Con un inicio que muestra desde
un plano aéreo (abundan estos planos durante toda la película) las marismas
andaluzas, que de manera innata me parecieron muy parecidas a la masa del
encéfalo humano, con sus conexiones cerebrales en símil con los diferentes
hilos acuíferos que toma el cenagal antes de desembocar en el mar, comienza la
actualmente aclamada película de Alberto Rodríguez. Los personajes principales,
dos policías interpretados por Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez son enviados
a un pueblo marismeño para desentramar la desaparición de dos adolescentes en
un entorno rural plagado de campesinos, cazadores y pescadores en plenos
albores de la democracia española, con una nación que luchaba en los estrenados
años 80's por unos sueldos dignos y una declaración de derechos conseguida al
terminar el régimen franquista. La crónica negra del film nos lleva a
contraponer las diferentes personalidades de los investigadores, uno con unos
métodos dudosos, rudos, implacable y quizá demasiado acostumbrado a estos
menesteres dado su anterior servicio al conservadurismo dictatorial Gutiérrez, que arrastra un pasado cuyos síntomas se reflejan en su
alcoholismo y degeneración física. El otro agente al que da vida Arévalo es
un policía con ínfulas de protector de la justicia, de carácter familiar, más
sensible y con miras hacia un prometedora administración, dada la situación
histórica del momento en el que vive, una reciente democracia. Estos dos
emisarios policiales se enfrentarán con su progresiva investigación a todo un
ambiente rural hostil, que levantará las ampollas de una comunidad todavía
anclada con los ideales pasados de unos, y la excesiva libertad de otros al
introducirse en el tráfico de drogas para salir de la pobreza.
Todo ello con el telón de fondo de las desgracias acontecidas, concentradas en las adolescentes que desaparecen, mueren y son encontradas vejadas, con miembros cercenados y con evidencias de depravación y ensañamiento enfermizo. El director Alberto Rodríguez entre claroscuros planos cinematográficos logra una ambientación que nos mete de lleno en el contexto histórico de la situación que cuenta, y que a través de las encontradas personalidades de estos dos distintos agentes de la ley, se nos empapará la atención como espectadores, con aromas de empantanado barrizal trágico, en una investigación en la que cabe encontrar al asesino en serie que puede ser cualquiera. Destacan como sospechosos, el joven gigoló Jesús Castro ("El Niño (2014)"), el atormentado padre de las chicas desaparecidas Antonio de la Torre ("Balada triste de trompeta (2010)"), cualquier cazador, pescador o jornalero de la zona e incluso los patrones de los asalariados. "La Isla Mínima" es una interesante propuesta para el cine español que ahonda en las personalidades de sus protagonistas, con una ambientación oscura y fastuosa, que nos habla de una época (no tan lejana) a través de los atroces trofeos de un asesino en serie, en una comunidad tan húmeda y cenagosa como el entorno natural que les rodea. Javier Gutiérrez sorprende, dejando atrás a su parlanchín escudero de "Águila Roja" junto con multitud de personajes de empaque simplón y despistado al que nos tenía acostumbrados en sus encarnaciones televisivo-alimenticias. El presente año Gutiérrez merecidamente, gracias a "La Isla Mínima", ha conseguido el galardón a mejor actor en el festival de San Sebastián. El film también obtuvo otro premio otorgado a la mejor fotografía que contribuye con sus luces y sombras a la pestilencia que aclimata a los humedales andaluces. La película queda a la espera de recibir en la ceremonia de los Goya más de una estatuilla...
Todo ello con el telón de fondo de las desgracias acontecidas, concentradas en las adolescentes que desaparecen, mueren y son encontradas vejadas, con miembros cercenados y con evidencias de depravación y ensañamiento enfermizo. El director Alberto Rodríguez entre claroscuros planos cinematográficos logra una ambientación que nos mete de lleno en el contexto histórico de la situación que cuenta, y que a través de las encontradas personalidades de estos dos distintos agentes de la ley, se nos empapará la atención como espectadores, con aromas de empantanado barrizal trágico, en una investigación en la que cabe encontrar al asesino en serie que puede ser cualquiera. Destacan como sospechosos, el joven gigoló Jesús Castro ("El Niño (2014)"), el atormentado padre de las chicas desaparecidas Antonio de la Torre ("Balada triste de trompeta (2010)"), cualquier cazador, pescador o jornalero de la zona e incluso los patrones de los asalariados. "La Isla Mínima" es una interesante propuesta para el cine español que ahonda en las personalidades de sus protagonistas, con una ambientación oscura y fastuosa, que nos habla de una época (no tan lejana) a través de los atroces trofeos de un asesino en serie, en una comunidad tan húmeda y cenagosa como el entorno natural que les rodea. Javier Gutiérrez sorprende, dejando atrás a su parlanchín escudero de "Águila Roja" junto con multitud de personajes de empaque simplón y despistado al que nos tenía acostumbrados en sus encarnaciones televisivo-alimenticias. El presente año Gutiérrez merecidamente, gracias a "La Isla Mínima", ha conseguido el galardón a mejor actor en el festival de San Sebastián. El film también obtuvo otro premio otorgado a la mejor fotografía que contribuye con sus luces y sombras a la pestilencia que aclimata a los humedales andaluces. La película queda a la espera de recibir en la ceremonia de los Goya más de una estatuilla...
Director: Alberto Rodríguez.
Intérpretes: Raúl Arévalo, Javier
Gutiérrez, Nerea Barros, Antonio de la Torre, Jesús
Castro,Mercedes León.
Trailer:
Making of:
Reseña escrita por Cristóbal Jiménez
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