Resultó cuanto menos sorprendente
(es posible que su esposa Anne Bancroft que actúa en "The Elephant Man" tuviera
algo que ver) que el reconocido comediante Mel Brooks, fuera quien produjera
esta bella y aleccionadora obra de David Lynch después de que este dirigiera
la inclasificable "Cabeza Borradora (1977)". El rechazo ante lo "estéticamente
extraño, feo y considerado como horrible" son bajo mi punto de vista
sensaciones arraigadas al ser humano, que pueden llevar a desastrosos
equívocos. Por poner algunos ejemplos, tanto el jorobado de Notre Damme de
Víctor Hugo como el Fantasma de la Ópera de Gaston Leroux, guardaban bajo su
deforme aspecto, y en ocasiones violenta actitud, almas cándidas capaces de
encontrar gusto y reciprocidad ante virtudes humanas. Pero el conocido como
Hombre Elefante "John Merrick", a diferencia de los personajes de Hugo y Leroux
existió. A finales del Siglo XIX un hombre afectado por una grave enfermedad, que
provocó en él una deformidad que plagaba todo su físico de excrecencias y
tumoraciones tales que instigaban al rechazo de absolutamente casi todo el
mundo de su época, fue mostrado durante años como atracción de circo, hasta que
el doctor Frederick Treves (Anthony Hopkins) halló a este "apestado social" para hacerse cargo de él como objeto de estudio. Treves es testigo de la
vulneración de la humanidad de John Merrick (John Hurt), que es expuesto a modo
de "freak" como espectáculo circense además de ser sometido a malos tratos,
burlas y esclavismo.
Los consumidores de la deforme visión de Merrick ignoran en su mayoría, la infinidad de virtudes de sencillez, ternura, y la capacidad de aprender educación que muchos humanos querrían para sí. Treves acentuará, cuidará y educará en sensibilidad y modales al llamado hombre elefante, hasta ahondar en un alma atormentada, apartada y maltratada, simplemente por su destacada apariencia física. La historia del antiestético humano, se llevó al cine con distinguida maestría por David Lynch e interpretada por un John Hurt que tuvo que soportar un pesado maquillaje protésico que cubría todo su cuerpo, provocándole más de un quebradero de cabeza convirtiéndose detrás de su esfuerzo actoral que le llevó a la nominación al Oscar, en una perfecta imitación de la fisonomía de Merrick. El espectador poco a poco descubrirá bajo la distinguida dirección de Lynch en "El Hombre Elefante", el duro mundo de las ferias ambulantes que ya nos había desvelado anteriormente Tod Browning con "Freaks, laparada de los monstruos (1932)", pero en esta ocasión en la desigual e industrial época Victoriana. El maltrato de sus semejantes, la incomunicación y el sometimiento animal al que se ve forzado en el circo, todo envuelto en un neutro blanco y negro hacen de "El Hombre Elefante" una película triste y demoledora, pero a la vez también, un esperanzador mensaje que hace que el hombre como ser humano, sea capaz de mirar más allá de las ideas preconcebidas, y las hirientes etiquetas hacia lo que no comprendemos y tachamos injustamente, para profundizar en la sensibilidad y espiritualidad por encima de lo que vemos y juzgamos con nuestros ojos.
John Merrick era único en su malformación, pero también en cuanto a timidez y callada personalidad. Internado en un hospital tras el sufrimiento como burla en ferias ambulantes, la ternura desembocará en un sentimiento de solidaridad tutorial del doctor Treves hacia John, a través de unas ganas de comunicarse para ganarse la confianza y el cariño de un Merrick que se adaptará a un mundo que no está preparado para su "atípico aspecto". Un mundo que aborrece todo "lo distinto", que es incapaz de mostrar interés por lo que desconoce, y que seguirá con su hipócrita y superficial actitud ante un ser humano maravilloso, que en cuanto ganó popularidad tuvo el respeto de todos (destacando el que le toma el personaje de Bancroft). Un hombre que maravilló por su afable personalidad haciendo que fuera conocido por su aspecto, pero más conocido aún por su admirable bondad y sus protocolarias formas una vez educado por su sensible mentor, un mentor capaz de ver mas allá de su deformidad para encontrar a un hombre estupendo, al hombre elefante, el sr. John Merrick, una historia real. Como curiosidad, a modo de mayor afloramiento sensitivo, la música de Samuel Barber "Adagio for Strings" sirvió tanto para "El Hombre Elefante" como para los desastres de la guerra de Vietnam en "Platoon (1986)".
