Otro ejercicio del apreciable
Claude Chabrol nos ocupa en esta ocasión, un trabajo que marcará su primer
contacto con quien se convertiría a la postre en su nueva musa, su nueva actriz
fetiche. Para esta oportunidad toca Chabrol uno de los temas más delicados y
polémicos que se le recuerden en sus cintas pero
no por eso dejó de ser reconocido y laureado este filme. Chabrol se basa en el
libro de Jean-Marie Fitère
para construir su propio relato, a su vez basado en hechos reales, una verídica
historia ambientada en Francia, durante un periodo de entreguerras, en el que
la extrema austeridad forzará situaciones bizarras. Una al parecer inocente
niña, ante la pobreza de sus padres se prostituye secretamente para obtener
dinero, pero obtiene más que eso, se contagia de sífilis, y ante su desesperada
situación atenta contra la vida de sus propios padres por dinero, enfrentando
por ello los castigos de la sociedad. Una de las cintas más controvertidas de
Chabrol por su sordidez, pero que significaría el primer contacto con una
jovencísima Isabelle Huppert, su futura musa y que tomaría el testigo de la
saliente y ya madura Stéphane Audran, su mujer fuera de cámaras, que le cede el
protagonismo de ésta y de las futuras cintas del director, el tiempo no pasa en
vano. Es por demás atractivo ver en la película a una y otra juntas, una en el
ocaso de sus mejores años, la otra apenas empezando pero, empezando a lo
grande, pues acaparó elogios y galardones por su más que correcta
interpretación.
Inicia la acción con una joven
fémina, Violette Nozière (Huppert), que camina por la noche, sola, recordando
algunos contactos con jóvenes, y es que es una adolescente prostituta; de día,
está con sus padres, Baptiste (Jean Carmet) y
Germaine (Audran). Ella es informada por un doctor que tiene sífilis, y aunque
quiere evitarlo, sus padres se enteran, y toman las precauciones del caso para
evitar contagio, medicamentos en polvo. Violette conoce después a Jean Dabin (Jean-François Garreaud),
un joven con el que se acuesta y la pasan muy bien, tanto que se invierten los
papeles y es ella quien le da dinero, producto de su trabajo nocturno. De
pronto, sus padres tienen un accidente, aparecen inconscientes, son internados,
han sido envenenados, todos los periódicos informan del caso. Ella es la
principal sindicada, su madre ha sobrevivido, se realizan interrogatorios, y
ella lo acepta, los envenenó cambiando su medicina en polvo, ella misma les dio
la ponzoña. Ante ello, se enfrenta a un riguroso castigo, la muerte a través de
la guillotina, ella colapsa, mientras es repudiada por toda la ciudad por
parricida. El proceso judicial sigue, se interrogan a sus clientes, y también a
Dabin, que reaparece, se confronta con su madre, Violette no parece arrepentida.
Se confirma su sentencia, pero unos créditos finales nos informan que Violette
finalmente no fue a la guillotina, tras unos años presa, salió libre y tuvo una
familia. Acaba así el filme del francés,
donde necesariamente, y como no podía ser de otra forma, un crimen sucederá en
una cinta de Chabrol, algunos lo considerarían incluso un filme policial, otra
vez un asesinato engendrará intriga e incertidumbre, inquietud, y si bien la
forma en que ese suspenso crece varía respecto a otras cintas, es un suspenso
bastante más distendido, bastante menos tenso que en otras oportunidades, y es
que la sordidez, la bizarría es lo que gana enteros en esta oportunidad.
Habíamos visto ya, naturalmente, muchas secuencias de asesinatos en filmes de
Chabrol, y en efecto hemos visto asesinatos bastante más explícitos, más
violentos, pero no se había tocado el mórbido tema del parricidio, sin
mencionar que haya sido perpetrado por una prostituta quinceañera, los temas
más abyectos tocados por el cineasta, y que aparentemente se basan en sucesos
reales, basándose en la obra literaria de Jean-Marie Fitère,
verídica historia que remeció el París de los 30, una historia que no dejó
indiferente a nadie, sobre la que se han hecho diversas alegorías, desde la
citada novela, a historietas o cómics, llegando al ahora comentado trabajo
cinematográfico. Nuevamente entonces es de esperar que muchos detractores
comiencen a atizarle el eterno defecto de Claude, que realiza siempre la misma
historia una y otra vez -un asesinato y una investigación policial-, una
apreciación hasta cierto punto cierta, hasta cierto punto válida, pero no es
ese el vértice por el que debemos analizar la evolución artística de Chabrol,
ilustre pupilo y seguidor de Alfred Hitchcock, al igual que toda la camada de
la Nueva la francesa. Estéticamente se trata de uno de los trabajos más oscuros
de Chabrol también, ambientándose muchas de las escenas de noche, teniendo su
extensión esto en la vestimenta de Violette, siempre negra, siempre alimentando
la umbría, vemos que no sólo en temática es uno de sus trabajos más lóbregos,
sin llegar tampoco al extremo en ese sentido. Salvo las alucinaciones, que
tienen un toque de surrealismo, de sueño, no se rompe la linealidad del relato,
una narración, una expresividad audiovisual bastante convencional la que emplea
el director europeo, pero dada la temática y directriz del filme, es esto bastante
acertado. Probablemente el gran atractivo
de la cinta, junto a otros, viene a ser la participación de Isabelle Huppert.
