Estamos ante una cinta bastante
digna en cuanto a su factura técnica, con un guión más reflexivo del que
pudiera esperarse tras el planteamiento inicial, que mantiene la capacidad de
abordar, aunque sea superficialmente, varios temas tomando como eje principal
el dilema entre justicia o venganza personal. Desde mi punto de vista no
recibió la distribución que merecía, ya que pasó directamente a su lanzamiento
en DVD en nuestro País sin pasar por las salas de cine. Se trata de un film británico
protagonizado por el emblemático, carismático e infatigable Michael Caine.
Independientemente de los tintes políticos que se quieran atribuir a esta
cinta, ya que Caine ha hecho público su apoyo a David Cameron, estamos ante un
relato urbano cuyo protagonista encaja perfectamente en la categoría de
justiciero solitario al más puro estilo de los westerns clásicos. Sin embargo, el acierto del film
está en no caer en la linealidad de la venganza personal, sino en intentar
retratar de forma global el problema de la violencia en los barrios marginales,
ya sea de forma individual, colectiva o incluso desde las mismas instancias
policiales que dejan abandonados ciertos barrios a su suerte de trapicheos de
drogas y actos vandálicos hasta que todo se descontrola. La muerte de un pensionista,
íntimo amigo y compañero de Harry Brown, en un acto salvaje y humillante
llevado a cabo por una banda de pequeños traficantes callejeros no alcanza la
suficiente importancia hasta que los hechos derivan en una cadena de asesinatos
de pequeños traficantes, en lo que la Policía denomina enfrentamiento entre bandas.
Su
torpe intervención con los antidisturbios arrasando como Atila en esta Colmena
de edificios desemboca en una batalla campal urbana con muertos y heridos. Pero volvamos al principio. Voy a
intentar describir esta mezcla de película de acción, con tintes policíacos y
algo de suspense sin destrozar el final para los que no la han visto, la
mayoría, supongo. Estamos ante un relato de
venganza personal ejecutado por la figura de un anciano que intenta envejecer
con dignidad en una zona de los suburbios. Mantiene sus buenos hábitos, vive
solo porque su esposa está en coma en el hospital. Su gran compañero y amigo es
Leonard Attwell, David Bradley, otro anciano con el que suele jugar al ajedrez
y hablar sobre su esposa. Durante estas conversaciones,
Leonard le cuenta a Harry el acoso que está recibiendo por los pequeños
traficantes del barrio y es entonces cuando se menciona el pasado en el
ejército de nuestro protagonista, dejando entrever que antes de su matrimonio
era un hombre violento que luchó con su ejército y recibió diferentes medallas
por ello. Lo mejor del film es claramente
la interpretación de su protagonista, pero también hay pequeños destellos en la
globalidad de la cinta. La combinación de algunos planos detalle y de primeros
planos con grandes aperturas en espacio abierto están bien combinadas, su
finalidad es la de aumentar el dramatismo y suspense de la cinta. Al igual que
el empleo de una gama muy limitada de colores. La fotografía emplea tan solo
una gama de amarillos, verdes y ocres, pocos colores muy cercanos en el círculo
cromático, tanto durante el día como por la noche con los amarillentos faros
nocturnos, transmitiendo así esa desolación, esa existencia tan fría, fea y
monótona que el director quiere que percibamos de la zona.
El inicio de la película es muy
interesante porque nos describe el barrio de forma subjetiva gracias a la
utilización de cámaras que se mueven al ritmo de los delincuentes, que
distorsionan la imagen al mismo tiempo que lo hacen sus cerebros bajo la
influencia de las drogas. Una apertura que casi consigue
sumergirnos de lleno desde el punto de vista de los delincuentes juveniles que
han tomado una zona del barrio, el túnel, como su Cuartel general. La cámara
nos muestra lo mismo que están viendo los jóvenes: Ya sea sus rituales de
drogadicción en el túnel para formar parte de la banda, como recorriendo la
ciudad en sus motos. Seremos testigos de sus robos, trapicheos, palizas
callejeras y disparos con armas de fuego de letales consecuencias. Con un cambio brusco de plano,
tendremos una visión general de un barrio marginal, donde los edificios forman
una gran Colmena construida con materiales de mala calidad terriblemente
desgastados, viviendas pequeñas muy hacinadas y paredes sucias. El gran protagonista de la
historia es Michael Caine, que sigue conservando en sus gestos nada exagerados
un perfecto abanico emocional que va desde la tristeza absoluta hasta la
frialdad y la crueldad más manifiesta. Su percepción de la muerte cambia al
fallecer su esposa. En ese momento es capaz de sentir la muerte como cercana.
Sin apenas darle tregua pierde a su otro ser querido: su mejor amigo. Lejos de
abatirse, de lamentarse y de dejarse llevar por su estado de avanzada edad y
delicada salud física, Harry nos demuestra que se puede envejecer sin perder la
dignidad, que el cerebro puede seguir muy despierto y que nunca es tarde para
seguir aprendiendo a sobrevivir. Estamos ante una cinta
entretenida, que no pierde el ritmo en ningún momento, con escenas de acción y
violencia pero sin recurrir al despliegue de grandes efectos especiales. Tampoco es necesario que Harry
posea cualidades físicas extraordinarias, le basta con su firme determinación
de hombre solitario y la utilización de su cerebro para orquestar al ritmo de
una partida de ajedrez, cuyo contrincante es la Inspectora de policía
Alice Frampton, una excelente Emily Mortimer, toda una debacle de violencia que
intenta restaurar el equilibrio perdido, o no.
Frases para recordar:
" - Detective Inspector Alice Frampton : Esto no es
Irlanda del Norte.
- Harry Brown: No. Aquellos luchaban por una causa y éstos
lo hacen por puro entretenimiento."
Director: Daniel
Barber.
Intérpretes: Michael
Caine, Emily
Mortimer, Iain
Glen, Jack
O'Connell, Liam
Cunningham, Sean
Harris, Amy
Steel, Ben
Drew, David
Bradley.
Trailer:
Escena:
B.S.O.:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
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