EL CONFORMISTA (1970). Bertolucci adapta la magistral novela de Alberto Moravia.

el conformista
Basada en la novela de Alberto Moravia. En la primera escena Marcello Clerici (Jean Luis Trintignant) está en un gran hotel de París, sentado en la cama junto a su esposa (Stefania Sandrelli) que duerme plácidamente. Una llamada repentina lo obliga a abandonar su habitación con una pistola guardada en su abrigo. Es una neblinosa madrugada de invierno y Marcello Clerici se sube a un coche con un chófer. Durante el trayecto por carretera comienzan los flashbacks que nos introducirán en la vida del protagonista e intentarán explicar el sentido de este extraño viaje por carretera. Dichos flashbacks funcionan como piezas de la memoria del protagonista, llegándose a apropiar del ritmo de la historia, transformándola en algo casi onírico que se asienta más en el mundo emocional e íntimo de Marcello. Bertolucci rompe con la narrativa tradicional con su peculiar sentido estético, inundando de poesía visual las escenas, retratando el perfil psicológico de un individuo que desde el comienzo se nos muestra como un fascista confeso, un intelectual con formación universitaria que ha decidido por sí mismo formar parte de la dictadura y de la policía secreta que vela por los intereses del régimen. Y es aquí donde aparecen los negocios sucios, ya que su misión consiste en asesinar a su antiguo profesor Universitario, un exiliado del régimen fascista que desde París sigue predicando sus ideas contra el totalitarismo dominante. Los retazos de la vida de Marcello Clerici sirven para describir los elementos que caracterizaron el fascismo italiano. Bertolucci transforma el relato de un libro en cine y lo adapta libremente. La obra literaria se convierte en imagen, en escenas que no pueden ser expresadas con palabras. Estamos frente a una obra maestra visual gracias a la genial fotografía de Vittorio Storaro el cual se valió de un gran colorido acorde con el estilismo de los años 30, con un movimiento de cámara muy fluído y unos ángulos casi imposibles.

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De hecho, el estilo empleado por Bertolucci sintetiza el expresionismo con la estética fascista más clásica. Esos primeros planos en los que Marcello Clerici aparece en los inmensos espacios de un edificio gubernamental (neoclasicismo fascista), son un claro ejemplo de la megalomanía del fascismo que trata de imponerse sobre los individuos, una arquitectura desmesurada, mussoliniana, grandilocuente y marmolea, con espacios abiertos y un raro minimalismo que contribuyen a empequeñecer todavía más a las figuras. Son escenas que constituyen una de las argucias visuales empleadas para subrayar el antinaturalismo del paisaje y reforzar la insensibilización de Marcello. El Conformista es además un elegante ejercicio de contrastes entre luz y oscuridad. El propio Storaro explicaba como intentó jugar con las luces hasta formar una jaula alrededor de Trintignant. La fina delineación entre luz y oscuridad y la complicada labor de separar ambos espectros venía inspirada del cuadro "La vocación de San Mateo" de Caravaggio, de donde Storaro quiso calcar esa misma capacidad de segmentación tonal entre luces y sombras. La luz como consciencia y la oscuridad como lo contrario, inconsciencia, dibujaban la propia estructura del personaje. Se consigue de esta manera una bellísima materialización con inspiración pictórica del interior impenetrable de un hombre que, al estar en constante deuda consigo mismo, llega incluso a perder su propia percepción de la realidad. "Sólo unos pocos creen en el fascismo. Unos nos apoyan por miedo y otros por dinero". Pero nuestro protagonista que aparenta y desea ser un hombre convencido no es más que un ser insignificante sin alma ni conciencia, alguien que ha renegado de sí mismo perdiendo la condición humana.


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Marcello está obsesionado por "tener una vida normal" que le evite tenerse que enfrentar a sus miserias en favor de la normalidad masiva, de una sociedad ahogada en el fascismo y que discurre invisible entre sombras alrededor de la incipiente Italia de Mussolini. El gusto por la experimentación de Bertolucci se manifiesta en una narración no lineal y la elaboración de cierto estilo de montaje emocional, discontinuo, que no tenga que presentar forzosamente un orden cronológico de la historia. Es destacable dentro del relato la escena de la conversación con el profesor Cuadri (al que tiene la misión de eliminar), donde el alumno se reencuentra con el maestro. En dicha conversación el alumno intenta hacerle recordar al maestro conceptos e ideas que aprendió en sus lecciones y que ahora utiliza para justificarse frente a sí mismo, un enfoque completamente opuesto que el Marcello de ahora guarda con respecto al Marcello universitario. El mito de la caverna de Platón sirve de símbolo para argumentar la inutilidad del hombre esclavo. Exactamente igual que los prisioneros encadenados de Platón, hombres encerrados en una cueva mirando sombras que se mueven creadas por las llamas que hay detrás de ellos, que creen que las sombras proyectadas sobre la pared son la realidad de un mundo mentiroso. Entonces, en el pasado, Marcello no dudaba en compartir las enseñanzas del profesor, pero después llega a replantearse la pregunta contemplando la posibilidad de que las sombras sean reales y los prisioneros más libres de lo que pensábamos. Bertolucci ayuda a saborear la tela de araña que obnubila al protagonista, y a enfrentarnos con un cine reflexivo, impalpable y abstracto.

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Título original: ll conformista.

Director: Bernardo Bertolucci.

Intérpretes: Jean-Louis Trintignant, Stefania Sandrelli, Gastone Moschin, Enzo Tarascio, Fosco Giachetti.




Trailer:


Escena:



B.S.O.:



Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard


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