Basada en la novela de Robert
Penn Warren, es trasladada a la pantalla por Robert Rossen, con un relato
pionero en mostrar uno de los más incisivos análisis del mundo de la política.
Todo un referente sobre el que se realizó un remake en el 2006 "All the King´s
men", que demuestra la universalidad y atemporalidad de su contenido. Robert Rossen nació en Nueva York
en el seno de una humilde familia judía de emigrantes rusos. Comenzó como
escritor y director teatral en los años 30, en los que se preocupó
principalmente en representar obras de contenido social y político a la vez que
ingresaba en el Partido Comunista americano. A partir de ahí, escribiría los
guiones de grandes películas de la época. Su intervención se vería reflejada en
grandes films como: "La mujer marcada (1937)" de Lloyd Bacon, "They won’t
forget (1937)" de Mervyn LeRoy, "Los violentos años 20 (1939)", de Raoul Walsh o "El extraño amor de Martha Ivers" y "Un paseo bajo el sol", de Lewis Milestone. Después de estas experiencias,
Rossen debuta como director. Lo haría con dos películas en 1947: "Johnny O’Clock
(1947)" y "Cuerpo y alma (1947)", una cinta que ambienta el último combate de un
boxeador (John Gardifeld). La película estaba escrita por Abraham Polonsky, un
simpatizante comunista. Eso hizo que Rossen comenzara a ser visto como un
peligroso personaje de la órbita izquierdista en Hollywood, a pesar de que Rossen
ya había abandonado la afiliación comunista en 1945. En 1949 y en plena época de
testificación en las sesiones del Comité de Actividades Antinorteamericanas,
Rossen desafiaría a todo el mundo, consiguiendo una de sus películas más extraordinarias: "El político", la cinta que nos ocupa, narra el ascenso ascenso y la caída de un hombre que no pertenece a una clase social con recursos (Broderick Crawford) pero que está dotado de una gran tenacidad y capacidad oratoria, cualidades que lo ayudaron a ser elegido gobernador de Louisiana. A pesar del escándalo que supuso en su día, debido a su gran espíritu crítico, debido a la calidad técnica de la cinta, lo le quedó más remedio a sus compañeros que considerarla como el mejor film del año. Rossen consiguió el Óscar como productor, una nominación como mejor director y otra como mejor guion adaptado. Broderick Crawford y Mercedes McCambridge lograrían también sendas estatuillas como mejor actor y mejor actriz secundaria respectivamente. Después del éxito de "El político", Rossen sería llamado en1951 a la Comité de Actividades Antiamericanas para
testificar. En esa primera intervención, no dio ningún nombre sobre posibles
compañeros del Partido Comunista. Pero después del boicot al que fue sometido
en todos los estudios, le llevó a volver a aparecer ante el comité en 1953 para
dar el nombre de varios personajes de la industria cinematográfica de pasado
comunista. Todas estas amargas experiencias
se vieron reflejadas en sus películas posteriores. No consiguió ser un director
muy prolífico, pero sus guiones y algunas de sus películas, como esta cinta,
son joyas perfectamente elaboradas, tanto desde el punto de vista técnico como
desde la perspectiva humanística, ya que consiguió alcanzar una gran
complejidad pocas veces alcanzadas en el cine hasta esa época en la descripción
de sus personajes.
