"La Doble Vida de
Verónica" entrelaza la vida de dos mujeres idénticas físicamente,
huérfanas de madre, amantes de la música, solitarias, que comparten la misma
dolencia cardíaca, pero que poseen personalidades contrapuestas. Veronika (Irène
Jacob) vive en Polonia y tiene una brillante carrera como cantante. En Francia,
a más de mil kilómetros, vive Véronique (Irène Jacob) otra joven idéntica
físicamente que comparte muchas similitudes vitales con ella. Veronika se
entrega a la música como único objetivo en la vida y Veronique se da al amor en
todas sus vertientes. Esta es la más clara diferencia entre las dos Verónicas.
Parece como si ambas fueran similares en cuerpo y alma, pese a tener
estrategias de vida diferentes. Sin saber ni conocer nada cada una de la otra,
ni mantener ningún tipo de relación, son capaces de sentir que no están solas. Se
trata si se quiere interpretar así, del mito del "doppelgânger",
según el cual todo ser vivo, tiene, en alguna parte, un doble de sí mismo, de
apariencia idéntica y personalidad opuesta. Dicen que cruzarse con el doble
presagia la muerte de alguno de ellos. Inicialmente esta película tenía pensado
llevar el título "La muchacha del coro", pero finalmente se modificó porque el
productor francés Leonardo de la Fuente vio conveniente evitar las
connotaciones católico-polacas. Además, originariamente se quería hablar de la
vida después de la muerte, pero la historia acabó desviándose hacia una
subtrama : la de una cantante de ópera, enferma del corazón, que ahora se
desdoblaba en una especie de vida paralela de dos mujeres, para así hablar de
la vida espiritual, de los presentimientos y de la ayuda solidaria e
inconsciente que se prestan.
Con más recursos financieros y técnicos que en Polonia, Kieslowski buscó a unos actores capaces de encarnar esa vida de sentimientos y sensaciones, y los encontró en la pareja de Irène Jacob y Philip Volter. No es de extrañar una película tan singular en su planteamiento argumental teniendo en cuenta el gran trasfondo filosófico de todas las películas de este autor. Kieslowski compatibilizaba el pesimismo existencialista con los principios de esperanza de su educación familiar cristiana. Según sus propias palabras:
Con más recursos financieros y técnicos que en Polonia, Kieslowski buscó a unos actores capaces de encarnar esa vida de sentimientos y sensaciones, y los encontró en la pareja de Irène Jacob y Philip Volter. No es de extrañar una película tan singular en su planteamiento argumental teniendo en cuenta el gran trasfondo filosófico de todas las películas de este autor. Kieslowski compatibilizaba el pesimismo existencialista con los principios de esperanza de su educación familiar cristiana. Según sus propias palabras:
"Retrataba con compasión unos
seres que se desvelaban infelices, incapaces de encontrar su propio sitio, de
dominar la desgracia que les atormenta; unos personajes que sólo de vez en
cuando aciertan a ver una luz que casi siempre es fugaz y huidiza".
El director polaco se caracterizó
más por la búsqueda de interrogantes que por intentar encontrar las respuestas
a sus reflexiones. Para él, la única salida del ser humano sólo podría
alcanzarse por la vía de la reflexión e interiorización, así como a través de
nuestra apertura hacia los demás por el amor, claves esenciales en el
cristianismo. Kieslowski pone frente a nuestros ojos una realidad en la que
viven dos mujeres exactamente iguales - ambas interpretadas por su actriz
fetiche, la hermosa y talentosa Irene Jacob - que tienen una misma alma, pero
que viven diferentes vidas y tienen diferentes personalidades.
