"Child 44" llegó a Cines de nuestro país de la mano de eOne
Films después de sufrir uno de los mayores fracasos de la historia reciente del
cine americano; producida por Ridley Scott y dirigida
por Daniel Espinosa ("Easy money (2010)",
"El invitado (2012)"), la adaptación de la novela basada en
los asesinatos reales de "El cirujano de Rostov" escrita en 1998
por Tom Rob Smith, apenas recaudo más de un millón de $ con un
presupuesto estimado entre 50/60 millones. Las razones de su fiasco se
relacionaron con las durísimas críticas negativas en la previa de su
lanzamiento y con el tono claramente desalentador de su historia, en estos
tiempos parece que nadie quiere ir a ver una película sobre un asesino de
niños, y menos aún si está ambientada en Europa. Pero, ojo, parece ser no fue
tomado en cuenta por sus productores, el hecho que desde 1990 con "La
caza del Octubre rojo" un film de (o con) actores americanos
dando vida a rusos o europeos con otro acento que no sea el suyo propio se han
contado por fiascos.
Desgranar el argumento de El niño 44 es
toda una odisea, tiene un gran número de sub-tramas todas ellas tremendamente
densas, y que pretende solventar en algo más de dos horas, una misión altamente
imposible. Los personajes centrales del relato son Leo Demidov (Hardy)
y su esposa Raisa (Rapace). El primero fue un superviviente proveniente de un
orfanato, adoptado por el régimen, y apodado Leo, como el Leon. Años después
Leo fue clave en la toma de Stalin de Rusia, y elevado a la categoría de héroe de
guerra. Recibió un puesto en la MGB, y se dedico a llevar a cabo su trabajo sin
cuestionar las ordenes, eso sí, no dispara un arma contra ningún ser humano en
toda la película. Algo que le costara numerosos enfrentamientos físicos y no
menos palizas. Cuando su vida parece ideal, aparece muerto el hijo de su mejor
amigo y compañero en el MGB, Alexei (Fares) con evidentes signos de haber sido
asesinado, la investigación dictamina que fue un accidente, y la autopsia es
manipulada, Leo es el encargado de leer el informe, aún sabiendo que en este
solo hay mentiras. Más tarde, tras mostrar sus (pequeñas) reticencias con el
caso, le instan a investigar a una sospechosa de traidora, su propia esposa.
Tras dudar de ella, e investigar, Leo dictamina ante sus superiores que Raisa
es inocente. Pero como respuesta recibe el destierro. Paralelamente se
alimentan las sub-tramas que siguen el oído acérrimo de Vasili (Joel Kinnaman)
hacia Leo, del que quiere su puesto en el MGB y su vida. Y los nuevos
asesinatos de sometidos por el ahora llamado ‘El cirujano’ que están dejando un
rastro de cadáveres siempre cerca de las vías del tren. Todo ello, mezclado con
los tremebundos azares que la vida les tiene guardados a Leo y Raisa,
condenados en vida a morir en el destierro de Volsk.
Con todos esos frentes abiertos, estaba
claro que una o varias de las historias paralelas de El niño 44 iban
a quedar o resultas rápida o fallidamente. Y eso es exactamente lo que sucede.
Solo la que sigue la vida en pareja de Leo y Raisa tiene un comienzo, un nudo y
desenlace claro, y bien resuelto, Magníficamente resuelto añadiría. Es tremenda
la entrega al personaje de Hardy (imprescindible su versión original) y la
fuerza para sobrevivir y adaptarse de Raisa, ojo a cuando le dice a su marido
las verdaderas razones por las que acepto casarse con él, tremendo testimonio.
Luego entra en escena Vasili, un tipo parco en palabras, con sed de sangre y
entregado totalmente al régimen, que odia de forma enfermiza a Leo, y cuya
misión será la de destruirle moral y luego físicamente. Pasa, que sus idas y
venidas en el metraje van restándole punch a su trama y a su
personaje, a favor del de ‘El cirujano’ cuya identidad en primera instancia es
escondida, y luego revelada de forma inesperada sin ningún tipo de sorpresa, y
con unas explicaciones casi nulas. No ayuda la desangelada interpretación del
actor elegido, y los motivos que da para hacer lo que hace. Todo eso, se mezcla
con la investigación de Leo para encontrar al asesino, y su vuelta a Moscú con
una identidad falsa. Hay un punto de no-retorno en El
niño 44 en donde el espectador pasa de creer que cualquier cosa puede
pasar a lo contrario. Es aquel en donde Leo, tras serle administrado el suero
de la verdad, es enviado en un vagón a Volsk de nuevo, pero con dos asesinos
que acabaran con su vida en mitad del camino. Es un momento tremendo, no tan
nítidamente filmado como debiera, pero conseguido en tensión. Pasa que si uno
acaba viendo como tras ser apalizado y acuchillados tanto Leo
como Raisa, siguen en la siguiente secuencia en pie, comienza a pensar que más
que supervivientes son inmortales.
Espinosa se apuntó un tanto con El invitado,
un thriller de acción que prometió hasta secuela. Pero aquí, en lugar de dar un
paso más allá, retrocede un peldaño, no sabiendo manejarse en una historia
demasiado densa, y a la vista de sus posibilidades, ambiciosa. Vale que nos da
una idea clara del Estado del miedo y la opresión que supuso el régimen de
Stalin. Y que su ambientación es sencillamente espectacular. Pero Espinosa, va
hilvanando escena de acción fallida (su toma de Rusia, con una set-pieces de
guerra en donde no se ve nada más que el fuego de los disparos) con otra
acertada (la caza al personaje de Jason Clarke) y así en sucesivas. Mientras
los actores, en su mayoría se entregan en cuerpo y alma a los personajes. Por
momentos parece que El niño 44 no sabe que quiere ser
sí un thriller de investigación o un drama de post-guerra, sí un film de acción
o una historia de odios arraigados al alma. Tiene un halo descarnado que
sobrevuela su historia, contiene momentos durísimos, pero navega en un mar de
dudas, e historias inconclusas. Eso sí, es un film que decididamente vale la
pena por la sobresaliente labor de Tom Hardy, con una de las mejores
interpretaciones del año. Una pena que casi nadie lo haya visto.
Título original: Child 44.
Director: Daniel Espinosa.
Reparto: Tom Hardy, Noomi Rapace, Gary Oldman, Fares
Fares, Joel Kinnaman, Vincent Cassel, Jason Clarke, Josef Altin, Ned Dennehy,
Charles Dance, Paddy Considine.
Trailer:
B.S.O.:
Reseña escrita por Jonathan Glez
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