La expresión law
abiden citizen hace referencia en la lengua inglesa, a aquel/lla ciudadano/a
escrupulosamente respetuoso/a de la ley, que se somete a su imperio y se siente
vinculado/a por ella como requisito ineludible para vivir en sociedad. Por esas
razones ese ciudadano es ejemplar. También es una expresión que resume el fin
último del derecho penal anglosajón (criminal
law). Si el sistema penal español persigue en su espíritu la reinserción
social del delincuente (la realidad ya es otra cosa), el sistema criminal
anglosajón, aparte de disuadir a los posibles transgresores de la ley (law breakers), ofrece la posibilidad de
convertir a los delincuentes (offenders)
en ciudadanos que cumplen la ley. En definitiva, convertir a los offenders en law abiden citizens. Clyde Alexander Shelton (Gerald Butler) es un
amado padre y esposo que parece vivir con su mujer e hija una vida placida,
desahogada y feliz en Philadelphia. Una noche, esperando para cenar en lo que
se intuye como una velada cotidiana y tranquila entre risas y buena
comunicación, tocan a la puerta de este afortunado hogar. Al abrir, Clyde
permite la entrada a dos delincuentes, primero con intención de robar, pero
enseguida uno de ellos, Clarence Darby (Christian Stolte), lleva la voz
cantante en la acción de violar a la mujer y matar a la niña, después de
apuñalar a Shelton (mientras le susurra "no
se puede luchar contra el destino"), que sobrevive milagrosamente. El
fiscal del caso es Nick Rice (Jamie Foxx), futuro padre, abogado ambicioso, con
una media de condenas impresionante, un 96% de éxitos en los tribunales, que no
está dispuesto a rebajar. Rice decide pactar con el letrado de Darby, porque "algo de justicia es mejor que ninguna".
A cambio de declarar en juicio contra el otro atracador Rupert Ames (Josh
Stewart), para el que el acusador público pedirá la pena de muerte, Clarence
Darby evitará la inyección letal y conseguirá una sustancial reducción de la
condena como testigo colaborador (cooperating
witness).
Nick se reúne con Shelton para explicarle la maniobra legal. Clyde
le ruega al fiscal que no alcance el pacto. Nick le comenta que la juez del
caso declaró nula la prueba de ADN, de modo que las evidencias forenses no son
concluyentes. Le informa que el testimonio único del padre, apuñalado en la
escena del crimen no será suficiente prueba de cargo. Cualquier letrado que
conozca su oficio lo destrozará en el estrado. A la afirmación del padre de que
él lo vio todo y que por eso el jurado le creerá, el fiscal, que ya ha hecho el
trato, le dice "No es lo que sé, es lo
que puedo probar" El pacto tiene lugar. Al fiscal no le gusta, pero "el sistema funciona" se dice a sí mismo.
Al padre de la familia asesinada tampoco le gusta. Su rostro es el de quien se
encuentra completamente desamparado ante la complacencia del criminal y la
tolerancia del fiscal, en un sistema legal que permite ese tipo de sutilezas
legales. La única persona complacida con ese pacto es Clarence Darby, el
responsable directo de la muerte de la esposa e hija del ciudadano ejemplar. Los
primeros 10 minutos del film de Gray, que responden a lo expuesto previamente,
son sensacionales. Diez años después asistimos a la planeada venganza de Clyde Shelton. Ames muere víctima
de dolor insoportable, al haber sido sustituidas las sustancias que componen la
llamada inyección letal y Darby correrá peor suerte.
Convenientemente
paralizado, al ser envenenado con tetrodoxina, extraída del hígado de un pez
del Caribe, que paraliza la actividad motriz pero no impide que sienta el
dolor, Shelton lo irá despiezando poco o poco, con sierra mecánica, bisturí,
etc, en una secuencia que parece pertenecer a la saga Saw. A partir de la venganza consumada, la escalada de nivel atañe
al deseo de Shelton de demoler el Sistema de Justicia en general, corrupto y
podrido, que permite que los fiscales pacten con los asesinos y que los jueces
se dejen llevar por la verborrea de los abogados para poner a criminales en la
calle nuevamente al lado de hombres buenos. El punto de mira de Shelton cambia
de criminales a Jueces, abogados, fiscales y a la Alcaldesa de la ciudad,
colocando a Philadelphia en una ciudad bajo asedio. "La justicia debe ser dura, Nick, especialmente para aquellos que se le
niegan a otros", le comentará Shelton a Rice, dejándole claro que está en
guerra con “…esta cosa rota que nos trajo
a los dos aquí”. La ubicación de la
película en la capital del estado de Pensylvania no es en absoluto baladí. En
la Capital del Independence state,
tuvieron lugar los debates y la aprobación de la Constitución Estadounidense.
El edificio Independence Hall, en el
centro de la ciudad, fue el primer emplazamiento de la presidencia del Gobierno
de la entonces emergente nación, sumergida aún en la guerra de la independencia
contra los ingleses, hasta su traslado a Washington D.C., que se produjo en
1800.
El filme de Gray posee una primera
hora sensacional, con muy buenos diálogos (las secuencias entre Shelton y Rice
son excelentes) y una acertada escalada de acontecimientos, desmarcándose del "cine
de justicieros" en cuanto puede. El problema es que el ascenso de nivel en los
objetivos del personaje principal, resulta tan ridículamente imposible y los
atentados que organiza invitan en ocasiones más a la risa que al drama y al
caos que se pretende plasmar. La película va desinflándose progresiva y
peligrosamente hacia sus cuarenta minutos finales en un sinsentido de
exageraciones y artificios, que convierten el guión de Kurt Wimmer en un
instrumento decididamente tramposo, que desemboca en un final absolutamente
mediocre. Después de haber presenciado los diez primeros minutos, es
completamente inaceptable, aunque pasen diez años entre medio, una secuencia como
aquella en la que Rice, junto a su mentor Jonas Cantrell (Bruce Mc Gill) va a
ver un personaje misterioso como Bray (Doug Stamper), "alguien que hace cosas feas para que podamos vivir el sueño americano",
según Cantrell. Bray, espía del Gobierno, les comenta que Clyde Shelton es un
cerebro, "el mejor en matar gente sin
estar", "si está en prisión es porque él quiere estar en la cárcel", "nació táctico, un peón fuera del tablero",
concluyendo que la única manera de detenerlo es pegarle un tiro en la celda
donde está. Esta secuencia, que parece extraída de cualquier película de
espionaje, donde tendría mucho mejor encaje, en lugar de crear tensión, pone
bien de relieve el artificio sobre el que se ha construido el guión del filme
en sus diez primeros minutos. Se nos muestra al mismo personaje principal, del
que se habla, en unas circunstancias completamente opuestas a las de la
apertura del filme. Ése que abre la puerta a los dos delincuentes a su casa sin
ninguna comprobación ni medida de seguridad, que no se defiende, presa del
terror y el dolor. En definitiva, al inicio de la película, pese a que el
personaje "nació táctico", nos es
mostrado de una manera completamente vulnerable.
Título
original: Law Abiding Citizen.
Director:
F. Gary Grey.
Intérpretes: Gerard
Butler, Jamie
Foxx, Colm
Meaney, Leslie
Bibb, Josh
Stewart, Viola
Davis,Bruce
McGill.
Trailer:
Escena:
B.S.O.:
Reseña
escrita por Manuel García de Mesa
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