Iván (Nikolai Burlaiev) es un
niño de 12 años que se ve atrapado en el frente Oriental de la II Guerra
Mundial. Tras haber sido invadidos por los alemanes y sufrir los horrores de la
guerra, su único objetivo para seguir viviendo es la venganza de los que han
sido asesinados ya que ha quedado completamente solo, sin familia. Sus
superiores, el capitán Kholin (Valentin Zubkov), el coronel Gryaznov (Nikolai
Grinko) y el joven teniente Galtsev (Yevgueni Zharikov) quieren alejarlo de la
lucha, pero se topan con la insistencia y tozudez del pequeño. Iván, criatura
engendrada por la propia Guerra, está provisto de cierta monstruosidad: Su odio
y determinación asustan incluso a los adultos. Desde la escena inicial, la
fotografía en blanco y negro nos trasmite la atmósfera agobiante de la lucha en
las trincheras, en el peligroso bosque y en el lago helado que nuestro
protagonista debe atravesar de noche para poder actuar y convertirse en un
correo espía. Los claro-oscuros de los interiores del cuartel, la majestuosidad
en el empleo de las sombras y para detallar visualmente el cuerpo de un niño
hambriento, harapiento y valiente, son impactantes. No son necesarios los
diálogos para mostrar los horrores de la guerra, como tampoco son necesarios
describir los actos durante las avanzadillas. Lo que precisamente atrajo a
Tarkovsky del relato de Bogomolov fue la tensión que el escritor logra crear en
la pausa existente entre las dos operaciones militares. Una pausa insoportable,
difícil de expresar sólo con medios externos y que abría un camino de
posibilidades fílmicas. Tras el cortometraje "El violín y la apisonadora ("Katok i skripka") (1960)", Tarkovski tiene la posibilidad de dirigir su primer
largometraje. "La infancia de Iván", basada en la novela corta de Vladimir
Bogomolov, cuenta con el guión adaptado del propio Bogomolov, en colaboración
con Mikhail Papava.
A Tarkovski le conmovieron dos puntos fundamentales de la historia: La figura del niño y que, siendo un relato de Guerra, no parecieran ni peligrosos encuentros militares ni complicadas operaciones en el frente. Ni siquiera existe una narración sobre actos heroicos. En "La infancia de Iván" podemos observar algunos de los aspectos sobre los que el autor profundizará en sus obras posteriores, tales como el mundo de la infancia, el hogar, los sueños y los recuerdos del pasado. Al tratarse de su primer largometraje, la narrativa todavía mantiene una línea más tradicional, muy diferente de sus films posteriores donde experimentará diferentes formas de expresar su creación artística. Sin embargo, en esta cinta es posible descubrir rupturas narrativas significativas como los sueños del protagonista, la importancia de los tiempos muertos y el predominio de la reflexión. Tarkovski cierra un círculo entre la primera y la última escena, ya que ambas representan bellos sueños de Iván, donde la fotografía en B/N es especialmente luminosa. Utiliza como principal elemento metafórico el agua y la playa, paisajes de luz, tranquilidad y felicidad que contrastan con la dura realidad que vive Ivan.
Esta cinta carecería de la expresividad necesaria sino fuera por la excelente fotografía de Vadim Yusov, que junto con el pequeño, son los dos grandes protagonistas. Vadim Ivánovich Yúsov, director de fotografía soviético, profesor del Instituto de la Cinematografía Gerásimov, es conocido por sus colaboraciones con Andréi Tarkovski en "The Steamroller and the Violin (1961)", "La infancia de Iván", "Andréi Rubliov (1966)" y "Solaris (1972)". La asociación Tarkovski- Yúsov nos ha dejado fotogramas inolvidables, no sólo por el encuadre, sino también por el manejo de la luz y el color. Sabemos que la forma de rodar, con un ritmo pausado y reflexivo, basado más en silencios que en diálogos es característica de este director, pero nada hubiera funcionado sin los novedosos encuadres: asimétricos, con profundidad, amplitud de campo y de belleza singular que realizó con su gran colaborador. Los fotogramas son capaces de trasmitir el estado de ánimo del muchacho, los recuerdos que lo mantienen vivo y su lucha valiente para cumplir su venganza. Los sueños de Iván, representan la inocencia de la infancia perdida, el cariño de su madre, sus amigos y compañeros de juegos. En la realidad del frente se tropieza con impactantes claro-oscuros, predomina la nocturnidad y los miedos. El agua será el único elemento siempre presente, un hilo conductor de los dos mundos el de la luz y el de la oscuridad. La atrocidad de la guerra vista y vivida por los ojos de un niño que pasa a ser un adulto, poseído tanto por demonios como por bellos recuerdos y cuyo único objetivo en la vida es vengar la muerte de sus seres queridos.
