colaboración con Bertolt Brecht y John Wexley. Brecht no apareció durante años en los créditos porque el gremio de guionistas le negaba el reconocimiento, a pesar del empeño de Wexley, quien gozaba por entonces de cierta reputación.
Reputación que no duró muchos años ya que, a comienzos de la siguiente década Wexley sería incluido en la "lista negra" por el Comité de Actividades Antiamericanas y la película etiquetada de subversiva, bajo la sospecha de contener diálogos considerados pro-comunistas, y no volvería a ser exhibida en los Estados Unidos hasta mediados de los 70. Partiendo de un acontecimiento histórico, como fue el asesinato de "El Verdugo", jefe del gobierno nazi de la Praga ocupada, el 27 de mayo de 1942, Lang crea una relato artístico que sirve además como denuncia de los ultrajes y abusos a los que se vio sometida la población Checa durante la ocupación alemana. El verdugo al que hace referencia el título fue un personaje del todo real, Reinhard Heydrich, uno de los hombres principales del aparato de Hitler, número 2 de las SS, quien estuvo a cargo de la ciudad de Praga durante la ocupación nazi sembrando el terror en la población, y fusilando sin piedad a miles de personas mientras la población autóctona carecía de los elementos más básicos para alimentarse o sobrevivir. Sobre este telón de fondo, con una ciudad abatida y sumida en la miseria, el film nos cuenta a modo de suspense, los intentos de la resistencia checa por ocultar la identidad del asesino de Heydrich, un miembro importante de la resistencia que consigue escapar con vida y que durante su huida involucra accidentalmente a la familia Novotny, que acabará tan implicada en el asunto como el resto de los ciudadanos, empeñados en proteger la identidad del buscado asesino. Se nos plantea así un relato en el que se establece un duelo de ingenios entre los ocupantes nazis y los miembros de la resistencia Checa.
Años más tarde se sabría que en realidad el tal Heydrich fue asesinado por un comando británico en 1942, pero cuando se rodó la película, en 1943, este hecho todavía no se conocía. Los alemanes habían fusilado a 1600 personas en Praga como represalia, por lo que el film es todo un homenaje en clave de reconocimiento de todo el pueblo Checo. Toda la cinta mantiene un duelo constante, ya sea íntimo, como dilema personal o colectivo, entre dos bandos enfrentados. El poder de los invasores ejercido desde la más cruda violencia, expuesta sin tapujos para crear el desconcierto, paranoia y en definitiva, el pánico entre la población que desean someter. Lang realiza un crudo y honrado retrato de la terrible vida de la población civil checa de la época. Apoyado por una puesta en escena que logra extraer de la historia insólitos rasgos de inquietante belleza, y gracias a los impactantes diálogos en boca de los protagonistas, logra una cinta tan espléndida como turbadora. Partiendo de esta intensa trama, Lang pone la herencia del expresionismo alemán y toda su sabiduría narrativa al servicio de una intriga perfectamente medida, en la que los dilemas morales asaltan a unos personajes profundamente humanos. Las luces y las sombras, la composición, la puesta en escena, el montaje y las principales interpretaciones completan una película excelente. El ritmo narrativo no concede tregua y va creciendo en intensidad hasta provocar auténtico miedo, casi claustrofobia. La excelente fotografía en blanco y negro, a cargo de James Wong Howe, a la que se suman sobrecogedores primeros planos, sombras alargadas que matizan los personajes más siniestros de la Gestapo y ángulos envolventes e imposibles que acentúan la atmósfera de miedo y opresión total bajo el nazismo, son el sello indiscutible del maestro del expresionismo. Entre el elenco destacan, fundamentalmente, las interpretaciones de Gene Lockhart como el traidor de la industria cervecera checa, Czaka, y Granach Alexander, dando vida al astuto, despiadado y calculador inspector de la Gestapo.