Ella resalta desde el inicio, se elabora su personaje desde la inicial imagen
de ella, siempre de noche, siempre de negro, y siempre con ese sombrero, negro
también, esto le da una apariencia de mayor mujer, de mujer de la noche, de la
calle, se configura esa imagen de ella pese a su edad, se nos va delineando a
Violette Nozière, y a esto colabora también la música, un elemento nunca
demasiado abundante en el cine de Chabrol, pero eso sí, con propósito definido
cuando fluye; y en el caso de esta cinta, la sensual melodía nos refuerza la
imagen subterránea, de la calle, de una mujer de la noche, pues ella es una
prostituta, y el director sutil pero determinadamente nos informa de esto,
desde el comienzo, además del inicial recuerdo de ella ofreciéndose a un joven,
no hay dudas de ello, de la actividad a la que se dedica. Sorprendente la
actuación de Huppert, definitivamente la sorpresa más grata de la cinta,
jovencísima, pero sin embargo extraordinariamente solvente, es de esta forma
que una quinceañera Isabelle se mete en el cuerpo de la atormentada
protagonista, y nos convence del personaje con su interpretación, nos impacta
con el contraste, una mujer tan joven, una niña por momentos tan tierna, pero a
la vez una mujer tan capaz de realizar la aberraciones que la cinta nos
describe, hasta cierto punto espeluznante personaje. Particularmente
perturbadora y escalofriante se muestra en la secuencia de interrogatorios
policiales, hablando tanto con los agentes como con la autora de sus días, a
quien intentó arrebatar la vida, admite eso y ser parricida al matar a su
padre, y se muestra fría, gélida, incólume, plena de desparpajo, severa su interpretación,
que no en vano le valió la nominación al Premio César italiano a mejor actriz,
y finalmente se llevaría la Palma de Oro en la misma categoría en Cannes. Muy
merecidos reconocimientos a una actuación memorable, que le abrió las puertas
del panorama cinematográfico internacional, y a la vez le valió para ganarse a
su mentor, a su patrocinador y con quien generaría sus mayores aportes al cine,
impactó y se ganó a Claude Chabrol. Los años no pasan en vano para
nadie, una década ha transcurrido ya desde los finales de los 60, se da la
singular circunstancia de que en esta cinta se produce la entrega de testigo,
de una musa saliente a otra entrante, entrega la Audran la posta a la Huppert,
ha llegado la hora de que una nueva musa acapare los esfuerzos del maestro
Chabrol, verlas interactuando, verlas juntas en la misma cinta, es sin duda uno
de los alicientes al ver la película.
Salvando las enormes y evidentes
distancias por supuesto, en el estricto sentido del aspecto recién mencionado,
es una situación muy similar a la que sucedió con Ingmar Bergman en "Persona
(1966)", para el conocedor de esa obra no se necesitan mayores explicaciones. La
Audran, asimismo, no podía dejar de cumplir en su papel, y lo hace como nos
tiene acostumbrados, con suficiencia, conoce lo que su director y marido
requiere de ella, la bella francesa ha perdido los bríos y la tersura de la
juventud, pero se mantiene tan sólida como de costumbre. Asimismo, Chabrol
sigue utilizando para sus personajes secundarios, a sus mismos actores, los
mismos actores de relleno por así llamarlo, uno o dos rostros conocidos de
filmes previos apreciaremos, sigue trabajando Chabrol con un equipo formado de
intérpretes. Fuerte historia la retratada, una historia real que dejó
imperecedera impronta en la retina parisina de los 30, que se convierte en
leyenda, en mito urbano, con detalles como lo arribista que era la jovencita,
lo obsesionada que estaba con aparentar una posición social superior a la que
tenía en realidad y por lo que se prostituía, o detalles como la defensa
alegada por ella, de un supuesto abuso sexual por parte de su padre, en fin,
detalles que alimentan una historia que tiene ese elemento que atrapa siempre
la atención del ciudadano, al humano promedio: el morbo. Buen trabajo de Chabrol,
dejando de lado lo estrictamente verídico de la historia y apreciando el
producto artístico, nos permite seguir apreciando la extensa andadura en el
cine de este prolífico realizador, nuevamente recalco, si bien en otros
momentos hemos visto ejercicios más explícitos, más sanguíneos de su parte, se
deja eso de lado para que gane fuerza la sordidez de lo retratado, y el
resultado final es compacto, tiene pocas fisuras, cabiendo mencionar que el
titulo original del filme es el nombre de ella, Violette Nozière, el titulo en
tierras extranjeras, Prostituta de
día, señorita de noche, es hasta cierto punto arbitrario, y obviamente más
explícito, probablemente por fines comerciales. Con el muy atractivo aliciente
de las dos musas del director juntas, podemos disfrutar de un trabajo
apreciable, para el seguidor de Chabrol, es ciertamente un trabajo necesario,
recomendable y necesario.
Título original: Violette Nozière.
Director: Claude
Chabrol.
Intérpretes: Isabelle
Huppert, Stéphane
Audran, Jean
Carmet, Jean-François
Garreaud, Mario
David, Bernadette
Lafont.
Reseña escrita por Edgar Mauricio
1 opiniones :
La reseña está más o menos bien; he dado con ella luego de haber comenzado a ver la película, y darme cuenta de que no era una simple "historia más", y querido buscar información complementaria. Tal vez se echa en falta aprovechar la ocasión para relacionar la película con la historia real. Por cierto, que en general no se suele prestar excesiva atención al crimen de autoría femenina, y menos en estos tiempos de exacerbado feminismo (valga la redundancia). Sería estupendo que algún autor cinematográfico elaborara proyectos acerca de, v.g., "la mentirosa del pegamento", Rosa Peral (la guardia urbana), o Carmen, la heladera de Sevilla.
Por demás, quisiera sugerir que cuiden un poco más la redacción en castellano. En nuestro idioma, "bizarro" significa "valiente", no extravagante ni raro; y el verbo "enfrentar" requiere de un pronombre reflexivo (enfrentandoSE por ello A/CON los castigos de la sociedad).
Un saludo.
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