A Tarkovski le conmovieron dos puntos fundamentales de la historia: La figura del niño y que, siendo un relato de Guerra, no parecieran ni peligrosos encuentros militares ni complicadas operaciones en el frente. Ni siquiera existe una narración sobre actos heroicos. En "La infancia de Iván" podemos observar algunos de los aspectos sobre los que el autor profundizará en sus obras posteriores, tales como el mundo de la infancia, el hogar, los sueños y los recuerdos del pasado. Al tratarse de su primer largometraje, la narrativa todavía mantiene una línea más tradicional, muy diferente de sus films posteriores donde experimentará diferentes formas de expresar su creación artística. Sin embargo, en esta cinta es posible descubrir rupturas narrativas significativas como los sueños del protagonista, la importancia de los tiempos muertos y el predominio de la reflexión. Tarkovski cierra un círculo entre la primera y la última escena, ya que ambas representan bellos sueños de Iván, donde la fotografía en B/N es especialmente luminosa. Utiliza como principal elemento metafórico el agua y la playa, paisajes de luz, tranquilidad y felicidad que contrastan con la dura realidad que vive Ivan.
Esta cinta carecería de la expresividad necesaria sino fuera por la excelente fotografía de Vadim Yusov, que junto con el pequeño, son los dos grandes protagonistas. Vadim Ivánovich Yúsov, director de fotografía soviético, profesor del Instituto de la Cinematografía Gerásimov, es conocido por sus colaboraciones con Andréi Tarkovski en "The Steamroller and the Violin (1961)", "La infancia de Iván", "Andréi Rubliov (1966)" y "Solaris (1972)". La asociación Tarkovski- Yúsov nos ha dejado fotogramas inolvidables, no sólo por el encuadre, sino también por el manejo de la luz y el color. Sabemos que la forma de rodar, con un ritmo pausado y reflexivo, basado más en silencios que en diálogos es característica de este director, pero nada hubiera funcionado sin los novedosos encuadres: asimétricos, con profundidad, amplitud de campo y de belleza singular que realizó con su gran colaborador. Los fotogramas son capaces de trasmitir el estado de ánimo del muchacho, los recuerdos que lo mantienen vivo y su lucha valiente para cumplir su venganza. Los sueños de Iván, representan la inocencia de la infancia perdida, el cariño de su madre, sus amigos y compañeros de juegos. En la realidad del frente se tropieza con impactantes claro-oscuros, predomina la nocturnidad y los miedos. El agua será el único elemento siempre presente, un hilo conductor de los dos mundos el de la luz y el de la oscuridad. La atrocidad de la guerra vista y vivida por los ojos de un niño que pasa a ser un adulto, poseído tanto por demonios como por bellos recuerdos y cuyo único objetivo en la vida es vengar la muerte de sus seres queridos.
Frase para recordar: "Y yo estoy solo. Usted lo sabe.
No tengo a nadie".
Título original: Ivanovo detstvo.
Director: Andrei
Tarkovsky.
Intérpretes: Nikolai
Burlyayev, Valentin
Zubkov, Yevgeni
Zharikov, Stepan
Krylov, Nikolai
Grinko,
Trailer:
Escena:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
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