Un forastero de aspecto vagabundo llega al pueblo de Lago. Allí, y tras acabar con tres pistoleros sin apenas despeinarse, los habitantes del pueblo le solicitan que se quede para que les defienda de la inminente llegada de Stacey Bridges (papel encarnado por Geoffrey Lewis) y sus primos, unos peligrosos bandidos con sed de venganza tras pasar varios años en prisión. El forastero aceptará la misión de protegerlos al mismo tiempo de enseñarles a defenderse con la condición de que se le concedan todos los caprichos (carnales incluidos) que a él se le antoje. Nos encontramos con la segunda incursión de Clint Eastwood en su faceta como director después de dejarnos un buen sabor de boca con su debut detrás de las camaras con la intrigante "Escalofrío en la noche (1971)". Como es habitual en la mayor parte de sus trabajos cinematográficos éste también se encargaría de llevar a cabo el papel protagonista del film (un personaje por cierto que no tiene nombre). Para la película Eastwood contaría con un guión de Ernest Tidyman, guionista popular en aquellos años por ser el creador del detective afroamericano Shaft, personaje legendario del movimiento "Blackxplotaiton", el cual escribiría sus dos primeras aventuras cinematográficas, "Las noches rojas de Harlem (1971)" y "Shaft vuelve a Harlem (1972)". Tidyman además sería el encargado de escribir el guión de "The french connection (1971)", trabajo donde recibiría el Óscar de la academia.
Para llevar a cabo la trama del film Clint Eastwood elegiría espacios naturales para su desarrollo, siendo más concreto el Parque Nacional de Yosemite (lugar situado en el estado de California) en detrimento de los estudios inicialmente sugeridos por la productora, para dar mayor realismo a la acción, y en donde se crearía dentro de él un pueblo ficticio, un elaborado trabajo realizado por el decorador George Milo, un habitual en el cine de Alfred Hitchcock y en donde participó en títulos de la talla de "Psicosis (1960)" y "Los pájaros (1963)". Viendo esta película es normal que se nos venga a la cabeza el cine de Don Siegel y Sergio Leone, dos cineastas claves en la trayectoria cinematográfica de Eastwood, ya que le dieron la oportunidad de darse a conocer en el mundo del celuloide y que en el film hay bastantes elementos que nos recuerdan a los western que participó con ellos. Aunque también me atrevería mencionar el nombre de Sam Peckinpah (aunque con éste nunca trabajó), especialmente en la manera de trazar a los personajes masculinos y femeninos, hombres rudos y sin escrúpulos y mujeres manipulables y destinadas (algo muy machista) a ser meros objetos sexuales para el varón.
En diversos sectores el film se llego a comparar con el "Solo ante el peligro (1952)" de Fred Zinnemann, no por la trama en si, sino por la peculiar manera de describir a los habitantes del pueblo, unos personajes caracterizados por su extrema cobardía e incapaces de ayudar al sheriff del pueblo del ataque de los villanos de turno. En "Infierno de cobardes" se tocan varios temas, como son la venganza, el remordimiento y la moralidad de las personas, en la que el realizador no deja títere con cabeza, donde ni siquiera la iglesia escapa de su crítica, hay que recordar el genial momento donde el forastero, en uno de sus antojos expulsa a los huéspedes de un hotel en plena noche, llevando al cura del pueblo a reprocharle que estos no eran formas de tratar a la gente, que era algo inhumano y que culminaría con la frase -"Todos somos hermanos ante los ojos de Dios" y donde éste le replicaría -"Esa gente son sus hermanos y hermanas, entonces no le importará que se alojen en su casa,¿verdad?". Hay muchísimas escenas para destacar de esta genial obra, entre ellas hago mención las secuencias de la llegada y el abandono del forastero del pueblo, ambos momentos caracterizados por la silueta del protagonista, cubierta de una bruma a causa del calor del entorno que nos hace resaltar la figura de Eastwood como si de un espectro se tratará, que acompañada de la memorable partitura de Dee Barton (también realizador de la banda sonora de la mencionada "Escalofrío de la noche"), aumentan el tono tétrico y fantasmagórico de las imagenes.