Los consumidores de la deforme visión de Merrick ignoran en su mayoría, la infinidad de virtudes de sencillez, ternura, y la capacidad de aprender educación que muchos humanos querrían para sí. Treves acentuará, cuidará y educará en sensibilidad y modales al llamado hombre elefante, hasta ahondar en un alma atormentada, apartada y maltratada, simplemente por su destacada apariencia física. La historia del antiestético humano, se llevó al cine con distinguida maestría por David Lynch e interpretada por un John Hurt que tuvo que soportar un pesado maquillaje protésico que cubría todo su cuerpo, provocándole más de un quebradero de cabeza convirtiéndose detrás de su esfuerzo actoral que le llevó a la nominación al Oscar, en una perfecta imitación de la fisonomía de Merrick. El espectador poco a poco descubrirá bajo la distinguida dirección de Lynch en "El Hombre Elefante", el duro mundo de las ferias ambulantes que ya nos había desvelado anteriormente Tod Browning con "Freaks, laparada de los monstruos (1932)", pero en esta ocasión en la desigual e industrial época Victoriana. El maltrato de sus semejantes, la incomunicación y el sometimiento animal al que se ve forzado en el circo, todo envuelto en un neutro blanco y negro hacen de "El Hombre Elefante" una película triste y demoledora, pero a la vez también, un esperanzador mensaje que hace que el hombre como ser humano, sea capaz de mirar más allá de las ideas preconcebidas, y las hirientes etiquetas hacia lo que no comprendemos y tachamos injustamente, para profundizar en la sensibilidad y espiritualidad por encima de lo que vemos y juzgamos con nuestros ojos.
John Merrick era único en su malformación, pero también en cuanto a timidez y callada personalidad. Internado en un hospital tras el sufrimiento como burla en ferias ambulantes, la ternura desembocará en un sentimiento de solidaridad tutorial del doctor Treves hacia John, a través de unas ganas de comunicarse para ganarse la confianza y el cariño de un Merrick que se adaptará a un mundo que no está preparado para su "atípico aspecto". Un mundo que aborrece todo "lo distinto", que es incapaz de mostrar interés por lo que desconoce, y que seguirá con su hipócrita y superficial actitud ante un ser humano maravilloso, que en cuanto ganó popularidad tuvo el respeto de todos (destacando el que le toma el personaje de Bancroft). Un hombre que maravilló por su afable personalidad haciendo que fuera conocido por su aspecto, pero más conocido aún por su admirable bondad y sus protocolarias formas una vez educado por su sensible mentor, un mentor capaz de ver mas allá de su deformidad para encontrar a un hombre estupendo, al hombre elefante, el sr. John Merrick, una historia real. Como curiosidad, a modo de mayor afloramiento sensitivo, la música de Samuel Barber "Adagio for Strings" sirvió tanto para "El Hombre Elefante" como para los desastres de la guerra de Vietnam en "Platoon (1986)".
Título original: The Elephant Man.
Director: David Lynch.
Intérpretes: Anthony
Hopkins, John
Hurt, Anne
Bancroft, John
Gielgud, Wendy
Hiller, Freddie
Jones, Dexter
Fletcher.
Trailer:
B.S.O.:
Reseña escrita por Cristóbal Jiménez
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2 opiniones :
Imposible verla sin llorar (en la escena del teatro, en la escena final, etcétera).
Saludos.
Llorar no sé, pero verla sin emocionarse difícil...Si no te emocionas es que careces de total empatía.Debe ser terrible no poder sonreir. Las discapacidades siempre han supuesto un filón narrativo en el cine, y en este caso Lynch ha sabido explotarlo.
Un saludo.
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