INVENCIBLE (2014). La historia de Louis Zamperini por Angelina Jolie.

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Una de esas historias que han permanecido décadas en forma de guión en los cajones de alguna mesa o armario de algún ejecutivo de Hollywood, en concreto desde que Tony Curtis se interesó por ella en los años 50, es la historia de coraje y supervivencia del atleta Luigi "Louie" Zamperini y su terrible periplo durante la guerra del PacíficoLa avalancha de guiones que llegan anualmente a los departamentos de análisis de las productoras ubicadas en California, siempre ha sido considerable. A principios de los 90 del pasado siglo, se calculaba un promedio de unos 1500 guiones que entraban por año a los mencionados departamentos. La cifra de guiones registrados en la Writers Guild of America (WGA), el sindicato de guionistas, sólo en 2012, fue de 50.000. Dicho esto no cabe duda de que cada guión, dentro de estas estadísticas, tiene menos de un 1% de posibilidades de cristalizar en una película. La proliferación de guiones es tal, que los productores tratan de no desperdiciar los libretos más prometedores. Para ello una de las iniciativas más curiosas surgidas en el seno de la industria, es la de poner en circulación anualmente (se lleva haciendo desde 2005) una black list, o lista negra de guiones que reúne cada año los mejores borradores no producidos por los estudios. La denominación es completa y conscientemente irónica. Prueba de ello es que la lista de 2006 comienza con la expresión: all irony aside, black is the new white, ironias aparte, negro es el nuevo blanco. Un ejecutivo de los estudios Universal, Franklin Leonard, cuyo exclusivo cometido era el de buscar excelentes guiones no realizados por los estudios, tuvo la idea de divulgar el listado de "diamantes en bruto". 


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Entre los textos incorporados a la primera de esas black lists, la de 2005, podemos encontrar los libretos de Charlie Wilson’s war, de Aaron Sorkin, The Prestige, de Jonathan Nolan, o Zodiac, de James Vanderbilt, que derivaron el largometrajes excelentes filmados, respectivamente, por Mike Nichols, Christopher Nolan y David Fincher. En una de esas exhumaciones de guiones, la historia del personaje de Zamperini, logró captar la atención de Angelina Jolie, estrella rutilante, propietaria de una productora y dotada muchas inquietudes artístico-intelectuales. La estrella de Hollywood acababa de realizar precisamente una película sobre otras víctimas de un conflicto bélico, las mujeres musulmanas a manos de militares serbios en la guerra de los Balcanes. El correctísimo y estremecedor filme era "En tierra de sangre y miel (2011)". Jolie leyó el libreto que circulaba desde hacía décadas. No terminó de conectar con él. Leyó la novela de Laura Hillenbrand y conoció al propio Zamperini. La cineasta decidió entonces que se lanzaría a luchar por la financiación y posterior realización de la película con la pasión propia de quien cree firmemente en el producto que vende. Una vez recibió luz verde de Universal, propietaria de los derechos de la historia, la cineasta tuvo la inteligencia de tomar algunas decisiones muy acertadas. Acudió a buenos guionistas para que condensasen la historia en poco más de dos horas de manera que resulte entretenida. El guión final aparece suscrito por los hermanos Joel y Ethan Cohen, que revisaron tratamientos previos de William Nicholson y Steven Zaillian, quienes figuran igualmente en los créditos. Otra gran decisión tomada por la diva, fue contar con un experimentado director de fotografía, alguien capaz de resolver con talento los enormes retos técnicos de iluminación que sin duda iba a plantear la filmación de la película. 


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Tener al lado un buen cámara, es una de las reglas de oro del mundo del cine en todo "manual del realizador". Si en el anterior filme, Jolie había reclutado a Deam Semler, esta vez el elegido fue el experimentado Roger Deakins, uno de los grandes operadores del cine actual. El resultado en pantalla, luce como un atractivo drama de superación personal y supervivencia, como Hollywood sabe plantear, concebido para apelar a las emociones más básicas y transmitir el mensaje más esperanzador. Por supuesto, el filme contiene un fabuloso empaque visual. Los efectos especiales fueron encargados nada menos que a la Industrial Light and Magic, propiedad de George Lucas. Los constantes cambios de escenario (California, el Pacifico, Berlín o Japón, filmados íntegramente en Australia), se solapan con armonía y el devenir de la trama suscita interés. Los flashbacks de la infancia del protagonista en Torrance, California y en las Olimpiadas de Berlín, insertados en medio de secuencias épicas desarrolladas en la contienda, probablemente sean los segmentos más desafortunados, que ya cuentan con el inconveniente de propiciar la desconexión del espectador con la trama en el presente. Toda la parte que transcurre en pleno océano, lo mejor del filme, posee un gran poder de convicción y de fuerza dramática. Este segmento ha sido formidablemente filmado e interpretado. La manera de los náufragos para alimentarse, de un albatros y de un tiburón, a los que capturan, destripan y devoran, son dos decisiones de guión que contribuyen sabiamente a los propósitos narrativos, apelando a los instintos más básicos de supervivencia animal. Gran parte del enorme tramo que tiene lugar en los campos de concentración japoneses, sin embargo, deviene en demasiado maniquea y grandilocuente. El protagonista sufrirá todo un glosario de torturas y vejaciones, dirigidas a quebrar su espíritu, por parte de Mutsuhiro Watanabe, el sádico oficial de los campos de Omori y Naoetsu, apodado "el pájaro" por los prisioneros. Watanabe, interpretado por el músico y cantante japonés Miyavi, carece del deseado relieve y de las aristas necesarias para dotarlo de un poco de complejidad. 