La película narra el ascenso político de Willie Stark (Broderick Crawford) desde sus inicios como un sencillo hombre del campo, honesto y valiente que se atreve denunciar la corrupción en su condado. Al comienzo del relato se nos muestra como un hombre anónimo, criado en el ámbito rural, sin dinero, cuya formación académica está dirigida por su esposa Lucy (Anne Seymour) una maestra que lo ayudará a estudiar Leyes y a conseguir el título de abogado. Su primer discurso en público va dirigido frente a los poderes fácticos establecidos y corruptos dominantes. Una lucha completamente estéril de David contra Goliat que cambiará su rumbo debido a un accidente en la escuela del pueblo. Mediante este relato, Robert Rossen consigue representar en la pantalla de una forma longitudinal y progresiva en el tiempo cómo los negocios sucios aparecen, crecen y se reproducen dentro del mundo de la política impregnando a todo aquel que intente integrarse en esa plataforma de poder. Willie Stark, comienza a destacar entre sus vecinos por su valentía, su fuerza y su aparente honestidad denunciando a los poderosos. Todas estas cualidades harán que el joven, idealista e inexperto periodista Jack Burden (John Ireland) quede completamente seducido por la energía y vitalidad de un hombre que se enfrenta a los poderosos. Los escritos de Jack, absolutamente entusiastas en el periódico local defendiendo a Willie Stark como representante del cambio y renovación que necesita el condado terminarán convirtiéndolo en el hombre de confianza de Stark. Pero los inicios políticos de Stark no son fáciles y le jugarán una mala pasada que nunca olvidará. Al descubrir que intentan utilizarlo como simple títere para otros intereses aprenderá su primera gran lección para jugar en la política. Desde ese momento, su mirada, su porte, sus discursos y sus formas de actuar cambiarán para siempre.
Completamente convencido de que el fín justifica los medios, y de que solo él, Willie Stark es capaz de darle al pueblo lo que necesita, comenzará su campaña de financiación para ser Gobernador. Aparecerá en escena el verdadero juego sucio, pactando para conseguir dinero de cualquier modo y rodeándose de fieles seguidores. Mediante su leal Jack Burden accederá a la antigua aristocracia del lugar, a familias con nombre pero sin dinero, que mantienen estrecha relación con Jack. Pero al igual que su leal servidor, terminarán por ser seducidos y devorados por la ambición de un hombre que no parece tener límites. Mantendrá su lema: "cualquier bien procede siempre del mal", para justificar cualquiera de sus acciones. Le dará al pueblo lo que pide: escuelas, carreteras, hospitales…Todo con su nombre en grandes letras. Pasará a convertirse en el gran Mesías que el pueblo adora y el gran dictador que todo lo controla. Aunque inicialmente pueda parecer una película sencilla en cuanto a una historia lineal cuyo principal dilema reside en si la corrupción nace con el individuo o aparece tras conseguir el poder, las ramificaciones de las diferentes subhistorias de los personajes implicados hacen que el guión, escrito por el mismo Rossen, nos plantee muchas más cuestiones éticas. Nadie como Rossen para profundizar en las contradicciones del ser humano, para indagar dónde residen el límite entre el bien y el mal. Robert Rossen nos conduce con mano firme, manteniendo el ritmo de la película por varias inmundicias humanas. Ayudado por la fotografía de Burnett Guffey y con un excelente montaje, la transformación y el progreso que este nuevo representante del pueblo no dejará a nadie indiferente. Escenas inolvidables y magníficamente rodadas como sus primeros discursos entre las multitudes o los excelentes primeros planos donde el cambio de expresión en la mirada de la colosal interpretación de Broderick Crawford nos sitúa justo donde el director quiere que estemos, hacen de esta cinta una obra conmovedora, compleja, sin perder ni un ápice de interés hasta ese impactante final.
