Truffaut afronta
el reto de trasladar a la pantalla el gran relato de Ray Bradbury y lo hace con
gran entusiasmo, adaptando él mismo el guión con la ayuda de Jean-Louis Richard.
En este relato, Bradbury describe una supuesta sociedad del futuro, un mundo
distópico, que utiliza en su trama acontecimientos históricos vividos en
nuestro pasado más real. Retrata una sociedad donde se impone la apatía e impera
un hedonismo que mantiene a los individuos en una especie de limbo, sin ideas
propias, sin reflexiones, sin sobresaltos, con una vida fácil pero insípida. La
felicidad, considerada como la ausencia de problemas, es facilitada por el
propio Estado, que sobreprotege a los individuos manteniéndolos entretenidos en
tareas absurdas. Los individuos son controlados por el Estado mediante dos
grandes pilares: La televisión y el uso de pastillas tranquilizantes. Los
libros y la lectura están prohibidos porque causan insatisfacción en los
individuos. Fahrenheit 451 es la temperatura a la que arde el papel de los
libros. Como la lectura está prohibida por el Estado, es la Brigada de
Bomberos, Fahrenheit 451, la que se encarga de ir a los domicilios, buscar hasta
en los escondites más secretos y quemar cualquier tipo de libro. Uno de estos
disciplinados y leales bomberos, Montag (Oskar Werner), conoce, en el tren que
lo lleva habitualmente de vuelta a su casa, a una joven maestra, Clarissa
(Julie Christie), la cual se muestra desde el principio muy interesada en las
tareas de Montag y le realiza varias preguntas. Inicialmente tímido y parco en
sus contestaciones, sin apenas darse cuenta, quedará más impresionado por la
joven de lo que él mismo acierta a entender. Posteriormente, dichas cuestiones
se convertirán en la semilla de sus futuras acciones. Clarissa por su parte es
una joven maestra de niños que lee a escondidas, vive en una casa que alberga
una gran biblioteca y es capaz de mantener la frescura y sinceridad de unas
ideas propias. Tras el
encuentro en el tren, estando ya en su hogar, Montag mira ahora a su esposa (curiosamente
interpretada por la misma actriz) de forma diferente. Comienza a notar la
diferencia que puede existir entre mantener una conversación interesante o
vivir manteniendo diálogos huecos. Clarisse será por tanto la encargada de
despertar en Montag su curiosidad por la lectura y las nuevas ideas, llegándose
a plantear cuestiones que jamás había
llegado a imaginar. Esta determinante influencia sobre él hará que Montag
cambie radicalmente su forma de entender la vida.
["La sola sospecha de que en el futuro el
arte resultará devorado por la ciencia me angustia. Todos los días topamos con
personas que desean la destrucción de la sabiduría humanista recogida por los
hombres para poder manejar a éstos como máquinas. Hitler, sin ir más lejos. El
tema de Fahrenheit 451 surgió de esta obsesión y del descubrimiento de un
documento de 1790 que exigía a los bomberos norteamericanos la quema de
cualquier libro de influencia británica en las colonias. El firmante de esa
orden era nada menos que Benjamín Franklin". Ray Bradbury]
Bradbury hablaba
acerca del efecto que las cosas del universo tienen sobre el espíritu de los
individuos y lo hacía con bellas metáforas que jugaban con el mundo de las
ideas. Hablaba sobre el efecto que nosotros tenemos sobre los demás, y sobre el
modo en que nos condiciona la sociedad en la que vivimos. Bradbury contrario al
uso de la televisión como medio de entretenimiento para llegar a las masas, lo
demuestra claramente en este relato.
“ La televisión, esa bestia insidiosa, esa medusa
que convierte en piedra a millones de personas todas las noches mirándolas fijamente,
esa sirena que llama y canta, que promete mucho y que en realidad da muy poco”
Ray Bradbury
Su defensa del
mundo de los libros, de la sabiduría transmitida a través de la palabra y la
conversación, se sustenta demostrando que cómo sólo los que siguen leyendo
libros son los únicos capaces de no obedecer ciegamente, de mantenerse con
espíritu humano y con una mente capaz de preservar la naturaleza que nos rodea.
