Hace
ahora 30 años, 1984 un aficionado a la ciencia ficción salido de la factoria
del director Roger Corman despuntó lo suficiente para querer dejar su
imaginación plasmada en celuloide. En una rocambolesca pesadilla acontecida en
la ciudad de Roma, James Cameron visionó a una pareja que huía de una columna
de fuego de la que surgía lo que parecía ser una máquina con el aspecto de un
esqueleto humano. Esta es la génesis de Terminator...Lo que nadie esperaba, es
que 30 años después de la amenazante visión, la barbarie tecnológica que
vaticinaba el film de Cameron se acercaría tanto a la realidad. Fíjense en la
información que Kyle Reese (Michael Bienh) transmite a una atónita Sarah Connor
(Linda Hamilton). Máquinas con sistemas operativos perfectos, aviones sin
piloto (drones), superordenadores que son capaces de decidir nuestro destino en
un microsegundo. Obviamente no se ha producido ninguna catástrofe tecnológica
que haya llevado al ser humano al borde de la extinción (por ahora), pero no
hay más que ver a todas las personas que nos rodean para cerciorarse de que las
máquinas de un modo u otro ya nos tienen controlados. Jóvenes, niños y mayores
utilizan móviles, tablets, ordenadores, E-Phones y todo tipo de tecnología que
les tiene ensimismados y de los que no son capaces de separse ni un momento. En
poco más de 30 años desde los años 80's los grandes ordenadores se han reducido
al tamaño de una tarjeta de crédito y casi todo ser humano tiene uno, la
tecnología hace avanzar al hombre en todo tipo de ámbitos imaginables e
inimaginables y haciendo una reflexión no veo descabellado que a la velocidad
con la que avanzan y evolucionan las máquinas pueda crearse al atemorizador "Skynet" al que hace mención James Cameron en su film, que puede hacer que el
ser humano desaparezca en favor de complejos e inertes chips de ordenador
evolucionados hacia una especie superior al Homo Sapines Sapiens.
Las grandes empresas armamentísticas ya no se conciben sin enormes cerebros electrónicos, el simple toque de un dedo puede arrasar el planeta entero, drones y satélites espían y vulneran cualquier tipo de actividad e intimidad humana, la ciencia se pone al servicio de armas de destrucción masiva, partes del cuerpo humano pueden intercambiarse por prótesis inducidas por un ordenador, etc, etc.. Incluso veo Terminators por las calles de cualquier ciudad a diario, personas que no muestran ni sentimientos, ni remordimientos y que aparentemente no experimentan dolor por el sufrimiento que les rodea. La interpretación de Arnold Schwarzenegger como esqueleto metálico recubierto de tejido vivo y gobernado por órdenes de inteligencia artificial de eficiencia incuestionable, disciplina milimétrica y de objetivos irreflenables son el sueño de todo científico, el poseer dicha tecología sin tener en cuenta las impredecibles y apocalípticas consecuencias de aquello que se puede crear y todo aquello que se puede destruir. De este modo Cyberdine Systems en la ficción puede equipararse a los creadores de la bomba atómica poniendo en peligro a toda la humanidad. Una humanidad que ha perdido en general cualquier atisbo de sensibilidad en favor de cables y conexiones, un ser humano que ya no lo es tanto, seres vivos conectados y dependientes de botones, pantallas, hidraúlica, enchufes y baterías.
James Cameron profetizó en el cine igualándose a Julio Verne e Isaac Asimov en la literatuta entre otros visionarios, una sociedad cuya tecnología puede terminar con la civilización conocida. Echando una mirada atrás dudo que los artífices de Terminator fueran capaces de imaginar el fenómeno que habían creado con rudimentarios elementos de serie B que catapultaron las carreras de James Cameron, Stan Winston, Gale Anne Hurd, Schwarzenegger, Linda Hamilton, Michael Bienh, Lance Henriksen y otros. Terminator siendo una película de bajo presupuesto que mezclaba la ciencia ficción, el terror, la acción y el romance con la originalidad y la inventiva como mayor logro consiguió lo inaudito. Casi puedo imaginar a Stan Winston con los bocetos que Cameron había perpetrado para las diversas máquinas futuristas dotándolos de vida propia a base de controles remoto, maquetas y elementos que hacían de la imaginación el máximo valedor por encima del presupuesto. Incluso algunos efectos especiales se hicieron con lo elemental de la iluminación de diodos Led, utilización de papel de aluminio y humo de cigarrillos, y otros de la peligrosidad y la primaria valentía de mezclar ácido sulfúrico en la ropa de Arnold para fingir quemaduras. El Futuro no está establecido, solo existe el que nosotros hacemos. James Cameron se labró su propio futuro, y con él su propia profecía...¿Se cumplirá?
