Basada en una famosa novela de
Yuki Shoji, ganadora del premio Kinoshita (algo así como el premio Pulitzer
japonés). Es la película más personal y
comprometida de este director. Para su realización utilizó las
ganancias obtenidas por su colaboración en las escenas japonesas del famoso
film "¡Tora, tora tora! (1970)", y así poder comprar los derechos de la novela para
adaptarla al cine. Este gran relato, menos conocido por el gran público
Occidental, mantiene el espíritu antibelicista de otros trabajos más conocidos
creados en los cincuenta y principios de los sesenta con títulos como: "LaTrilogía de la Condición Humana" de Masaki Kobayashi (1959-61), "El arpa
Birmana (1956)" y "Fires on the plain (Nobi, 1959)" de Kon Ichikawa. Tras
haber transcurrido 25 años del final de la Gran Guerra, la viuda de Togashi, (Sachiko Hidari) todavía no sabe lo que realmente ocurrió en el frente con su
marido, un sargento del ejército Imperial. Cada año, cuando llega el
aniversario del armisticio de la II Guerra Mundial en Japón, la viuda de
Togashi se presenta en el Ministerio de Asuntos Sociales con una solicitud que
le permita obtener su pensión como viuda de guerra. Pero como cada año, y tras
llevar 25 años realizando esta humillante tarea, su solicitud es rechazada una
vez más. Los funcionarios le comunican que, según la poca documentación de la
que disponen, el sargento Togashi (Tetsuro Tamba) fue acusado de deserción y
sentenciado a muerte por una corte militar en una isla remota de Nueva Guinea.
No
satisfecha con esta respuesta e incapaz de aceptar la deserción de su marido,
decide conducir su propia investigación. Su tenacidad está movida por el
inmenso amor a su marido, conocedora de los grandes valores que éste poseía en
vida, no acierta a comprender lo que desde el Ministerio le cuentan sobre él. Una
viuda de guerra que pese a carecer de medios económicos es movida no por
motivos económicos, sino por la gran tarea de limpiar la memoria de su marido
manchada por el deshonor. Un combatiente que ha sido condenado sin
explicaciones a no ser digno de homenajes, a no recibir "las flores del
emperador" en la anual ceremonia de celebración de los caídos. Tras 25 años de
deshonor y humillaciones, esta vez la viuda se decide a investigar por su
cuenta lo que realmente pudo suceder en el frente de batalla y para ello busca
el paradero de cada uno de los cuatro supervivientes del batallón que acompañaba a su marido. Desde los
créditos iniciales, la cinta no deja ni un solo instante de descanso al
espectador. La trama bélica está filmada en blanco y negro, el movimiento de la
cámara es trepidante en las escenas de tensión, mientras que las escenas de
violencia extrema son filmadas en primerísimos planos. Tan sólo la muerte de un
oficial retoma el color rojo dentro del permanente B&N, para remarcar la
importancia crucial que adquiere en la cinta. La historia en tiempo presente
que nos narra las vicisitudes de la viuda es filmada en color. Cada uno de los miembros que va encontrando es capaz
de narrar una parte del bizarro puzzle de los sucesos que acontecieron durante
la guerra. Cada personaje que va encontrando, antiguos soldados, sumidos ahora
en condiciones miserables, va aportando su visión del conflicto, y cada relato
va resultando más crudo y cruel que el anterior.
Todos son veteranos de guerra
que han vivido situaciones que nadie desearía escuchar. La fotografía de
Hiroshi Segawa es fundamental en el relato. Sus imágenes en blanco y negro, de
grano grueso, casi a modo de documental son contundentes, claras y precisas
para revelar sin tapujos lo que allí sucedía. Aunque estas imágenes alcancen grados de dramatismo no bien tolerados por
todos, vehiculizan la crítica y la denuncia de un pasado que el gobierno se
esfuerza en ocultar. Para obtener más veracidad, realiza un montaje con
fotografías reales del conflicto, casi desconocidas por la gran mayoría. Así, el relato con voz en off, a modo de
flashback, va mostrando al espectador imágenes impactantes, fijas, hirientes
para la retina. La primera escena, con el
emperador japonés venerando a los fallecidos en combate por la patria y el
emperador, da pie a una feroz crítica de ese mismo monumento a los caídos. Cada
uno de los supervivientes, elaborará su propia historia según las vivencias que
le producen los terribles recuerdos: heridos que son asesinados con inyecciones
de aire intracardíacas, canibalismo, traición, enfermedad, miseria y locura son
los elementos dominantes. Descubriremos
que el ejército japonés vencido por los aliados y replegado en la
jungla, morirá de hambre y de malaria, pero fundamentalmente por la propia locura de los mandos japoneses
del ejército. El enemigo está dentro de sus propias filas, no es sólo producto
de la desesperación o la miseria de la situación, dato tan común a todas las
guerras. Aquí, el honor, la jerarquía, la patria, la disciplina y hasta el
propio emperador son agentes causales de millones de muertes. La cifra
escalofriante de 31 millones de japoneses murieron en la Guerra del pacífico y
lo hicieron sobre todo por hambre,
malaria y como en esta película se muestra, incluso por insubordinación, condenada
con la ejecución por rebelarse al orden establecido.
Título original: Gunki hatameku motoni - Under the Flag
of the Rising Sun.
Director: Kinji Fukasaku.
Intérpretes: Tetsuro
Tamba, Sachiko
Hidari, Shinjiro
Ebara, Isao
Natsuyagi, Sanae
Nakahara,Yumiko
Fujita.
Trailer:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
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