El director materializa de forma visual en la pantalla este enigma sin resolver mediante múltiples planos que nos muestran la realidad a través de cristales, espejos o reflejos, como si el mundo mismo no fuera otra cosa que un prisma de realidades cambiantes. Esta película representa su transición cinematográfica entre su etapa polaca y su posterior y exitosa etapa francesa. Una cinta que se escapa a la razón y al cientificismo. A Kieslowski le interesa la verdad interior del hombre y su anhelo de libertad, siempre representado mediante metáforas llenas de delicadeza y sensibilidad, elaboradas desde su personal perspectiva y con la discreción más respetuosa. Con estos presupuestos, levanta una doble historia que no es más que una única odisea llena de anhelos, una búsqueda del amor por diferentes caminos, en la que su protagonista percibe no estar sola en su propósito y se deja –un poco por curiosidad y otro por necesidad– conducir hasta llegar a puerto. Una simbología basada en bellísimas imágenes que cuida hasta el preciosismo. Este relato no tendría sentido sin el trabajo de fotografía del gran Maestro Slawomir Idziak, perfectamente acompañado por la música de Zbigniew Preisner. En esta cinta observamos una manipulación de la realidad con recursos sencillos, como los colores, los espejos, la subjetividad y las dos tramas paralelas y complementarias, planteadas desde perspectivas opuestas, haciendo que el espectador se plantee diferentes enigmas. "La Doble Vida de Verónica" contiene una majestuosa belleza visual, una historia que se propone jugar con lo místico, lo metafísico, lo poético, lo onírico, lo simbólico, y sobre todo, una historia que se fundamenta sobre la excelente fotografía de Sławomir Idziak con la inolvidable música de Zbigniew Preisner, dos de sus grandes acompañantes en sus principales películas. Sławomir Idziak siempre ha sido un creador de nuevos mundos visuales.
Durante su primera etapa en Polonia colaboró con Andrzej Wajda, Krzysztof Zanussi y Krzysztof Kieslowski, tres grandes cineastas polacos cuyo estilo visual fue co-creado con Idziak, estableciéndose una reputación de especialista de filtros y extracción de diferente matices de la poesía visual de cada gesto, la forma o la localización. Con Kieslowski hizo seis películas, entre ellas "A Short Film About Killing” (No matarás, del decálogo)", "The Double Life of Veronique" y "Three Colours: Blue (1993)". Después de estos triunfos, Idziak fue abordado por Hollywood: "Gattaca (1997)", "Proof of life (2000)", "Black Hawk Down (2001)" y la saga de Harry Potter: "The Order of the Phoenix (2007)" fueron algunos de sus éxitos posteriores. El cine de Kieslowski tampoco puede entenderse sin la música de su amigo y colaborador Zbigniew Preisner. Juntos idearon la creación de un personaje ficticio, el "compositor holandés del siglo XVIII, Van den Budenmayer". La música del presunto autor de los Países Bajos tiene un papel muy importante en tres películas Kieślowski. Van den Budenmayer se menciona por primera vez en el noveno episodio de El Decálogo. En "La doble Vida de Verónica" se le atribuye la autoría del Concierto en mi menor, que representa la protagonista cantante de ópera. Se creó una banda sonora completamente original donde Van den Budenmayer es citado como un compositor "recientemente descubierto", que vivió en los Países Bajos, a finales del siglo XVIII.
El director materializa de forma visual en la pantalla este enigma sin resolver mediante múltiples planos que nos muestran la realidad a través de cristales, espejos o reflejos, como si el mundo mismo no fuera otra cosa que un prisma de realidades cambiantes. Esta película representa su transición cinematográfica entre su etapa polaca y su posterior y exitosa etapa francesa. Una cinta que se escapa a la razón y al cientificismo. A Kieslowski le interesa la verdad interior del hombre y su anhelo de libertad, siempre representado mediante metáforas llenas de delicadeza y sensibilidad, elaboradas desde su personal perspectiva y con la discreción más respetuosa. Con estos presupuestos, levanta una doble historia que no es más que una única odisea llena de anhelos, una búsqueda del amor por diferentes caminos, en la que su protagonista percibe no estar sola en su propósito y se deja –un poco por curiosidad y otro por necesidad– conducir hasta llegar a puerto. Una simbología basada en bellísimas imágenes que cuida hasta el preciosismo. Este relato no tendría sentido sin el trabajo de fotografía del gran Maestro Slawomir Idziak, perfectamente acompañado por la música de Zbigniew Preisner. En esta cinta observamos una manipulación de la realidad con recursos sencillos, como los colores, los espejos, la subjetividad y las dos tramas paralelas y complementarias, planteadas desde perspectivas opuestas, haciendo que el espectador se plantee diferentes enigmas. "La Doble Vida de Verónica" contiene una majestuosa belleza visual, una historia que se propone jugar con lo místico, lo metafísico, lo poético, lo onírico, lo simbólico, y sobre todo, una historia que se fundamenta sobre la excelente fotografía de Sławomir Idziak con la inolvidable música de Zbigniew Preisner, dos de sus grandes acompañantes en sus principales películas. Sławomir Idziak siempre ha sido un creador de nuevos mundos visuales.