Anna Lee, como la hija del profesor Novotny, representa perfectamente la angustia y desconcierto que la invaden atrapada en una ola de miedo, con unos gestos más próximos al cine expresionista de Lang. Walter Brennan (el profesor Novotny), en un papel al que nos tiene acostumbrados, consigue transmitir de forma correcta la altura moral del personaje que representan, pero con un estilo más austero. El que resulta peor parado en su personaje es Brian Donlevy, que no consigue transmitir todos los matices que su personaje despliega, algo que pasa totalmente desapercibido en el contexto de la película gracias al excelente lenguaje visual de su director. El estilo geométrico de Lang se hace presente desde los primeros planos en la reunión nazi, donde se nos presenta al personaje histórico detonante de la trama. "El Verdugo" es descrito como un megalómano sin escrúpulos, que disfruta implantando y ejerciendo su poder sobre una población que considera inferior, negándose incluso a hablar el idioma del País donde reside, y donde su extrema suspicacia le conduce a ordenar fusilamientos masivos de la población sin el más mínimo remordimiento. Para su presentación en escena, Lang utiliza una geometría muy germánica, un pasillo perfectamente ordenado para que se pasee Heydrich, mientras todos le rinden pleitesía, Un gran planodetalle resaltando el cuadro de Hitler, su empeño en que todos lo traten como si de un emperador se tratara y su negativa a escuchar ninguna demanda de las necesidades del pueblo Checo, lo retratan como un auténtico Verdugo. Durante toda la cinta hay múltiples detalles visuales. Desde sus mismos inicios sorprendía por su inventiva y originalidad, como muestra el encadenado del coche de Heydrich al coche que espera al ejecutor del atentado.
Magnífica la escena por las calles de Praga durante la persecución dl mismo: los travellings y las panorámicas, crean un suspense excelente desde el arranque mismo del relato. Todo está perfectamente orquestado para describir la miseria de la población y el exceso de celo policial que los asfixia. Hay una escena particularmente brillante, cuando el autor del atentado, Dr. Franticek Svoboda / Karel Vanek, (Brian Donlevy) se esconde en un portal oscuro que divide la pantalla en dos partes: El exterior, la calle donde un batallón lo busca y el interior, en la otra mitad del plano donde el miembro de la resistencia se esconde tras la hoja de una puerta con la pistola en la mano. Como en cada una de las escenas, Lang mantendrá el suspense hasta el límite, y su resolución pasará a encadenar el acontecimiento siguiente. Otro brillante detalle visual será el reflejo de la chica en un charco de la calle que mira él, Karel Vanek, nuestro protagonista tras librarse graciasa ella (Anna Lee) del ejército que lo persigue. Una mirada indirecta a través de un chaco que anticipa su relación de ocultaciones y engaños con la chica para lograr un objetivo común . El ritmo y el sentido narrativo de Lang es excelente, una tensión constante acapara todas las escenas del film. Cada escena, cada plano consiguen alcanzar el borde de la crispación. Como ya he comentado en otra ocasión, Lang no era partidario de mostrar la violencia explícita en sus películas, ya que la consideraba de mal gusto. Otra cualidad más que le hace valerse de su ingenio para que tengamos la misma sensación que si hubiéramos visto las ejecuciones o las torturas. Con diferentes elipsis, juego de sombras o fuera de plano, el terror está servido. Sabe proyectar en la pantalla magistralmente el miedo y desconfianza que sentían todos y cada uno de los personajes del entramado, de la vida de unos personajes en una ciudad sometida. Desde la señora del puesto de verduras, pasando por el conductor de un carruaje hasta los militantes de la resistencia, todos despliegan un abanico de cualidades y son puestos a prueba para demostrar su valor. Y ese parece ser el principal objetivo del film, mostrar la violencia impune de los gobernantes frente a una población que se debate entre contradicciones humanas como la delación bajo tortura, el pánico, la paranoia o mantener la rebeldía más allá de sus propias vidas.