Título original: The Terminator.
Director: James Cameron.
Intérpretes: Arnold Schwarzenegger, Linda Hamilton, Michael Biehn, Paul Winfield, Lance Henriksen, Rick Rossovich, Bess Motta, Earl Boen, Dick Miller, Bill Paxton.
Reseña escrita por Cristóbal Jiménez
Información complementaria:
Michael Biehn
Las grandes empresas armamentísticas ya no se conciben sin enormes cerebros electrónicos, el simple toque de un dedo puede arrasar el planeta entero, drones y satélites espían y vulneran cualquier tipo de actividad e intimidad humana, la ciencia se pone al servicio de armas de destrucción masiva, partes del cuerpo humano pueden intercambiarse por prótesis inducidas por un ordenador, etc, etc.. Incluso veo Terminators por las calles de cualquier ciudad a diario, personas que no muestran ni sentimientos, ni remordimientos y que aparentemente no experimentan dolor por el sufrimiento que les rodea. La interpretación de Arnold Schwarzenegger como esqueleto metálico recubierto de tejido vivo y gobernado por órdenes de inteligencia artificial de eficiencia incuestionable, disciplina milimétrica y de objetivos irreflenables son el sueño de todo científico, el poseer dicha tecología sin tener en cuenta las impredecibles y apocalípticas consecuencias de aquello que se puede crear y todo aquello que se puede destruir. De este modo Cyberdine Systems en la ficción puede equipararse a los creadores de la bomba atómica poniendo en peligro a toda la humanidad. Una humanidad que ha perdido en general cualquier atisbo de sensibilidad en favor de cables y conexiones, un ser humano que ya no lo es tanto, seres vivos conectados y dependientes de botones, pantallas, hidraúlica, enchufes y baterías.
James Cameron profetizó en el cine igualándose a Julio Verne e Isaac Asimov en la literatuta entre otros visionarios, una sociedad cuya tecnología puede terminar con la civilización conocida. Echando una mirada atrás dudo que los artífices de Terminator fueran capaces de imaginar el fenómeno que habían creado con rudimentarios elementos de serie B que catapultaron las carreras de James Cameron, Stan Winston, Gale Anne Hurd, Schwarzenegger, Linda Hamilton, Michael Bienh, Lance Henriksen y otros. Terminator siendo una película de bajo presupuesto que mezclaba la ciencia ficción, el terror, la acción y el romance con la originalidad y la inventiva como mayor logro consiguió lo inaudito. Casi puedo imaginar a Stan Winston con los bocetos que Cameron había perpetrado para las diversas máquinas futuristas dotándolos de vida propia a base de controles remoto, maquetas y elementos que hacían de la imaginación el máximo valedor por encima del presupuesto. Incluso algunos efectos especiales se hicieron con lo elemental de la iluminación de diodos Led, utilización de papel de aluminio y humo de cigarrillos, y otros de la peligrosidad y la primaria valentía de mezclar ácido sulfúrico en la ropa de Arnold para fingir quemaduras. El Futuro no está establecido, solo existe el que nosotros hacemos. James Cameron se labró su propio futuro, y con él su propia profecía...¿Se cumplirá?
Título original: The Terminator.
Director: James Cameron.
Intérpretes: Arnold Schwarzenegger, Linda Hamilton, Michael Biehn, Paul Winfield, Lance Henriksen, Rick Rossovich, Bess Motta, Earl Boen, Dick Miller, Bill Paxton.
Trailer:
Escena:
B.S.O.:
Reseña escrita por Cristóbal Jiménez
Información complementaria:
Michael Biehn
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