Durante su primera etapa en Polonia colaboró con Andrzej Wajda, Krzysztof Zanussi y Krzysztof Kieslowski, tres grandes cineastas polacos cuyo estilo visual fue co-creado con Idziak, estableciéndose una reputación de especialista de filtros y extracción de diferente matices de la poesía visual de cada gesto, la forma o la localización. Con Kieslowski hizo seis películas, entre ellas "A Short Film About Killing” (No matarás, del decálogo)", "The Double Life of Veronique" y "Three Colours: Blue (1993)". Después de estos triunfos, Idziak fue abordado por Hollywood: "Gattaca (1997)", "Proof of life (2000)", "Black Hawk Down (2001)" y la saga de Harry Potter: "The Order of the Phoenix (2007)" fueron algunos de sus éxitos posteriores. El cine de Kieslowski tampoco puede entenderse sin la música de su amigo y colaborador Zbigniew Preisner. Juntos idearon la creación de un personaje ficticio, el "compositor holandés del siglo XVIII, Van den Budenmayer". La música del presunto autor de los Países Bajos tiene un papel muy importante en tres películas Kieślowski. Van den Budenmayer se menciona por primera vez en el noveno episodio de El Decálogo. En "La doble Vida de Verónica" se le atribuye la autoría del Concierto en mi menor, que representa la protagonista cantante de ópera. Se creó una banda sonora completamente original donde Van den Budenmayer es citado como un compositor "recientemente descubierto", que vivió en los Países Bajos, a finales del siglo XVIII.
El propio Preisner explicó:
"Krzysztof quería usar una
canción de Mahler. Pero en ese momento, no estaba disponible en Polonia buenas
grabaciones de sus obras. Y como composiciones de Mahler requieren una gran
orquesta, sería demasiado costoso realizar una nueva grabación. Así que me puse
a Krzysztof componer algo, y si le gustaba, buscamos un nombre para este
compositor de ficción, como un personaje de un libro. Él aprobó Estuvimos
juntos en los Países Bajos para hacer un documental, como gran parte de los
holandeses decidieron hacer un homenaje. Inventamos, por casualidad, este
nombre 'Van den Budenmayer' porque parece sonar como un nombre holandés para la
grabación de La doble vida de Verónica".
"To tell you the truth tell, in
my work, love is always in opposition to the elements. It creates dilemmas. It
brings in suffering. We can't live with it, and we can't live without it.
You'll rarely find a happy ending in my work".
Krzysztof Kieslowski.
"Si soy sincero, en mis obras el
amor está siempre luchando contra los elementos. El amor crea dilemas, aporta
sufrimiento, pero no podemos vivir sin él ni con él. Rara vez aparecerá un
final feliz en mis obras."
Título original: La double vie de Véronique.
Director: Krzysztof
Kieslowski.
Intérpretes: Irène
Jacob, Halina
Gryglaszewska, Kalina
Jedrusik, Aleksander
Bardini, Philippe
Volter, Jan
Sterninski.
Trailer:
Escena:
B.S.O.:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
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