Se podría concluir de este modo, que pensar nos hace mejores personas y nos
convierte en individuos, es decir, en seres individuales. Estamos ante uno de los
grandes relatos de Ciencia Ficción llevado al cine. Pero a diferencia de la
mayoría, ni la aventura, ni la acción, ni los grandes efectos especiales
caracterizan a este relato que Truffaut que, imprimiendo su estilo e inmerso en
la Nouvelle Vague, lo trasladó con mucho esfuerzo al cine. Hay que reconocer
que no fue el primero de los grandes cineastas de la Nouvelle Vague en mostrar
interés por el género de Ciencia- ficción. Un año antes, su compañero Jean-Luc
Godard elaboró en blanco y negro la cinta "Alphaville (1965)". Con la ayuda inestimable
de la fotografía del gran Nicolas Roeg, el cual adquirió un gran prestigio con
otros films como "Doctor Zhivago (1965)" de David Lean o "La máscara de
la muerte roja (1964)" de Roger Corman. Roeg ha sido una gran influencia para
directores de cine como David Lynch, quien hereda parte de su estética y de su
característico surrealismo. También influye al escritor de novelas gráficas
Alan Moore, en trabajos como "Watchmen", una de las mejores obras del escritor. Desde
su rodaje, fue una de las películas que más le hizo sufrir. Se embarcó en una
aventura que le llevó cuatro años en realizar, con continuas reescrituras del
guión. Algunas de las dificultades con las que se encontró fueron de lo más
absurdas, como el pánico que despertaba en EEUU el cumplimiento estricto de las
leyes de autor. Los abogados hollywoodenses de la Universal querían que no se
quemaran los libros de Faulkner, Sartre, Proust, Genet, Salinger, Audiberti...:
"Limítese a los libros que pertenezcan al dominio público", decían, por
temor a eventuales demandas". El relato, pese a lo épico de su elaboración
para el cine, consigue trasladar de forma sencilla, con un estética futurista
marcada por el estilo de la época, las principales ideas del libro.
Es un film que, lejos de pretender entretener pretende hacernos reflexionar, está guiado por una buena narración, con el ritmo adecuado, unos diálogos interesantes y algunas de la escenas más icónicas que nos ha dejado el cine: La quema de libros por bomberos, una mujer en una hoguera dejándose quemar con sus libros o la peculiar guarida de "Los hombres libro". Aunque se comenta que hubo desavenencias entre ambos protagonistas, nada de ello queda reflejado en la pantalla, donde la interpretación de una bellísima Julie Christie consigue seducir al espectador, ya sea como maestra interesada en la lectura o como esposa robot absolutamente abducida por el Sistema. Truffaut, buen conocedor del cine, se ocupa de llenar la pantalla no sólo con la imagen, también otorga gran importancia a la presencia del sonido, y para ello se vale bien de las alarmas, el estrepitoso ruido del coche de Bomberos o de la excelente música de Bernard Hermann. Pese a que algunos le encuentren inconvenientes al visionado actual de la cinta, su mensaje no ha perdido un ápice de su fuerza, ni tampoco lo ha hecho su explícita denuncia de un régimen totalitario que basa en la incultura y el analfabetismo de sus habitantes su principal arma de dominio. Ese lírico y naturalista final, en el que el anhelo humano por ser libre se funde con la idea misma de "libro" es más que suficiente para seguir amando esta película.
Es un film que, lejos de pretender entretener pretende hacernos reflexionar, está guiado por una buena narración, con el ritmo adecuado, unos diálogos interesantes y algunas de la escenas más icónicas que nos ha dejado el cine: La quema de libros por bomberos, una mujer en una hoguera dejándose quemar con sus libros o la peculiar guarida de "Los hombres libro". Aunque se comenta que hubo desavenencias entre ambos protagonistas, nada de ello queda reflejado en la pantalla, donde la interpretación de una bellísima Julie Christie consigue seducir al espectador, ya sea como maestra interesada en la lectura o como esposa robot absolutamente abducida por el Sistema. Truffaut, buen conocedor del cine, se ocupa de llenar la pantalla no sólo con la imagen, también otorga gran importancia a la presencia del sonido, y para ello se vale bien de las alarmas, el estrepitoso ruido del coche de Bomberos o de la excelente música de Bernard Hermann. Pese a que algunos le encuentren inconvenientes al visionado actual de la cinta, su mensaje no ha perdido un ápice de su fuerza, ni tampoco lo ha hecho su explícita denuncia de un régimen totalitario que basa en la incultura y el analfabetismo de sus habitantes su principal arma de dominio. Ese lírico y naturalista final, en el que el anhelo humano por ser libre se funde con la idea misma de "libro" es más que suficiente para seguir amando esta película.
Director: François Truffaut.
Intérpretes: Julie Christie, Oskar Werner, Cyril
Cusack, Anton Diffring, Jeremy Spenser, Ann Bell.
Trailer:
Escena:
B.S.O.:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
Información complementaria:
1 opiniones :
Excelente entrada. Una película surrealista y brillante. Saludos!
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