LA SEÑORITA JULIA (1951). La adaptación teatral de Alf Sjöberg.

la señorita julia
Notable filme el que nos ocupa en esta oportunidad, obra caída un poco en el olvido, de un autor asimismo caído también en un olvido mayor del que es digno. El apreciable nórdico Alf Sjöberg, una de las mayores autoridades suecas en cuanto a teatro y cinematografía se refiere, realiza esta valiente y arriesgada adaptación de uno de los mayores clásicos de otro gigante artístico de Suecia. La Señorita Julia es una pieza teatral del notable literato August Strindberg, padre artístico e inspirador de muchos artistas afines, desde hombres de teatro hasta cineastas, están íntimamente a él vinculados nombres de tanto relumbrón como los titanes del cine mudo  Victor Sjöström y Mauritz Stiller, y posteriormente Ingmar Bergman, más que suficiente para entender la dimensión de este individuo. La obra en cuestión es la historia de Julia, hija de un conde, de ambiente aristócrata, a finales del siglo XIX, que tiene un oscuro pasado, que tiene muchos conflictos internos, y que, tras haber terminado con su prometido, ahora desea seducir al cochero de su padre, una fijación que tiene desde la infancia, pero cuya consumación no hará sino acarrear fatales consecuencias. El cochero, ávido por escalar posiciones socialmente, le corresponde, pero era unión desenterrará oscuros secretos del pasado. Muy rica cinta, en la que Sjöberg, maestro tanto del cine como del teatro, pondrá a prueba todo su dominio para trasladar una historia de una disciplina artística a otra, y el trabajo es notable, las innovaciones eran necesarias, y fueron manejadas con mucho criterio, brindándole a la cinta otro atractivo adicional, pues la puesta en escena se aúna a un relato con muchos simbolismos, además de actores, curtidos algunos, futuros mitos otros, dignos de los inicialmente citados. 

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Se inicia la acción, en un pueblo sueco, se realizan con mucho entusiasmo las celebraciones del día de solsticio, fecha significativa para los lugareños. Servidumbre y pueblo se divierten, mientras se realiza un baile en la mansión del lugar, donde la señorita Julia (Anita Björk) danza con distintos caballeros; desdeñosa, es a Jean (Ulf Palme), el cochero de la casa, a quien mayor atención presta. Ella tiene un acercamiento con él, se conocen desde niños, y el interés de ella no pasa desapercibido para el mozo de la cuadra (el mítico Max Von Sydow). Jean a su vez narra a la cocinera Kristin (Märta Dorff), su novia, la manera en que Julia humilló a su prometido durante un día de caza, rompiéndose el compromiso. Julia, alterada, logra su objetivo, se acerca y seduce a Jean, pero tras conseguirlo, teme la reacción de su padre, de la servidumbre y la sociedad completa. La culpa y miedo hacen que Julia le confiese algunos pasajes de su pasado al cochero. Su padre, el conde (Anders Henriskon), sufrió inauditas situaciones con su esposa, la condesa Berta (Lissi Alandh), madre de Julia, mujer desequilibrada, que nunca aceptó casarse con él, que tuvo a la hija sin desearlo, inclusive llegando a incendiar la residencia, arriesgando  la vida de su propia hija; en resumen, una mujer que hizo un infierno su vida, y la de su padre, que incluso intentó suicidarse. El panorama se complica, Julia se aterra de pensar las consecuencias que tendrá el saber de su idilio con un sirviente, planea huir con Jean, iniciar una nueva vida, escapar de todo y de todos, algo que no conseguirá, pues finalmente Jean se quiebra, el criado es presa del pánico, y Julia se suicida con una navaja de afeitar. La cinta considero debe abordase primeramente por lo que es, una adaptación de teatro a cine, y partiendo de ahí, se deben señalar las principales diferencias y similitudes entre ambas. 