Otras secuencias a resaltar, la presencia del forastero rodeado de fuego y con un escenario de fondo marcado por un pueblo pintado de rojo o el singular momento donde el protagonista "modifica" el cartel de llegada del pueblo, cambiando el nombre de Lago con la palabra "Hell". Aunque si tenemos que hablar de una escena muy representativa y a la vez polémica, es la de la violación en un granero bajo la mirada "vouyer" del enano del pueblo,una secuencia que no sólo provocaría un enorme revuelo entre el movimiento feminista sino que sacaría de sus casillas al bueno de John Wayne, criticando duramente a Clint Eastwood de que esas no eran las maneras de comportarse un héroe. Como valoración que se puede realizar de esta película se podría decir que no se trata del western más redondo (a pesar de su indudable calidad) que ha realizado Clint Eastwood, pero que sería el preámbulo de lo que nos iba a ofrecer este genial realizador años posteriores en el terrero del western, con las notables "El fuera de la ley (1976)" y "El jinete pálido (1985)" y culminando su incursión en este género con la magistral "Sin perdón (1992)", una obra maestra que nadie debería perderse.
Frase para recordar: "Dicen que un muerto no descansa si en su tumba no esta escrito su nombre".
Para llevar a cabo la trama del film Clint Eastwood elegiría espacios naturales para su desarrollo, siendo más concreto el Parque Nacional de Yosemite (lugar situado en el estado de California) en detrimento de los estudios inicialmente sugeridos por la productora, para dar mayor realismo a la acción, y en donde se crearía dentro de él un pueblo ficticio, un elaborado trabajo realizado por el decorador George Milo, un habitual en el cine de Alfred Hitchcock y en donde participó en títulos de la talla de "Psicosis (1960)" y "Los pájaros (1963)". Viendo esta película es normal que se nos venga a la cabeza el cine de Don Siegel y Sergio Leone, dos cineastas claves en la trayectoria cinematográfica de Eastwood, ya que le dieron la oportunidad de darse a conocer en el mundo del celuloide y que en el film hay bastantes elementos que nos recuerdan a los western que participó con ellos. Aunque también me atrevería mencionar el nombre de Sam Peckinpah (aunque con éste nunca trabajó), especialmente en la manera de trazar a los personajes masculinos y femeninos, hombres rudos y sin escrúpulos y mujeres manipulables y destinadas (algo muy machista) a ser meros objetos sexuales para el varón.
En diversos sectores el film se llego a comparar con el "Solo ante el peligro (1952)" de Fred Zinnemann, no por la trama en si, sino por la peculiar manera de describir a los habitantes del pueblo, unos personajes caracterizados por su extrema cobardía e incapaces de ayudar al sheriff del pueblo del ataque de los villanos de turno. En "Infierno de cobardes" se tocan varios temas, como son la venganza, el remordimiento y la moralidad de las personas, en la que el realizador no deja títere con cabeza, donde ni siquiera la iglesia escapa de su crítica, hay que recordar el genial momento donde el forastero, en uno de sus antojos expulsa a los huéspedes de un hotel en plena noche, llevando al cura del pueblo a reprocharle que estos no eran formas de tratar a la gente, que era algo inhumano y que culminaría con la frase -"Todos somos hermanos ante los ojos de Dios" y donde éste le replicaría -"Esa gente son sus hermanos y hermanas, entonces no le importará que se alojen en su casa,¿verdad?". Hay muchísimas escenas para destacar de esta genial obra, entre ellas hago mención las secuencias de la llegada y el abandono del forastero del pueblo, ambos momentos caracterizados por la silueta del protagonista, cubierta de una bruma a causa del calor del entorno que nos hace resaltar la figura de Eastwood como si de un espectro se tratará, que acompañada de la memorable partitura de Dee Barton (también realizador de la banda sonora de la mencionada "Escalofrío de la noche"), aumentan el tono tétrico y fantasmagórico de las imagenes.
Otras secuencias a resaltar, la presencia del forastero rodeado de fuego y con un escenario de fondo marcado por un pueblo pintado de rojo o el singular momento donde el protagonista "modifica" el cartel de llegada del pueblo, cambiando el nombre de Lago con la palabra "Hell". Aunque si tenemos que hablar de una escena muy representativa y a la vez polémica, es la de la violación en un granero bajo la mirada "vouyer" del enano del pueblo,una secuencia que no sólo provocaría un enorme revuelo entre el movimiento feminista sino que sacaría de sus casillas al bueno de John Wayne, criticando duramente a Clint Eastwood de que esas no eran las maneras de comportarse un héroe. Como valoración que se puede realizar de esta película se podría decir que no se trata del western más redondo (a pesar de su indudable calidad) que ha realizado Clint Eastwood, pero que sería el preámbulo de lo que nos iba a ofrecer este genial realizador años posteriores en el terrero del western, con las notables "El fuera de la ley (1976)" y "El jinete pálido (1985)" y culminando su incursión en este género con la magistral "Sin perdón (1992)", una obra maestra que nadie debería perderse.
Frase para recordar: "Dicen que un muerto no descansa si en su tumba no esta escrito su nombre".