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Invencible no es una obra maestra, como si lo fueron otros filmes memorables sobre los campos de concentración japoneses, filmados por David Lean, Steven Spielberg o Nagisha Oshima, quienes supieron navegar sabiamente por meandros más grises y por complejas capas narrativas. En cualquier caso, el filme de Angelina Jolie, que no pasa de correcto, deja un buen sabor de boca en general si uno decide dejarse conmover con la historia del joven Zamperini. Finalizada la guerra, tras superar el correspondiente estrés postraumático y motivado por sus fuertes convicciones religiosas, Zamperini viajó a Japón para entrevistarse con sus captores y perdonarles expresamente. Watanabe, amnistiado tras la contienda, como parte de esa filosofía de reconstrucción del país desde la armonía y la tolerancia, y por tanto, exonerado de los Juicios de Tokio (menos rigurosos que los de Nüremberg para la cúpula nazi), rehusó reunirse con el estadounidense. Esta cuestión se resuelve de manera elíptica, en los rótulos finales. Otra película reciente, "Un Largo Viaje (2013)", de Jonathan Teplitzky, otra historia real de un prisionero aliado en un campo Japonés, dedica la mayor parte de su metraje a las secuelas y a la reconciliación entre prisionero y captor. El filme de Teplitzky retrata el largo y complejo recorrido emocional desde la tortura en tiempos de guerra, en el campo de prisioneros británicos de Kanchanamburi, en Tailandia (donde los cautivos realizaron extenuantes labores de construcción del tramo ferroviario entre Siam y Birmania) hasta la reconciliación y posterior amistad duradera en tiempos de paz. Es el proceso vivido por Eric Lomax (Colin Firth), ingeniero británico militar, experto en señales y auténtico entusiasta de los trenes y ferrocarriles, y por Takashi Nagase (Hiroyuki Sanada), oficial japones miembro de la terrible Kaimpei, la policía militar japonesa, equivalente a la Gestapo alemana, disuelta por los aliados al final de la Segunda Guerra Mundial. Nagase se libró de los cargos que sentaron a la cúpula militar en los famosos Juicios de Tokio gracias su dominio del inglés, que le permitió hacer de traductor, labor que constituyó su astuta coartada en el momento de la irrupción de las tropas estadounidenses. Paradógicamente, Nagase, tras la contienda, se convirtió en el encargado y guia del museo de guerra que un día fue el mencionado campo de prisioneros, acompañando a los turistas en vistas guiadas que culminan en el Keimpei war museum. El filme resultó emotivo, sencillo, sin excesivas pretensiones, pero su conflicto, una vez expuesto, no justifica los 115 minutos de duración. Curiosamente ambos films, el de Teplitzki y el de Jolie, en consecuencia, se complementan, en una renovada pasión de la industria del cine por las hazañas bélicas de la segunda guerra mundial, pero también por cierta necesidad revisoria y de superación histórica de un conflicto que continúa abriendo heridas, exponiendo profundas secuelas, y paralelamente, despertando profunda fascinación 70 años después.


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"Cuando quieres dirigir acudes a todos los estudios y ellos te dan una lista de películas que nunca han podido hacer. En una lista de Universal estaba Invencible y esta frase "La verdadera Historia de Louis Zamperini, una historia de fortaleza de espíritu, resistencia, perdón, fe y segunda guerra mundial". Llegué a casa y le dije a Brad: "ciento mucha curiosidad”, y él me dijo: "Cielo, esa historia ha estado dando vueltas desde hace años". Aún así le dije que quería leer ese guión que ha estado rondando por Hollywood desde hace 57 años". (Anjelina Jolie)

Título original: Unbroken.

Directora: Angelina Jolie.


Intèrpretes: Jack O'Connell, Domhnall Gleeson, Garrett Hedlund, Jai Courtney, Takamasa Ishihara "Miyavi", Alex Russell.


Trailer:


Escena:


B.S.O.:



Reseña escrita por Manuel García de Mesa

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