Rossen desafiaría a todo el mundo, consiguiendo una de sus películas más extraordinarias: "El político", la cinta que nos ocupa, narra el ascenso ascenso y la caída de un hombre que no pertenece a una clase social con recursos (Broderick Crawford) pero que está dotado de una gran tenacidad y capacidad oratoria, cualidades que lo ayudaron a ser elegido gobernador de Louisiana. A pesar del escándalo que supuso en su día, debido a su gran espíritu crítico, debido a la calidad técnica de la cinta, lo le quedó más remedio a sus compañeros que considerarla como el mejor film del año. Rossen consiguió el Óscar como productor, una nominación como mejor director y otra como mejor guion adaptado. Broderick Crawford y Mercedes McCambridge lograrían también sendas estatuillas como mejor actor y mejor actriz secundaria respectivamente. Después del éxito de "El político", Rossen sería llamado en
La película narra el ascenso político de Willie Stark (Broderick Crawford) desde sus inicios como un sencillo hombre del campo, honesto y valiente que se atreve denunciar la corrupción en su condado. Al comienzo del relato se nos muestra como un hombre anónimo, criado en el ámbito rural, sin dinero, cuya formación académica está dirigida por su esposa Lucy (Anne Seymour) una maestra que lo ayudará a estudiar Leyes y a conseguir el título de abogado. Su primer discurso en público va dirigido frente a los poderes fácticos establecidos y corruptos dominantes. Una lucha completamente estéril de David contra Goliat que cambiará su rumbo debido a un accidente en la escuela del pueblo. Mediante este relato, Robert Rossen consigue representar en la pantalla de una forma longitudinal y progresiva en el tiempo cómo los negocios sucios aparecen, crecen y se reproducen dentro del mundo de la política impregnando a todo aquel que intente integrarse en esa plataforma de poder. Willie Stark, comienza a destacar entre sus vecinos por su valentía, su fuerza y su aparente honestidad denunciando a los poderosos. Todas estas cualidades harán que el joven, idealista e inexperto periodista Jack Burden (John Ireland) quede completamente seducido por la energía y vitalidad de un hombre que se enfrenta a los poderosos. Los escritos de Jack, absolutamente entusiastas en el periódico local defendiendo a Willie Stark como representante del cambio y renovación que necesita el condado terminarán convirtiéndolo en el hombre de confianza de Stark. Pero los inicios políticos de Stark no son fáciles y le jugarán una mala pasada que nunca olvidará. Al descubrir que intentan utilizarlo como simple títere para otros intereses aprenderá su primera gran lección para jugar en la política. Desde ese momento, su mirada, su porte, sus discursos y sus formas de actuar cambiarán para siempre.
Completamente convencido de que el fín justifica los medios, y de que solo él, Willie Stark es capaz de darle al pueblo lo que necesita, comenzará su campaña de financiación para ser Gobernador. Aparecerá en escena el verdadero juego sucio, pactando para conseguir dinero de cualquier modo y rodeándose de fieles seguidores. Mediante su leal Jack Burden accederá a la antigua aristocracia del lugar, a familias con nombre pero sin dinero, que mantienen estrecha relación con Jack. Pero al igual que su leal servidor, terminarán por ser seducidos y devorados por la ambición de un hombre que no parece tener límites. Mantendrá su lema: "cualquier bien procede siempre del mal", para justificar cualquiera de sus acciones. Le dará al pueblo lo que pide: escuelas, carreteras, hospitales…Todo con su nombre en grandes letras. Pasará a convertirse en el gran Mesías que el pueblo adora y el gran dictador que todo lo controla. Aunque inicialmente pueda parecer una película sencilla en cuanto a una historia lineal cuyo principal dilema reside en si la corrupción nace con el individuo o aparece tras conseguir el poder, las ramificaciones de las diferentes subhistorias de los personajes implicados hacen que el guión, escrito por el mismo Rossen, nos plantee muchas más cuestiones éticas. Nadie como Rossen para profundizar en las contradicciones del ser humano, para indagar dónde residen el límite entre el bien y el mal. Robert Rossen nos conduce con mano firme, manteniendo el ritmo de la película por varias inmundicias humanas. Ayudado por la fotografía de Burnett Guffey y con un excelente montaje, la transformación y el progreso que este nuevo representante del pueblo no dejará a nadie indiferente. Escenas inolvidables y magníficamente rodadas como sus primeros discursos entre las multitudes o los excelentes primeros planos donde el cambio de expresión en la mirada de la colosal interpretación de Broderick Crawford nos sitúa justo donde el director quiere que estemos, hacen de esta cinta una obra conmovedora, compleja, sin perder ni un ápice de interés hasta ese impactante final.
Título original: All the King's Men.
Director: Robert Rossen.
Intérpretes: Broderick
Crawford, Mercedes
McCambridge, John
Ireland, Joanne
Dru, John
Derek, Shepperd
Strudwick.
Trailer:
Escena:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
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