Título original: High plains drifter.
Director: Clint Eastwood.
Interpretes: Clint Eastwood, Verna Bloom, Mitchell Ryan, Marianna Hill, Billy Curtis.
Trailer:
Escena:
B.S.O.:
Información complementaria:
Clint Eastwood.
Reseña escrita por Jesús Fariña
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Clint Eastwood.
Reseña escrita por Jesús Fariña
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3 opiniones :
Hola, me encanta esta película con excepción de la escena de la violación y por supuesto la frase que suelta cuando la chica va y le dispara.
Saludos,
Todo un clásico de Eastwood, por cierto la popular e incomoda escena de la violación Eastwood reconoce hoy en día que se arrepiente de haberla realizado, un saludo Lola.
"Dicen que un muerto no descansa si en su tumba no está escrito su nombre", afirma Sarah casi divertida. En Lago se cometió un asesinato: el sheriff Jim Duncan fue apaleado hasta morir por tres indeseables que acabaron condenados, y todos lo presenciaron en silencio, sin hacer nada por él. Más tarde, un hombre llegará a Lago, un misterioso y cínico pistolero al que los habitantes pedirán ayuda para acabar con los que mataron a Duncan, quienes además tienen una cuenta pendiente que saldar con los del pueblo. Estos dos hechos, aparentemente separados, están conectados por un sentimiento irrefrenable de venganza.
Pocos "westerns" se han revelado tan desmitificadores y mordaces. "Infierno de Cobardes" tergiversa las claves del género hasta llevarlo a su más negro y pesimista reverso, burlándose de clásicos como "Sólo ante el Peligro" o "Raíces Profundas" mientras rinde homenaje a Siegel, Leone, Peckinpah y "Conspiración de Silencio", de John Sturges, en particular. En todo el "western" ha existido ese forastero que llega a un pueblo para luchar contra los malvados; ahora el extraño llega para castigar sin piedad a los lugareños. Llega de la nada, cual ángel exterminador, y a la nada regresa, su nombre y origen quedan en incógnita, tradición seguida por Eastwood desde "Cometieron dos Errores" (el muerto que vuelve de la horca convertido en comisario para vengarse...).
Así, el "bueno" pasa a ser un antihéroe en las antípodas de Wayne o Cooper y más propio de una novela negra de Jim Thompson. En futuros títulos como "El Fuera de la Ley" y "El Jinete Pálido" (versión luminosa de la que nos ocupa) los personajes encarnados por Eastwood tienen un objetivo: convertirse en benefactores de una comunidad, una pequeña nación capaz de resistir la maldad del Mundo, que reúnen y protegen; en "Infierno de Cobardes" esa comunidad soñada experimenta un revés de pesadilla, pues el forastero siembra la discordia entre las gentes, culpables de un crimen.
Eastwood lanza su dura crítica: el pueblo americano ha avanzado a lo largo de su historia a base de injusticias y sacrificios en pos del progreso (así lo declara Lewis), por lo que toda comunidad puede ocultar un acto horrible si en ello le beneficia. El pueblo será, finalmente, pintado de rojo: América se va al Infierno. Pero si algo da el valor a este "western" para distinguirse de los demás es la fantasmagoría que lo recorre de principio a fin, el enigma de ese sueño torturando la mente del extraño, la imagen del restallar de los látigos y un Duncan moribundo, la incógnita final con respecto a la identidad del forastero (a causa de un error de doblaje, muy malintencionado, el personaje de Eastwood le dice a Mordecai "Ese era mi hermano", refiriéndose al sheriff Duncan. Una frase que cambia, de arriba abajo, todo el sentido del film).
Eastwood reinterpreta al "Hombre sin Nombre" de la Trilogía del Dólar y lo hace más cínico, bruto, desagradable y despiadado, logrando una de sus actuaciones más salvajes y radicales; a su sombra, unos muy decentes Verna Bloom, Mitchell Ryan, Walter Barnes y Ted Hartley junto a los impagables Geoffrey Lewis, Mariana Hill y Billy Curtis, sin olvidar al colaborador del director (además de su doble) Buddy Van Horne, que da vida a Duncan.
Suspense de tintes sobrenaturales que por momentos roza el terror psicológico, realzado por una arriesgada y experimental puesta en escena, unos diálogos mordaces y cargados de humor negro y la ensoñadora música de Dee Barton, todo ello engarzado en un Oeste degenerado y desencantado, lo que no gustó nada a los defensores de los ideales tradicionales (se cuenta que John Wayne mandó una carta a Eastwood quejándose de la película...).
En cualquier caso, un "western" imprescindible.
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