Dos años después del estreno del excelente e incomprendido film de Kubrik "Barry Lyndon (1975)", nacía "Los Duelistas", película con la que Ridley Scott conseguiría despuntar dentro del panorama cinematográfico. Fue premiada como "mejor ópera prima" en el Festival de Cannes del año 1977. Basada en la novela del polifacético Joseph Conrad y con guión adaptado de Gerald Vaughan-Hughes, Ridley Scott consigue trasladar al cine de forma impecable y soberbia este interesante relato. La ambientación de época está cuidada hasta el mínimo detalle. Con un diseño de producción muy acertado, una impecable fotografía y un gran reparto actoral se logra alcanzar un lenguaje visual tan excelente, que tal y como diría el maestro Hitchcock de cualquier gran película: "Puedes quitarle el volumen y seguir perfectamente la historia". Fiel a la novela de Joseph Conrad, el argumento nos traslada a la época de las campañas napoleónicas entre 1801-1815. Aunque más que centrarse en el desarrollo militar de la época, la cámara se centra en dos jóvenes oficiales del 4º y 7º de Húsares: el aristócrata Armand D´Hubert (Keith Carradine) y el teniente del 7º, Ferraud (Harvey Keitel). La contienda napoleónica sirve de telón de fondo para describir dos personalidades opuestas, dos polos antagónicos. Ambos oficiales representan dos símbolos de la época: D´Hubert representaría al soldado con formación, culto y de buena familia, tranquilo y racional. Su capacidad de reflexionar antes de actuar le permite adaptarse a los diferentes regímenes políticos que la vida le propone, es un claro superviviente.
Por el contrario, su antagonista, el oficial Feraud, es un fiel representante del movimiento ultra napoleónico, impulsivo, irascible e irracional, capaz de morir por sus principios. La única cualidad que los une es su sentido del honor. Con estos dos perfiles, nace una leyenda entre dos hombres destinados a enfrentarse en duelo durante años, mientras duran todas la campañas de Napoleón en Europa e incluso después, cuando ya ha sido desterrado a Elba y se ha restaurado el sistema monárquico. Ambos se introducen en una espiral, mantenida en el transcurso de los años, que los va acompañando en sus diferentes etapas de vida, sin que ninguno de ellos, y siempre guiados por motivos bien diferentes, pueda salir de ella. Llegan a enfrentarse uno contra otro hasta la saciedad, creándose así la leyenda de los dos mejores espadachines del ejército napoleónico. El honor es el espíritu que inunda todo el relato. Sus espadas, su lucha de egos y su peculiar interés por forjarse como guerreros, como hombres de palabra, se convierte en toda una declaración de principios y el en el auténtico motor de sus vidas.
Esta excelente obra cinematográfica es una joya visual donde cada encuadre y cada fotograma, tanto de los paisajes como de los interiores, permite destacar los detalles importantes, en planos fijos o siguiendo el movimiento de las espadas. Los paisajes que sirven de encuadre a los duelos siempre gozan de una luz tenue, ya sea del atardecer como del amanecer. Una luz que suaviza los colores y aporta una bruma que envuelve, que dulcifica cada sangriento encuentro y lo transforma, pese a su crudeza, en una obra de arte. Nada mejor que la luz del sol indirecta y la niebla para crear una atmósfera dramática y naturalista al mismo tiempo. Se consiguieron imágenes impactantes en escenarios naturales que fueron estratégicamente resaltados con diferentes filtros y grandes cantidades de humo. Se dice que la luz empleada por Tidy, es tan excelente que podría ganar la mismísima aprobación del pintor Vermeer. R. Scott, refiriéndose a la colaboración con su director de fotografía en este film o: "Frank sabía lo que yo quería y conseguía plasmarlo como a mí me gustaba. Poco me importaba si el fotograma estallaba, o si el encuadre era totalmente oscuro, Frank sabía perfectamente hasta dónde podíamos llegar".
Título original: The duellists.
Director: Ridley Scott.
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
Por el contrario, su antagonista, el oficial Feraud, es un fiel representante del movimiento ultra napoleónico, impulsivo, irascible e irracional, capaz de morir por sus principios. La única cualidad que los une es su sentido del honor. Con estos dos perfiles, nace una leyenda entre dos hombres destinados a enfrentarse en duelo durante años, mientras duran todas la campañas de Napoleón en Europa e incluso después, cuando ya ha sido desterrado a Elba y se ha restaurado el sistema monárquico. Ambos se introducen en una espiral, mantenida en el transcurso de los años, que los va acompañando en sus diferentes etapas de vida, sin que ninguno de ellos, y siempre guiados por motivos bien diferentes, pueda salir de ella. Llegan a enfrentarse uno contra otro hasta la saciedad, creándose así la leyenda de los dos mejores espadachines del ejército napoleónico. El honor es el espíritu que inunda todo el relato. Sus espadas, su lucha de egos y su peculiar interés por forjarse como guerreros, como hombres de palabra, se convierte en toda una declaración de principios y el en el auténtico motor de sus vidas.
Esta excelente obra cinematográfica es una joya visual donde cada encuadre y cada fotograma, tanto de los paisajes como de los interiores, permite destacar los detalles importantes, en planos fijos o siguiendo el movimiento de las espadas. Los paisajes que sirven de encuadre a los duelos siempre gozan de una luz tenue, ya sea del atardecer como del amanecer. Una luz que suaviza los colores y aporta una bruma que envuelve, que dulcifica cada sangriento encuentro y lo transforma, pese a su crudeza, en una obra de arte. Nada mejor que la luz del sol indirecta y la niebla para crear una atmósfera dramática y naturalista al mismo tiempo. Se consiguieron imágenes impactantes en escenarios naturales que fueron estratégicamente resaltados con diferentes filtros y grandes cantidades de humo. Se dice que la luz empleada por Tidy, es tan excelente que podría ganar la mismísima aprobación del pintor Vermeer. R. Scott, refiriéndose a la colaboración con su director de fotografía en este film o: "Frank sabía lo que yo quería y conseguía plasmarlo como a mí me gustaba. Poco me importaba si el fotograma estallaba, o si el encuadre era totalmente oscuro, Frank sabía perfectamente hasta dónde podíamos llegar".
Título original: The duellists.
Director: Ridley Scott.
Intérpretes: Keith
Carradine, Harvey
Keitel, Edward
Fox, Albert
Finney, Cristina
Raines, Robert
Stephens.
Trailer:
Escena:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
2 opiniones :
Estéticamente, es deudora de "Barry Lyndon", lo cual no le quita ni mérito ni personalidad a este primer largometraje de Ridley Scott, un director que últimamente ha bajado el listón de sus ambiciones hasta límites alarmantes.
Excelente cinta. El cine alardea de preciosismo. Rara vez la estética ha llegado a cimas tan elevadas. Sin duda, ocupa un lugar destacado en la historia del cine.
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