Will Kane (Gary Cooper), ha sido
el honrado sheriff durante muchos años de un pequeño pueblo del viejo Oeste
llamado Hadleyville. Pero al contraer matrimonio con una bella joven procedente
del Este, Amy (Grace Kelly), decide apostar por una vida más segura y abandonar
su trabajo para instalarse como comerciante en otros asentamientos más
civilizados y urbanitas. Sin embargo, tras finalizar la
ceremonia de boda y antes de que los enamorados puedan iniciar su propia luna
de miel, llega al pueblo la noticia de que un despiadado criminal, Miller (Ian
MacDonald), atrapado por Kane años atrás y que juró venganza en su juicio,
acaba de salir de prisión. La noticia atemoriza a todo el
pueblo y crea un dilema en nuestro protagonista que debe decidir entre partir
rápidamente con su reciente esposa y huir del peligro dejando al pueblo sin
ninguna figura de autoridad hasta que llegue el nuevo Sheriff al día siguiente. Todos somos testigos del
desembarco en la estación de tren de la antigua banda de pistoleros del
villano, compuesta por tres forajidos, los cuales inician la tensa espera que
pone en alerta a todos los habitantes del pequeño pueblo. Inicialmente, Kane y su esposa
abandonan el pueblo preocupados fundamentalmente por su propia seguridad. Sin
embargo, el sentido del deber y el peso de la responsabilidad inclinará la
balanza y determinará el destino de Will Kane.
Nadie apoya su decisión, la
consideran demasiado arriesgada e inútil. Su propia esposa Amy lo amenazará con
partir en el tren del mediodía, el mismo que llegará al pueblo trayendo al
forajido vengativo. Pese a no contar con ningún apoyo y recibir diferentes presiones,
decepciones y desencuentros con personas que consideraba grandes amigos,
seguirá empecinado en mantener su labor de sheriff hasta el final. Todos le
volverán la espalda, excepto su antigua amante Helen Ramírez (Katy Jurado). Zinnemann dirige esta peculiar
historia de western, con la ayuda del productor Stanley Kramer y del guionista
Carl Foreman, el cual en septiembre de 1951, durante su rodaje tuvo que
presentarse ante el Comité Parlamentario sobre Actividades Antiamericanas. Como
se negó a brindar información, pasó a integrar las listas negras. Por tanto, es
fácil entender que sea una alegoría de la propia situación personal de su
guionista. La situación particular vivida
por el sheriff se va narrando en tiempo real con un planteamiento más propio de
una cinta de suspense que de un western. Zinnemann, consigue mantener la
tensión haciendo que el espectador imagine la violencia que se avecina y para
ello cuenta con objetos simbólicos que transmiten un mensaje aterrador, como el
plano que muestra la silla vacía desde donde el condenado amenazó de muerte a
Kane, la presencia en las vías del tren de tres pistoleros esperando a que el
reloj marque las doce en punto del mediodía y la llegada del tren y,
especialmente simbólico, es la presentación discontinua pero permanente del
reloj marcando las horas, los minutos, los segundos que parecen describir una
muerte anunciada de un hombre. Una figura de autoridad que ha dedicado años en
mantener la ley en un pequeño asentamiento de colonos, los cuales son descritos
como olvidadizos, desagradecidos, y pseudorrazonadores de una cobardía que no
tiene más explicación que el propio egoísmo humano y la falta de solidaridad.
Durante la mayor parte del
metraje, la trama avanza sin tiroteos, sin ninguna escena de acción en espacios
abiertos, algo inusual en los westerns. El relato va describiendo las
diferentes excusas que busca cada individuo para no afrontar sus propios miedos
y miserias. La fuerza dramática de la música
de Dimitri Tiomkin apoya dos elementos fundamentales: al protagonista, dándole
mayor profundidad a la interpretación de Gary Cooper, y al suspense creado
gracias a la colaboración del montador Elmo Williams que supo convertir una
película del oeste en una historia de suspense a contrarreloj. Fue él quien
tuvo la idea de que la película durara exactamente lo mismo que la acción del
film, es decir, 84 minutos. Para indicarlo insertó una serie de planos de un
reloj que iba avanzando en tiempo real y que además provocaba una tensión en
aumento ante la llegada de la hora del ataque. Dimitri Tiomkin era por entonces
uno de los autores más respetados de Hollywood. Había destacado junto al
director Frank Capra en títulos como "Juan Nadie (1941)" o "¡Qué bello es vivir! (1946)" o al
lado de Alfred Hitchcock en "La sombra de una duda (1943)". También había compuesto
música para alguna película del oeste como "Duelo al sol (1946)". Pero Tiomkin tenía
en mente una idea nueva, quería comenzar la película con una balada cantada que
acompañara las primeras imágenes y los títulos de crédito, algo que hasta
entonces no se había hecho nunca. Contrató los servicios del cantante de
country Tex Ritter y se puso a ensayar con la letra de la canción, la cual
avanzaba al espectador la historia que iba a presenciar en la película. Era una
canción melancólica en la que el protagonista rogaba a su esposa que no le
abandonara. Una canción que describía a un hombre roto por el dolor pero firme
en su decisión de enfrentarse a su destino pese a que nadie quisiera
acompañarle en ese trance.
Había sido compuesta para guitarra,
acordeón y novacord, una especie de sintetizador primitivo que simulaba el
trote de un caballo. Pero Tiomkin hizo algo más que adornar los títulos de
crédito con esta canción, la convirtió en el centro mismo de la banda sonora.
Así, la melodía, ya sea de forma cantada o instrumental en diferentes
variaciones, suena repetidas veces a lo largo de toda la película. A diferencia
de muchos westerns anteriores, el subrayado musical es bastante más abundante
en "Solo ante el peligro". La música está presente en 70 de los 84 minutos que
dura el film. En muchas secuencias es el elemento que sostiene toda la acción. La puesta en escena es muy
correcta y sobria gracias a la excelente fotografía de Floyd Crosby, capaz de
transmitir tanto con sus primeros planos de los rostros como en el último tramo
del esperado tiroteo. La ansiada escena de acción final trae grandes sorpresas
bajo la manga y lo hace en parte gracias a unos encuadres fotográficos
excelentes. La actuación de Gary Cooper es
colosal, manteniendo un rostro grave y sereno con una mezcla de pena y
desencanto que resulta ideal para el personaje. En una de las escenas finales
donde se nos muestra la soledad de Kane, comienza con un primer plano del
rostro del protagonista para abrirse posteriormente en un gran plano que
muestra todo el pueblo vacío, polvoriento y silencioso. Su actitud final, casi un icono
del cine, dignifica aún más la defensa de sus principios. Estamos ante un western
diferente, una sólida narración con una única escena final de acción y que
mantiene un ritmo de suspense casi terrorífico gracias a la magistral dirección
de Zinneman, un gran montaje, la banda sonora innovadora de Tiomkin y la
excelente fotografía de Floyd Crosby. Zinneman un año más tarde
firmaría su gran obra "De aquí a la eternidad (1953)" contando con el mismo maestro de
fotografía Floyd Crosby, relatando todo un alegato frente a la violencia dentro
del propio ejército en un soberbio melodrama coral de grandes pasiones humanas.
Título original: High Noon.
Director: Fred
Zinnemann.
Intérpretes: Gary
Cooper, Grace
Kelly, Thomas
Mitchell, Lloyd
Bridges, Katy
Jurado, Lee
Van Cleef, Otto
Kruger, Lon
Chaney Jr.
Trailer:
Escena:
B.S.O.:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
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