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Para empezar, se rompe diametralmente con la concepción teatral inicial del primigenio autor Strindberg, cuya pieza teatral tenía únicamente dos personajes participantes, Julia y Jean obviamente, algo muy cercano a un diálogo dual, e incluso una sola ambientación, la cocina de la mansión. Eso era todo, no había más personajes, y no había más escenarios, esos mínimos recursos fueron todo lo que necesitó el literato para configurar su creación. En la cinta, desde el comienzo, desde el arranque, se rompe con esa concepción, la inicial imagen nos traslada a exteriores, al campo, de inicio a la festividad del campo sueco, celebración, baile, exterior y muchas personas celebrando a la poderosa luz del sol. Lógico y algo de esperar es que haya cambios, teatro y cine son disciplinas que pueden llegar a estar íntimamente vinculadas, pero naturalmente tienen también sus grandes distancias y particulares posibilidades. Esa sería la inicial ruptura, utilización de diversos escenarios, exteriores incluso, e inclusión asimismo de nuevos personajes; en el texto, por ejemplo, la celebración en el campo se testimoniaba por voces y algazara de fondo. Mencionado eso, podemos decir ya que, por supuesto, el aspecto visual es probablemente el de mayor importancia, y el versátil Sjöberg pone el sello de un auténtico gigante del cine en ese aspecto.  Así, hace gala de precisión en encuadres, una cámara que sabe encuadrar tanto situaciones en interiores como en exteriores, sutiles movimientos que siguen la acción de los protagonistas, planos y encuadres que en efecto tienen fuerte halo teatral. Por supuesto, la fotografía es otro aspecto remarcable, la manera en que sabe generar esos planos idílicos, surreales, oníricos, la genial forma en que el impresionismo desplaza por unos momentos al expresionismo. La secuencia en que Julia corre detrás de Jean, o la escena en que ambos van en bote por el lago, son ejemplos de esa descomunal fotografía, riquísima en cuanto a contrastes, extraordinario dominio lumínico, que caen como firmes y rectos haces luminosos, generando imágenes que en efecto parecen de ensueño, breves, pero muy poderosas visualmente las escenas, algo que, por obvio que sea, es ya exclusivo del cine, del aporte de Sjöberg. 


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El estilo narrativo es otro factor que dinamiza y ayuda a que el relato tenga buen ritmo, y ese elemento lo conforman los flashbacks narrativos. Así, pasado y presente concaténanse y narran juntos, los saltos al pasado dispersos durante filme, nos van diagramando a los personajes y sus psiquis. Pero no se trata de una mera utilización de flashbacks para apoyar la narración, nuestro cineasta va más allá de eso. Sin desligarnos del todo de esos saltos temporales, hablemos del Intercambio de sueños, la proyección de fondo mientras habla el protagonista del momento es soberbio recurso, se potencia por el primer plano del rostro del actor y lo narrado, adquiriéndose una doble dimensión. Súmase esto al trabajo de flashbacks, y es que algunos se conectan muy sutilmente con el presente, hasta el punto de fundirse ambas cadenas temporales. Esa unión, esa integridad refuerza el relato, severa fuerza, la interacción, comparten mismo espacio físico, casi interactúan, es innovadora la aplicación del recurso, y le da mucha frescura al hilo narrativo, consigue un efecto positivo. Ahondando en el trabajo de planos, resalta el gusto por primeros y medios planos del director, y sabido es que esta inclinación, bien empleada, genera mucha fuerza dramática, acompañada del elemento narrativo del momento -proyección de fondo de sueños, cuadro o estatua, personaje secundario moviéndose en el fondo- es singular y reconocible en la cinta ese uso, esa combinación de los planos de sus actores. Respecto a las historias propiamente narradas, los contrastes abundan, tanto en lo estrictamente narrativo, como en lo estético. Una buena ilustración de esta doble confrontación serían los contrastes marcados entre los protagonistas, él de negro, ella de blanco, en los sueños, ella cae, cae desesperadamente, simbolismo evidente de la insuperable caída de la que será víctima; él, por el contrario, trepa, trepa hacia el nido con los huevos, trepa hacia una mejora en la escala social, la contraposición es directa en este caso. 

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La cinta tiene de esa forma asimismo dos segmentos marcadamente diferentes, y así en la primera parte se explora el mundo de él, y ella es la dominadora absoluta, caprichosa, veleidosa -humilla a su prometido y termina así su noviazgo-, pero ese status gradualmente irá cambiando, hasta invertirse, conforme va saliendo a flote el patetismo de la situación de ella. Luego del coito, naturalmente no muy enfatizado en la cinta, viene el cambio, ella se embriaga para desnudarse, desnudar su alma y pasado. Obviamente es ella el personaje más importante, y es en la segunda parte donde lo más importante sucede, donde conocemos su malograda psiquis, y las causas de esa hediondez. Al iniciar la narración de su vida, veremos cómo ella refleja a la mujer de la época, en su madre, que tiene prohibido casarse, a ella la fuerzan a ser y comportarse como hombre, vistiéndola como uno incluso, la madre la regaña por jugar con muñecas. Como en esa época, se reflejará la guerra de los sexos asimismo, -sólo por nombrar un ejemplo, tenemos al pintor Gustav Klimt-, guerra de sexos, incluso intercambian roles, hombres hilando y haciendo preparaciones caseras, una niña vestida como varón, la cinta en buena medida refleja, como toda buena obra artística, el contexto en el que se desarrolla. Se invierten posiciones entonces, ella es la que se resquebraja, se quiebra, está a merced de Jean –es elocuente su aserción "obedeceré como un perro", la otra caprichosa hija del Conde le habla así al cochero-, que finalmente se comporta como lo que es, un criado. A ese respecto, la sexualidad es poderosa durante toda la cinta, iniciándose claro con la represión al coito canino, incluso castigando Julia a su perra mascota por seguir su natural instinto copulativo, dejando en evidencia un sentimiento de despecho por frustración. Y evidentemente, la secuencia por excelencia en este aspecto es la de Julia furtivamente observando el acto carnal del mozo de la cuadra con una sirvienta, los ojos de Julia, tan abiertos como se lo permite su organismo, sus pies empinándose, ambos gestos de fogosa excitación, de querer abarcar todo lo que se observa, en efecto la excitación es mucha, el sexo es algo que despierta muchas sensaciones en ella, y vaya que lo transmite muy bien Sjöberg. 

