Centrada en la los últimos días
de la vida de Bobbry Sands, (Michael Fassbender), encerrado en "Maze Prison",
una cárcel de máxima seguridad de Irlanda del Norte, nos cuenta los sucesos que
vivieron varios presos del IRA encarcelados en 1981. Las inhumanas condiciones
a las que fueron sometidos estos presos bajo el Gobierno Thatcher y la falta de
cumplimiento de los acuerdos para alcanzar el Status de presos políticos
condujeron hacia la huelga de hambre por dichos presos. Algunos de ellos
murieron, entre ellos nuestro protagonista. Un película realmente cruda, directa,
hiriente, impactante y espeluznante, de un realismo fotográfico preciso que con
gran sabiduría es alternado con un lirismo estético. Un ejercicio de cine
impresionante donde el mosaico de imágenes es magistralmente conducido por un
espléndido montaje, capaz de alternar el zoom, los primeros planos de partes
del cuerpo y los planos amplios: geométricos, claustrofóbicos. Especial mención
para el plano- secuencia estático único y central en la cinta, donde Bobby Sans
(Fassbender) hace su declaración de intenciones frente al clérigo (Liam
Cunningham). La gran triada sobre la que se sustenta la película es el
mencionado montaje, su preciosista fotografía de la mano de Sean Bobbitt y la
colosal actuación de Fassbender con su progresivo adelgazamiento y deterioro
físico. Una cinta que consigue transmitir su mensaje de denuncia mediante la
transmisión de sensaciones. Poco queda reservado para los discursos, tan sólo
la gran escena rodada en plano fijo de unos 23 minutos donde Bobby explica sus
principios y el por qué de sus actos frente al
clérigo. No hay lugar para
discursos infértiles, nuestro protagonista no es hombre de palabras
vacías, sino de hechos y como tales son narrados visualmente.
La trama del film está
constituida por tres bloques o etapas:
La primera etapa ilustra el día a
día de la conflictiva coexistencia de guardas y reclusos en la prisión de Maze
(también conocida como Long Kesh). Nunca
unas imágenes me habían producido estas sensaciones tan desagradables, y nunca
antes había sido capaz de visualizar tanta violencia en una pantalla de cine.
No es una violencia de sangre y sesos esparcidos. Se trata de una violencia
cruda y primitiva, con crueldad
ilimitada. Es aquí donde se nos describe
la vida del guardia de prisiones Raymond Lohan (Stuart Graham) y los presos
republicanos Davey Gillen (Brian Milligan) y Gerry Campbell (Liam McMahon),
condenados a seis y doce años, respectivamente. La primera aparición en pantalla del personaje
principal de la trama, Bobby Sands (Michael Fassbender), enlaza con la segunda
parte o segundo acto, partiendo de la espeluznante escena donde un cuerpo
especial antidisturbios somete a los presos a un brutal y vejatorio control de
seguridad, para, posteriormente, asearlos mediante el uso de la fuerza. La segunda etapa se corresponde con una
intensa escena de veintitrés minutos (diecisiete y medio de ellos en un único
plano- secuencia), que he mencionado anteriormente, en la que Bobby Sands y el
Padre Dominic Moran (Liam Cunningham) discuten acerca de la decisión del
primero de iniciar una nueva huelga de hambre en prisión. La parte final o
tercer acto describe en imágenes la paulatina e inclemente demacración del
cuerpo de Sands hasta su inexorable muerte, en lo que el periodista Dave
Calhoun ha acertado en llamar “an expressionist portrait of dying” (un retrato
expresionista de la muerte). Con las
largas secuencias y un montaje pausado, sereno, poético, con predominio de
silencios de todo tipo, alternados por repentinos brotes de violencia
atronadora, Steve Mac Queen consigue una de las cintas más desgarradoras,
impactantes y crudas de la historia del cine.
Director: Steve McQueen.
Director: Steve McQueen.
Intérpretes: Michael
Fassbender, Liam
Cunningham, Liam
McMahon, Lalor
Roddy, Stuart
Graham, Brian
Milligan.
Trailer:
Escena:
B.S.O.:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
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