Reputación que no duró muchos años ya que, a comienzos de la siguiente década Wexley sería incluido en la "lista negra" por el Comité de Actividades Antiamericanas y la película etiquetada de subversiva, bajo la sospecha de contener diálogos considerados pro-comunistas, y no volvería a ser exhibida en los Estados Unidos hasta mediados de los 70. Partiendo de un acontecimiento histórico, como fue el asesinato de "El Verdugo", jefe del gobierno nazi de la Praga ocupada, el 27 de mayo de 1942, Lang crea una relato artístico que sirve además como denuncia de los ultrajes y abusos a los que se vio sometida la población Checa durante la ocupación alemana. El verdugo al que hace referencia el título fue un personaje del todo real, Reinhard Heydrich, uno de los hombres principales del aparato de Hitler, número 2 de las SS, quien estuvo a cargo de la ciudad de Praga durante la ocupación nazi sembrando el terror en la población, y fusilando sin piedad a miles de personas mientras la población autóctona carecía de los elementos más básicos para alimentarse o sobrevivir. Sobre este telón de fondo, con una ciudad abatida y sumida en la miseria, el film nos cuenta a modo de suspense, los intentos de la resistencia checa por ocultar la identidad del asesino de Heydrich, un miembro importante de la resistencia que consigue escapar con vida y que durante su huida involucra accidentalmente a la familia Novotny, que acabará tan implicada en el asunto como el resto de los ciudadanos, empeñados en proteger la identidad del buscado asesino. Se nos plantea así un relato en el que se establece un duelo de ingenios entre los ocupantes nazis y los miembros de la resistencia Checa.
Años más tarde se sabría que en realidad el tal Heydrich fue asesinado por un comando británico en 1942, pero cuando se rodó la película, en 1943, este hecho todavía no se conocía. Los alemanes habían fusilado a 1600 personas en Praga como represalia, por lo que el film es todo un homenaje en clave de reconocimiento de todo el pueblo Checo. Toda la cinta mantiene un duelo constante, ya sea íntimo, como dilema personal o colectivo, entre dos bandos enfrentados. El poder de los invasores ejercido desde la más cruda violencia, expuesta sin tapujos para crear el desconcierto, paranoia y en definitiva, el pánico entre la población que desean someter. Lang realiza un crudo y honrado retrato de la terrible vida de la población civil checa de la época. Apoyado por una puesta en escena que logra extraer de la historia insólitos rasgos de inquietante belleza, y gracias a los impactantes diálogos en boca de los protagonistas, logra una cinta tan espléndida como turbadora. Partiendo de esta intensa trama, Lang pone la herencia del expresionismo alemán y toda su sabiduría narrativa al servicio de una intriga perfectamente medida, en la que los dilemas morales asaltan a unos personajes profundamente humanos. Las luces y las sombras, la composición, la puesta en escena, el montaje y las principales interpretaciones completan una película excelente. El ritmo narrativo no concede tregua y va creciendo en intensidad hasta provocar auténtico miedo, casi claustrofobia. La excelente fotografía en blanco y negro, a cargo de James Wong Howe, a la que se suman sobrecogedores primeros planos, sombras alargadas que matizan los personajes más siniestros de la Gestapo y ángulos envolventes e imposibles que acentúan la atmósfera de miedo y opresión total bajo el nazismo, son el sello indiscutible del maestro del expresionismo. Entre el elenco destacan, fundamentalmente, las interpretaciones de Gene Lockhart como el traidor de la industria cervecera checa, Czaka, y Granach Alexander, dando vida al astuto, despiadado y calculador inspector de la Gestapo.