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Descubriremos conforme avanza todo que la fuente de la maldad y la morbidez es la madre, ese ser extraño, indescifrable, casi infernal. Negándose de plano a casarse con el Conde, causándole malestares y vergüenzas con la comunidad, pero una de las escenas más impactantes es cuando alumbra a Julia, la carcajada de ella, tras haber dado a luz, es espeluznante casi, ríe a más no poder mientras le dice al padre que ahí está el hijo, lo que tanto esperaba. Asimismo el incendio por ella generado, dejando a su propia sangre, a su hija, adentro del edificio en llamas, saliendo en vestido de novia, generando una situación inaudita, este personaje siempre está rodeado por un aura inquietante, perturbadora, nos observa desde el cuadro que perennemente se muestra, y no sabemos quién es su mayor víctima, víctima de su venganza que no termina, ni habiendo desaparecido. Por un lado, el conde, el padre de ella, con su rostro que refleja su padecer, dominado y humillado múltiplemente por su mujer, pobre conde, cada vez mas canoso, más acabado y arruinado. Por el otro, Julia, cuyo final será inevitablemente la muerte, tras la pérdida gradual de la cordura.  Otros recursos en los que reposa sólidamente la cinta vienen a ser elementos expresivos, elementos narrativos naturalmente a la vez también. Se otorga importancia a los cuadros, pinturas constantemente enfocadas, en distintas situaciones, cuadros de personajes históricos, grandes científicos, emperadores, pero es la imagen de Berta, claro, la más recurrida e imponente; y a las estatuas también se les brinda cierta atención, cuadros y estatuas, imágenes de aristocracia, símbolos quizás de esa aristocracia que es el origen de la enajenación mostrada. 

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Sjöberg ha sabido, como hemos visto, innovar y potenciar la obra del literato para amalgamarla con los recursos del cine y reforzar el efecto que tiene. Empero, el maestro tiene el olfato preciso para saber qué modificar o innovar, y qué respetar, o mejor expresado, dejar intacto. Es así que los parlamentos y mucho de la fuerza del drama original se mantienen, hay poderosos diálogos, "ordéname algo y obedeceré como un perro", la  actitud de ella cambia radicalmente, "quisiera ver tu sexo nadando en esa sangre", cuando él liquida al inocente ave, la fuerza primigenia del relato no debe ni puede perderse, el cineasta sabe bien cómo conseguir el equilibrio. Quizás el simbolismo más obvio pero no por eso menos efectivo sea precisamente el ave, que al mostrarse los créditos iniciales vemos,  atrapada en una jaula, al lado de una incierta Julia, el ave que  es eliminada cuando ella quería huir, es el final inevitable. Para el apartado final he dejado un aspecto que ciertamente no es menor. Vienen a ser los aportes actorales, Anita Björk primeramente, una mujer que encarna bien a Julia, joven, llena de brío, insegura y con muchos conflictos, consigue la fragilidad correcta, consigue conjugar el capricho y alentaría iniciales propios de la aristocracia, con la desesperación y ruina posteriores; Ulf Palme por el otro lado, con el elegante talante, de mucha experiencia en el teatro, no en vano elegido para este papel, da la talla asimismo, el criado ambicioso que quiere subir socialmente, orgulloso galán, finalmente no conseguirá su objetivo, correcta también su actuación. Mención especial para el querido Max Von Sydow como el mozo del lugar, con apenas 21 años ya escribía su legendaria y aún en proceso historia. Para cerrar ese apartado, es sencillamente maravilloso ver cómo esa plana actoral se vincula, los tres citados en algún momento fueron utilizados por el gigante moderno Bergman, Von Sydow más que los demás, pero queda evidenciado cómo el teatro y el cine sueco forman una tradición casi indivisible, una tradición de la que Sjöberg es célebre y privilegiado representante. Filme que enriquece, en muchas disciplinas, caído en el olvido pero que recobrará seguramente nuevas fuerzas gracias a un trabajo del que me acabo de enterar, un remake vinculado justamente a Ingmar Bergman, pero que no considero digno de mayor mención. Reitero, la comentada cita enriquece y es infaltable para el que aprecie cine, teatro, y muchas otras expresiones artísticas.

la señorita julia


Título original: Fröken Julie.

Director: Alf Sjöberg.

Intérpretes: Anita Björk, Ulf Palme, Marta Dorff, Lissi Alandh, Anders Henrikson, Max von Sydow.

Trailer:



Reseña escrita por Edgar Mauricio


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