Anna Lee, como la hija del profesor Novotny, representa perfectamente la angustia y desconcierto que la invaden atrapada en una ola de miedo, con unos gestos más próximos al cine expresionista de Lang. Walter Brennan (el profesor Novotny), en un papel al que nos tiene acostumbrados, consigue transmitir de forma correcta la altura moral del personaje que representan, pero con un estilo más austero. El que resulta peor parado en su personaje es Brian Donlevy, que no consigue transmitir todos los matices que su personaje despliega, algo que pasa totalmente desapercibido en el contexto de la película gracias al excelente lenguaje visual de su director. El estilo geométrico de Lang se hace presente desde los primeros planos en la reunión nazi, donde se nos presenta al personaje histórico detonante de la trama. "El Verdugo" es descrito como un megalómano sin escrúpulos, que disfruta implantando y ejerciendo su poder sobre una población que considera inferior, negándose incluso a hablar el idioma del País donde reside, y donde su extrema suspicacia le conduce a ordenar fusilamientos masivos de la población sin el más mínimo remordimiento. Para su presentación en escena, Lang utiliza una geometría muy germánica, un pasillo perfectamente ordenado para que se pasee Heydrich, mientras todos le rinden pleitesía, Un gran planodetalle resaltando el cuadro de Hitler, su empeño en que todos lo traten como si de un emperador se tratara y su negativa a escuchar ninguna demanda de las necesidades del pueblo Checo, lo retratan como un auténtico Verdugo. Durante toda la cinta hay múltiples detalles visuales. Desde sus mismos inicios sorprendía por su inventiva y originalidad, como muestra el encadenado del coche de Heydrich al coche que espera al ejecutor del atentado.
Magnífica la escena por las calles de Praga durante la persecución dl mismo: los travellings y las panorámicas, crean un suspense excelente desde el arranque mismo del relato. Todo está perfectamente orquestado para describir la miseria de la población y el exceso de celo policial que los asfixia. Hay una escena particularmente brillante, cuando el autor del atentado, Dr. Franticek Svoboda / Karel Vanek, (Brian Donlevy) se esconde en un portal oscuro que divide la pantalla en dos partes: El exterior, la calle donde un batallón lo busca y el interior, en la otra mitad del plano donde el miembro de la resistencia se esconde tras la hoja de una puerta con la pistola en la mano. Como en cada una de las escenas, Lang mantendrá el suspense hasta el límite, y su resolución pasará a encadenar el acontecimiento siguiente. Otro brillante detalle visual será el reflejo de la chica en un charco de la calle que mira él, Karel Vanek, nuestro protagonista tras librarse graciasa ella (Anna Lee) del ejército que lo persigue. Una mirada indirecta a través de un chaco que anticipa su relación de ocultaciones y engaños con la chica para lograr un objetivo común . El ritmo y el sentido narrativo de Lang es excelente, una tensión constante acapara todas las escenas del film. Cada escena, cada plano consiguen alcanzar el borde de la crispación. Como ya he comentado en otra ocasión, Lang no era partidario de mostrar la violencia explícita en sus películas, ya que la consideraba de mal gusto. Otra cualidad más que le hace valerse de su ingenio para que tengamos la misma sensación que si hubiéramos visto las ejecuciones o las torturas. Con diferentes elipsis, juego de sombras o fuera de plano, el terror está servido. Sabe proyectar en la pantalla magistralmente el miedo y desconfianza que sentían todos y cada uno de los personajes del entramado, de la vida de unos personajes en una ciudad sometida. Desde la señora del puesto de verduras, pasando por el conductor de un carruaje hasta los militantes de la resistencia, todos despliegan un abanico de cualidades y son puestos a prueba para demostrar su valor. Y ese parece ser el principal objetivo del film, mostrar la violencia impune de los gobernantes frente a una población que se debate entre contradicciones humanas como la delación bajo tortura, el pánico, la paranoia o mantener la rebeldía más allá de sus propias vidas.
Título original: Hangmen Also Die!
Director: Fritz Lang.
Intérpretes: Brian
Donlevy, Anna
Lee, Walter
Brennan, Gene
Lockhart, Dennis
O'Keefe, Alexander
Granach.
Trailer:
Escena:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
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